Cómo convertir un viejo futbolín en un negocio
Enrique Rubio: “Dejé mi trabajo en el mundo del marketing y la publicidad para vender muñecos de futbolín”
Todos aquellos que recordamos con felicidad nuestra infancia sufrimos a menudo algún ataque de nostalgia. Pienso en las tardes que me pasaba dibujando en un papel a mis jugadores favoritos. Luego los colocaba en una mesa y recreaba partidos imaginarios. También me vienen a la memoria jornadas interminables en el garaje de mi casa con mi hermano y mis amigos jugando con un futbolín de los buenos, de los de madera. Hace un par de años, cumplidos los 36, un pensamiento me golpeó de repente: rescatar esa magia del fútbol de antes.
Se me ocurrió la idea de recuperar esos muñecos de futbolín para venderlos individualmente como regalos. Hablé con carpinteros, con gente que lleva mucho tiempo fabricando futbolines, pasé horas indagando e informándome, recluté a Víctor, uno de mis grandes amigos de toda la vida y decidí abrir el taller y la tienda física en Las Rozas de The Pichichi Company. Fue poco antes de la pandemia. Dejé el marketing y la publicidad para meterme de lleno en el nuevo proyecto. Aunque fue un momento un poco difícil, yo sabía que no iba a parar y por ahora estoy muy contento.
Nos hacen pedidos aficionados de todos los equipos de LaLiga Santander y de LaLiga SmartBank. Los que más, los del Atlético de Madrid. También triunfan los muñecos personalizados: nos piden que les pintemos la camiseta de equipos de barrio o les caractericemos con leyendas del fútbol como Maradona... Nuestros clientes me transmiten mucha ilusión por lo que hacemos y le dan mucho valor a que todos los muñecos estén pintados a mano. De la misma forma que yo me reencontré con mis recuerdos más preciados, al embarcarme en esta maravillosa aventura, supongo que los viejos futbolines representan mucho para una generación de nostálgicos como yo.
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