El mejor amigo de una estrella de la Real Sociedad de los noventa
Ignacio Andrés: “Conocí a Dalian Atkinson en el hotel donde trabajaba en San Sebastián y nos hicimos inseparables”
Yo diría que la nuestra fue una amistad verdadera. Cuando nos conocimos, ambos tendríamos veintipocos y nos apetecía lo mismo: conocer gente, disfrutar de la amistad y los primeros ligues, salir, ver mundo... Fueron pocos meses, desde finales de 1990 hasta el verano de 1991, pero muy intensos y los recordaré para siempre. Es todo un orgullo contar que un día fui casi como un hermano para un futbolista del equipo que animé desde siempre, la Real Sociedad.
A Dalian Atkinson, el primer jugador negro que militó en el club donostiarra, lo conocí en el hotel Orly de San Sebastián. En esa época yo trabajaba allí como recepcionista y él se alojó en una de nuestras habitaciones nada más aterrizar en la ciudad procedente del Sheffield inglés. Vino muy joven, solo y sin saber ni una palabra de castellano. Lo veía vagar como un alma en pena por el hotel, sin demasiada ayuda para integrarse. Así que una tarde le propuse salir con unos compañeros a tomar algo al acabar el turno. Cuando lo vimos bajar a la recepción como un beatle, vestido con un elegante traje de terciopelo, nos entró un buen ataque de risa.
Al día siguiente le llevamos a Don Pascual, una conocida tienda de ropa, a comprarse unos vaqueros y unas camisetas. A partir de ahí ya nos hicimos casi inseparables. Era un tío superdivertido y en nuestro círculo de amigos lo acogimos tan bien como la afición de la Real, que le apodó Txipiron y se encariñó de él por su afabilidad y por haberle marcado en su única temporada a los rivales más poderosos del campeonato: Real Madrid, FC Barcelona, Atlético de Madrid y Valencia CF. Suyo fue, por ejemplo, el primero de los goles que nos dio el que hasta la fecha es nuestro último triunfo en el Camp Nou, por 1-3.
Fuera del campo casi no hablábamos de fútbol. Uno de mis mejores recuerdos fue cuando nos juntamos en un caserío para celebrar su vigesimotercer aniversario. Comimos unos buenos chuletones, soplamos las velas, nos reímos... Ahora que he rescatado las fotos de aquel día de la casa de mis padres, me emociona rememorar esa época tan bonita, sin obligaciones y con todo el futuro por delante.
En 1993, Dalian regresó al fútbol inglés. El verano siguiente, en 1994, volvió de visita a San Sebastián y lo pasamos de nuevo en grande. Fue la última vez que nos vimos. Aunque nos llamábamos de vez en cuando, con el tiempo fuimos perdiendo el contacto. Cuando me enteré de su muerte en 2016, con tan solo 48 años, me embargó una profunda tristeza. De él me quedarán para siempre sus goles y su sincera amistad.
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