El amor que floreció en la grada perica y un vestido hecho solo de bufandas

Somos Laura y David, David y Laura. Dos corazones y un sentimiento. “La força d’un sentiment”, mejor dicho. Un sentimiento que te atrapa y es para toda la vida. Formamos parte de esa meravellosa minoria de pericos, como dicen. Y eso nos llevó a formar otra minoría aún más maravillosa: la de una pareja de enamorados, la nuestra, que se forjó en las gradas de un campo de fútbol.

Yo, David, tengo 51 años y supe que me apasionaría por el RCD Espanyol de Barcelona en cuanto puse un pie en el viejo Sarrià. No sé cómo explicarlo, pero me sentí identificado al instante con sus valores y su fuerza. Todos en mi familia son del FC Barcelona, y aún me pregunto por qué no seguí sus pasos. ¿Rebeldía? Quizá. No ganamos siempre, pero nos sentimos diferentes. Al menos, yo lo siento así.

Yo, Laura, también tengo 51 años y como David me hice del Espanyol en Sarrià. Me llevaba mi padre cuando aún no tenía uso de razón y luego, ya más mayor, sufría por las rabietas que se llevaba cuando veía injusticias o cuando el equipo perdía. Vivía el sentimiento perico con gran entusiasmo. Tal era su enfado que llegaba a casa y no cenaba. Al principio no lo entendía. Con el tiempo empecé a comprender que sentir al Espanyol es como estar enamorado; cuando tienes un desengaño te pones triste y pierdes hasta el apetito.

Lo nuestro empezó en el campo, en el antiguo Montjuïc. Estábamos sentados uno detrás del otro. De comentar las jugadas, los goles, las polémicas, pasamos a construir una vida juntos que nos ha llevado a seguir al equipo por diferentes estadios, a ganar un concurso del periódico La Grada vestidos únicamente con nuestras bufandas, a conseguir que Gerard Moreno, Javi López y Raúl Tamudo nos mandaran vídeos felicitándonos por nuestra boda o hasta correr una carrera solidaria y cruzar la línea de meta cogidos de la mano en nuestro estadio.

Seguiremos juntos viendo a nuestro equipo bajo el cielo blanquiazul pase lo que pase.