Abonado antes de nacer e hincha famoso a los dos años

Un día de agosto de 2019 me presenté embarazada de siete meses en las oficinas de la UD Las Palmas con un propósito algo insólito: hacer socio del equipo a Enzo, el niño que llevaba en la barriga. Los empleados del club se quedaron estupefactos. “¡Pero si aún no ha nacido!”, me dijeron. Jamás les había ocurrido un caso así, pero al final lo arreglamos. Le registré con mi DNI y supongo que él se convirtió en el primer socio de la historia de la entidad que lo fue antes incluso de haber venido al mundo.

En realidad, el carné de mi hijo fue un regalo para mi pareja, José. Yo, que tengo 38 años, soy socia desde hace poco, pero él es de Las Palmas desde bien pequeñito, cuando empezó a ir con su padre y con su tío al antiguo estadio Insular. Pensé que le haría ilusión ese gesto, algo que simbolizara que nosotros también íbamos a ser transmisores de esa pasión que pasa de generación en generación y que es para muchos su herencia más preciada. Creo que acerté porque cuando le entregué el regalo se puso a llorar. La única vez en los seis años que llevamos juntos.

Enzo cumplirá a finales de octubre tres años y jamás nos hubiéramos imaginado que su pasión por el club de la isla sería de tal magnitud. En los partidos recita los nombres de nuestros jugadores, canta las canciones como un aficionado más, salta, baila... Como circulan varios vídeos de él en redes sociales e incluso ha salido en medios locales y regionales muchas veces lo reconocen.

Su padre le ha llevado a los entrenamientos y los futbolistas también ya lo conocen. Aunque yo lo único que deseo es que sea feliz, quién sabe si algún día llegará a ponerse la misma camiseta que ellos para saltar a un campo de fútbol. Como nos comentaron que la escuela del club abría por primer año su inscripción a niños de a partir de tres años decidimos apuntarle y que aprendiera a dar sus primeros toques vistiendo de amarillo.