600 kilómetros para ver a Osasuna clasificarse para Europa

En Elda, la ciudad alicantina donde nací hace 25 años, casi nadie me conoce por mi nombre. O bien me llaman Beto Rojillo o directamente El Osasuna. A mí me parece bien porque para mí el CA Osasuna es lo más importante de mi vida. Por eso viajaré este fin de semana más de 600 kilómetros para estar en El Sadar (¡con una victoria nos aseguraríamos jugar en Europa!) e incluso me he planteado mudarme a Pamplona para estar más cerca de mi equipo.

De pequeño no me gustaba el fútbol. Me tiraba más el manga, otras cosas. Pero fue empezarme a juntar con otra pandilla en la adolescencia y la cosa cambió. Entonces tuve que buscarme un equipo al que apoyar. Pero no me convencían ni el Real Madrid ni el FC Barcelona, el equipo de mi padre. Por eso, un día paseando por la calle le dije a mis colegas: “Me haré del equipo que ahora mismo esté jugando en televisión cuando pasemos por delante del bar”. Y así fue: como transmitían un partido de Osasuna contra el Málaga CF desde esa tarde fui un rojillo más.

Mis amigos me decían que estaba loco. En aquella época, Osasuna no iba muy bien. Esa misma temporada, la 2013/14, bajamos a LaLiga SmartBank. Me dio un poco igual porque le fui cogiendo el gustillo a ver los partidos, a interesarme por el club, por su historia y sus jugadores... Todo cambió para siempre cuando la temporada siguiente, mi padre me llevó a ver al equipo al estadio del Albacete Balompié, el Carlos Belmonte. Al ver a los aficionados navarros desplazados allí todos vestidos de rojo animando con pasión al equipo tuve una especie de revelación y se me pusieron los pelos de punta.

Osasuna se convirtió desde ese momento en una obsesión. Llevo cinco años sin perderme un encuentro: si mis amigos quieren salir y a la misma hora juegan los nuestros siempre priorizo a mi equipo. Y en mi habitación, entre pósteres, llaveros, camisetas y demás, debe de haber más de 100 escudos (contando también el que llevo tatuado en la muñeca derecha). Ya lo saben mis padres desde hace tiempo: en Reyes o Navidad, alguna prenda o recuerdo rojillo tiene que caer.

El pasado marzo cumplí mi sueño de ir a El Sadar a ver un partido. Cuando lo anuncié por Twitter, contando un poco mi historia, la afición se volcó conmigo. Conocí a mucha gente y todos se ofrecieron a ayudarme, a hacer que disfrutara más de una experiencia que no tengo palabras para relatar. Si digo que fue un sueño, me quedo corto. Fue más que un sueño. Algo que solo podría superar si este fin de semana ganamos al Girona FC en casa y nos clasificamos para competiciones europeas. Algo que Osasuna ha logrado contadas veces en su historia y un premio que creo sería de justicia después de la derrota en la final de Copa (aunque nos quedó un enorme sentimiento de orgullo por el partido de los nuestros).

Mi próximo paso quizá es el mudarme a Pamplona. En Elda tengo a mi familia, a mis amigos, mi trabajo, pero me falta algo... Creo de verdad que si tuviera El Sadar cerca y pudiera cada 15 días rodearme de gente que comparte mi locura sería más feliz. Y de qué se trata la vida sino de buscar la felicidad.