El inglés de Ipswich que captó a 20.000 abonados para Osasuna

Visité España por primera vez durante un intercambio escolar con mis compañeros de colegio de Ipswich, una ciudad a algo más de dos horas de Londres. Fue en 2005 y tenía 14 años. Pasamos diez días en Pamplona, una ciudad de la que no conocía casi nada. De hecho, ni sabía que tenía un equipo de fútbol. Había buscado clubes que se llamasen Pamplona, pero no encontré ninguno. Me pasó como a Michael Robinson cuando le fichó el CA Osasuna, que buscó esa ciudad en el mapa de España y no la encontró. Todo cambió cuando descubrí, gracias a mi “hermano” de acogida, Javier, que sí existía un club y que vestía de rojo. Al final mi familia de acogida fue numerosa, la de Osasuna.

Javier y su padre, Luis, eran abonados de Osasuna y me llevaron a mi primer partido fuera de Reino Unido. Y no fue un choque cualquiera. Los rojillos jugaban un encuentro de LaLiga Santander contra Real Madrid de los galácticos. Allí estaban mis paisanos Beckham y Owen, junto a los Raúl, Guti, Ronaldo, Zidane… Todos mis amigos ingleses iban con ellos, pero yo me decanté por los locales. Siempre me ha tirado más ser de un equipo más modesto. De hecho, mi equipo de toda la vida es el Ipswich Town, que milita en la tercera división inglesa.

Lo que más me llamó la atención al entrar al viejo Sadar fue el ambiente. No me esperaba que hubiera miles de personas gritando y jaleando al equipo. Las gradas estaban a reventar. Así que me dejé la garganta como uno más y, desde entonces, me sentí parte de esa gran afición.

Aunque perdimos 1 a 2, aquella tarde nació mi pasión rojilla que hoy, con 32 años, todavía mantengo. Incluso estando a más de 1.000 kilómetros de distancia, para mí no es un problema. Trabajo en Londres como asistente de vídeos de una cadena de televisión, por lo que es imposible que pueda ir a los partidos. Pero al menos una vez al año vuelvo a España a ver a Osasuna en otras ciudades. He visitado San Sebastián, Sevilla, Madrid, Valencia... Y mi próximo destino es Cádiz. Allí iré en abril. Mientras seguiré viendo al Osasuna por televisión. No me pierdo ningún partido de los rojillos.

Siguiendo a Osasuna he conocido a muchos trabajadores del club. Este año, a los del departamento de Comunicación se les ocurrió premiarme por mi fidelidad. Me invitaron unos días en verano a Pamplona para grabar el vídeo de la campaña de socios de esta temporada, Festarako Gogoa, que significa ganas de fiesta en euskera. Me dieron un paseo por la ciudad y me subieron a un balcón, igual que se hace durante las fiestas de San Fermín para el pregón. Es de las cosas que más ilusión me ha hecho en mi vida. Y funcionó bien, ya que el club consiguió casi 20.000 abonados, la tercera cifra más alta de su historia.

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