Fútbol de proximidad: el método de la Real Sociedad
Los vascos son el club con más jugadores criados en una misma provincia. Un récord que, en Zubieta, su centro formativo, atribuyen a una sabia mezcla de tradición e innovación de la mano del ‘big data’ para tutelar al detalle la evolución de cerca de 650 promesas
Si a alguien se le ocurriera trasladar al fútbol el concepto gastronómico de moda, el que pondera la “cocina de proximidad”, podría inspirarse en la Real Sociedad. La mitad de la plantilla donostiarra, con solo cuatro extranjeros, proviene de un radio de menos de 100 kilómetros de distancia de San Sebastián. Es la otra cara del espíritu global de una competición que importa profesionales de una cincuentena de nacionalidades. Trece futbolistas criados en Gipuzkoa —la mayor concentración de una misma provincia, en este caso la más pequeña del país en superficie, en un vestuario de LaLiga Santander—, a los que hay que sumar otros tres que llegaron de fuera para formarse en Zubieta. Una fábrica de talento, nombrada como la mejor cantera de España por la organización Fútbol Draft en 2020, que abre sus puertas para descubrir una fórmula basada en la integración de la última tecnología a una consolidada tradición de paciencia, mimo y confianza en los jóvenes.
A la cabeza del proyecto se sitúa Roberto Olabe, quien conoce a la perfección una casa en la que ha sido primero futbolista, luego entrenador del primer equipo y actualmente director de fútbol. Como tal, ejerce de guardián de la esencia de un conjunto cuya metodología, en su opinión, se diferencia por su capacidad para recoger y analizar una enorme cantidad de datos que luego aplican en lo que llaman sus cinco pilares básicos: entrenamiento, competición, educación, evaluación y selección. “Hacemos un trabajo artesanal. No conozco a ningún arquitecto, diseñador o albañil con 12 años y lo mismo ocurre con los jugadores” asegura Olabe.
Los encargados de llevar a cabo esta tarea basada en el big data son Bixen Calzón y Alfonso Azurza, dos técnicos que manejan absolutamente todos los detalles de cada canterano. Al frente de la Unidad de Evaluación y Dato, creada tres cursos atrás, han conseguido centralizar en una única plataforma la información procedente de los profesionales del club —doctores, psicólogos, nutricionistas, técnicos y educadores—.
“Se toman datos mediante test físicos periódicos, se introducen datos médicos que permiten ver su historial y trayectoria, datos antropométricos, aspectos nutricionales, datos de eventing de la competición o características específicas de las tareas del juego al detalle”, explica Calzón, que indica, además, que todos los jugadores disponen de una aplicación personalizada donde deben responder a un cuestionario sobre su estado físico y mental antes y después de los entrenamientos. “Cada jugador es observado desde un punto de vista multidisciplinar”, incide.
“Generamos informes y conocimiento que luego se trasladan a los técnicos”, explica Azurza, que lleva más de veinte años ligado a una entidad de la que fue, entre otras cosas, preparador físico del primer equipo. “A través del análisis transversal y la información que se aporta desde la unidad, el entrenador ve, entre otras cosas, cuáles son las áreas de mejora y las virtudes y a partir de ahí se diseñan tareas, en grupo o individuales, para que trabajen. Todos los jugadores tienen su plan de mejora”, añade.
El modelo se aplica a las 250 promesas de categoría infantil, cadete, juvenil y en el Sanse, el filial txuri-urdin, y también a los cerca de 12.000 que juegan en 80 clubes convenidos de la zona y que acuden periódicamente a Zubieta para poner a prueba sus avances. Un aspecto clave para entender la implantación territorial del club y su capacidad para sacar y extraer talento de su entorno.
Olabe argumenta que la Real Sociedad se convirtió en un club pionero en 1996 al contratar una empresa externa para empezar a extraer datos del rendimiento de los profesionales. Un recurso que, defiende, multiplica los recursos de forma exponencial para un análisis transversal para el desarrollo futbolístico. “Queremos convertir a esos adolescentes en futbolistas y no hay mejor manera para medir los impactos generados que analizar los datos obtenidos de la evaluación permanente. Hay que tener una mirada transversal”.
Más que buscar un tipo de jugador o promover un tipo de juego —“nos identificamos con un modelo de posesión asociativo, pero los formamos para que se adapten en cualquier contexto”, aclara Azurza—, lo que se busca, en palabras de Olabe, es “asegurar la línea de sucesión”. Es decir, garantizar que los que vienen de abajo van a reforzar todas las posiciones del campo.
Y si repasamos los debuts más recientes, parece que lo han logrado: hay laterales como Andoni Gorosabel, centrales como Aritz Elustondo, medios de corte defensivo y otros de vocación ofensiva, como Martin Zubimendi o Jon Guridi, respectivamente, o un 9 puro como Jon Bautista, e incluso cracks en funciones tan específicas y difíciles de encontrar en el balompié como un número 10 que lleva el peso del ataque y define como Mikel Oyarzabal.
Uno de ellos es el extremo Ander Barrenetxea, que se estrenó con apenas 16 años y se ha consolidado entre los mayores dos temporadas más tarde. “Yo estoy aquí desde infantiles. Al final, si ves que se da confianza a los jóvenes, tú también tienes más confianza en que vas a poder llegar”, cuenta Barrenetxea a EL PAÍS.
Un modelo ganador
“Nuestro fin no es otro que competir con nuestros chicos en la élite. La vocación del club está muy arraigada y no es otra que la de promover el desarrollo de futbolistas”, dice Olabe.
Sus argumentos se apoyan también en la historia del club. Hasta el sonado fichaje del delantero centro irlandés John Aldridge en 1989, solo cinco extranjeros (los ingleses Simmons, Mac Guinness y Harry Lowe; el francés Calligaris, y el sueco Simonsson) habían vestido la camiseta blanquiazul. Además, el mejor plantel de la historia del club, el encabezado por Arconada, Zamora, López Ufarte y Satrústegui, que alzó dos títulos ligueros y una Supercopa, estaba formado íntegramente por jugadores vascos.
Un regreso a las raíces en una temporada en la que han jugado hasta 17 jugadores criados en Zubieta y en la que, además, según datos del Centro Internacional de Estudios Deportivos (CIES, por sus siglas en inglés), la Real Sociedad es uno de los cinco equipos de las grandes ligas europeas que más minutos ha dado a sus canteranos en el presente curso.
Al final, la base de éxitos como la clasificación para competiciones europeas, el liderato de LaLiga Santander durante varias jornadas o la disputa de una final copera, cuyo desenlace tendrá lugar este abril, se basan en el trabajo que se hace en el centro formativo. “Somos como una gran familia”, resumía recientemente Asier Illarramendi, el capitán donostiarra que creció en unas instalaciones que desde su inauguración en 1980 han alumbrado figuras de talla mundial como Xabi Alonso o Antoine Griezmann.