La mallorquinista que se ha hecho famosa en Kosovo

En los últimos días me han llamado hasta tres periodistas. Dos de ellos de Kosovo, un territorio donde creo que me he hecho algo conocida por una decisión que tomé hace unas semanas: tatuarme la firma de Vedat Muriqi, uno de los grandes referentes futbolísticos kosovares y a día de hoy el gran ídolo de mi equipo, el RCD Mallorca.

Tengo 51 años y hace cinco temporadas me convertí en socia del equipo bermellón, coincidiendo con el regreso del club a LaLiga Santander. Antes seguía un poco los partidos, pero desde que comparto las tardes y noches de partido en el estadio con mi cuñada y mi ahijado me he convertido en una hincha de lo más fiel. No fallamos nunca.

Fue desde mi asiento de la tribuna oeste donde la temporada pasada tuve mi gran flechazo. Era el primer partido de Muriqi, un delantero que para la mayoría de la afición era un gran desconocido cuando llegó a la isla. Recuerdo que su primera intervención fue delante de donde yo me encontraba, muy cerca de la banda: al sacar un córner de una acción donde no había nada lo celebró con rabia, como si fuera un gol. Esa actitud, ese carácter, me marcó desde el principio. Y ya cuando empezó a meter chicharros y se mostró tan integrado en la ciudad, tan orgulloso del escudo, se nos metió a todos en el bolsillo. Más aun sabiendo de su historia de lucha personal, con el trauma de haber vivido de niño la Guerra de los Balcanes.

En un par o tres de ocasiones había tenido la oportunidad de hacerme fotos con él y conocerlo en persona. Pero fue hace unas semanas cuando tuve la idea de acudir a un entrenamiento para pedirle su autógrafo con la intención de grabármelo en la piel. Cuando se lo dije sonrió y me contestó que me lo pensara bien. Yo le respondí que estaba muy segura, que los pocos tatuajes que llevo están ligadas a personas o cosas importantes en mi vida y que él para mí se había convertido en una persona muy especial.

Una vez tuve hecho el tatuaje, lo colgué en Twitter y etiqueté al futbolista. Era mi única forma de hacerle llegar la noticia. Y como os contaba al principio no solo tuve la alegría de que él mismo me contestó, sino que el mismo club y varios periodistas se hicieron eco de mi historia. ¡Jamás me habría imaginado la repercusión que ha tenido!