La sueca que enseñó Sevilla al primer sueco del Sevilla
Malena Norman: “La primera vez que pisé el Sánchez-Pizjuán se me puso la piel de gallina. Acabé mudándome desde Malmoe. En 2021 el club me encargó dar la bienvenida a Augustinsson”
Lo que me ocurrió en el verano de 2021 fue el último capítulo de la curiosa relación que mantengo con el Sevilla FC. Soy sueca, tengo 35 años y hasta 2007 no conocía al club. Aquel año viajé a la capital andaluza a visitar a mi hermana y fuimos al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Me encantó el ambiente. Cinco años después estaba ya residiendo en Sevilla. Me casé y tengo un hijo sevillano. Mi vida está en esta ciudad y el equipo forma parte de ella. Y más con lo que pasó aquel verano.
En ese momento sonaba como posible refuerzo mi compatriota Ludwig Augustinsson. Una tarde, a mediados de agosto, me llamó Jesús Gómez, el jefe de prensa del Sevilla, al que ya conocía de algún evento. “Tengo algo que contarte, pero es superconfidencial”, me dijo. Y me soltó la exclusiva: el fichaje estaba cerrado. ¡El primer sueco de la historia sevillista! Y me propuso participar en los actos de bienvenida al jugador.
Mi papel era muy sencillo. El club quería grabar una videollamada entre Augustinsson y yo en la que le explicara al futbolista qué significa para mí este equipo. Fueron unos 15 minutos de charla muy amena. Al día siguiente me invitaron a la presentación en el estadio y pude conocerle en persona. No somos muchos suecos en Sevilla; unos 60 o así, según tengo entendido.
Le eché una mano en las primeras semanas a él y a su familia. Rápidamente hice amistad con Ludd, como le llamo cariñosamente, y su mujer, Miranda. Como en aquel momento todavía había restricciones por la pandemia de Covid-19, siempre hacíamos planes en su casa o en la mía. Cogimos tanta confianza que aún hoy seguimos manteniendo el contacto, aunque Ludd haya fichado por el RCD Mallorca.
He podido explicarle la historia de mi pasión sevillista que nació en aquel partido al que me llevó mi hermana Josephine, contra el RC Deportivo de la Coruña de LaLiga Santander. Al regresar a Malmoe, la ciudad al sur de Suecia en la que nací, empecé a seguir cada vez más al Sevilla. Contacté entonces con Johannes Johnsson, el presidente de la peña sevillista de Escandinavia, para hacerme socia. La fundó un sevillano, Paco Villar, que vivió en mi país 20 años. Empecé a viajar con ellos y a participar en sus eventos. Poco a poco, me fui enamorando cada vez más del equipo.
Incluso después de mudarme a Sevilla no he perdido el contacto con los chicos de la peña y les sigo ayudando. En 2015, por ejemplo, vino una excursión de 20 suecos que gustó mucho al Sevilla, al ser todos los aficionados del mismo país. Gracias a eso, el club me contrató como traductora para otro evento con distintos equipos europeos. Allí pude conocer a leyendas sevillistas como Davor Suker o Ivica Dragutinovic. Fue todo un sueño para mí.
Aún se me pone la piel de gallina cuando recuerdo la primera vez que pisé el campo. Me impresionó el ensordecedor ruido de la afición cantando aquello de “cuentan las lenguas antiguas”. Y de repente, en el minuto 16, todos se callaron. Hubo un silencio sepulcral que rompió en aplausos. Se trataba del homenaje al canterano Antonio Puerta, fallecido apenas un mes antes. Aunque eso lo supe después, hoy reconozco que aquel momento cambió mi vida.
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