La mujer que entra en el vestuario del Leganés sin llamar
La única utillera de LaLiga Santander es, además, entrenadora del fútbol base pepinero y lleva a su equipo infantil los secretos que aprende con el técnico Pellegrino
Jara Cuenca (Leganés, 1991) se jacta de ser la única utillera de LaLiga Santander. Cumple esa función en el primer equipo del CD Leganés, desde hace cinco temporadas, con la misma naturalidad con la que se mueve por el Estadio de Butarque, que conoce desde el 14 de febrero de 1998, día de su inauguración. “Gracias a mi padre, Eduardo, yo era de las pocas niñas que iba siempre”, asegura. Por eso, el expresidente pepinero Jesús Polo la invitó a hacer un saque de honor en un Trofeo Villa de Leganés cuando apenas tenía 10 años. Tal vez, también por eso, no se sorprende tanto por estar en contacto con verdaderas estrellas del fútbol mundial como por haber conseguido un trabajo que le gusta “y cerca de casa”. Cuenca, que compaginó el curso de entrenadora con un máster de periodismo deportivo, está también a cargo del Infantil B del club, donde intenta transmitir los valores inherentes a la entidad entre adolescentes de 12 años: trabajo y humildad. “Aquí los chavales a los que entrenas saben hacer un control perfectamente, educarlos es más importante que enseñarles el fútbol”, afirma.
En el CD Leganés presidido por María Victoria Pavón, Cuenca era hasta este año la única mujer en la plantilla del primer equipo de fútbol masculino. Desde esta temporada los jugadores dirigidos por Mauricio Pellegrino cuentan también con una nutricionista, Bárbara Sánchez. “Creo que para ella adaptarse fue más fácil porque ya estaba yo”, reflexiona Cuenca. Según las plantillas publicadas en los sitios web de los equipos de LaLiga Santander, hay repartidas cinco mujeres en los 20 cuerpos técnicos profesionales de la máxima categoría. A Sánchez y Cuenca en Leganés se suman: Ana de la Torre (médica del Getafe), Marina Domínguez (fisioterapeuta del Real Betis) y Aurora Cid (nutricionista de la SD Eibar).
“La primera temporada no entraba al vestuario”, confiesa Cuenca. “Mejor dicho, entraba pero llamaba a la puerta”, dice. “¡Que pases!”, le decían, cansados, los futbolistas. “Al final algún día tienes que entrar. Y es verdad. Un día Juan [Domínguez, su compañero] se puso malo. Viajé sola. ¿Y qué haces? ¿Esperas a que se duchen todos para empezar a recoger? El bus saldría tres horas más tarde. Al final es algo normal. Ni ellos se tienen que asustar ni nosotras”, cuenta. Cuenca se detiene en la importancia de ampliar las posibilidades para las mujeres a otros puestos de una plantilla profesional. “La gente no se atreve a dar un paso en fisioterapia, por ejemplo, porque requiere estar aún más en contacto con los jugadores. Pero si trabajas con profesionalidad, como lo harías en tu clínica, y estás capacitada, ¿por qué no?”.
Con el entrenador argentino Mauricio Pellegrino, Cuenca y Domínguez, los utilleros del Leganés participan más del entrenamiento que con otros técnicos. “Mauricio nos pide ayuda también para montar el entrenamiento”, revela Cuenca, que así aprende nuevos ejercicios. Muchos de ellos los traslada todas las tardes, después del entrenamiento matutino del primer equipo, a su Infantil B. “Hay ejercicios que no puedes trabajar con niños, pero varios que sí se pueden adaptar”, explica. Y remata: “¡Yo empecé jugando con el 1-3-5-2 antes que Mauricio! Y ahora lo he cambiado a un 1-4-2-3-1 y él está con el 1-3-5-2”.
Detrás de las tácticas y de los esquemas, Cuenca repara en el ámbito humano. Está educando adolescentes. “Tienen 12 años, están en plena adolescencia. Cómo se comportan y saberlos llevar es más importante que el fútbol”, asegura. “También explicarles lo que queremos hacer el fin de semana en el partido y por qué hacemos los ejercicios que hacemos”, indica. “Es fundamental que entiendan qué objetivo tiene cada ejercicio y que sepan qué estamos haciendo en los entrenamientos. Puedes enseñarles automatismos, pero si no saben si hemos trabajado la presión o el repliegue, no vale”, analiza. Luego, todos los lunes exige a cada uno una valoración del encuentro del fin de semana. “Con el paso de los meses intentamos que sus evaluaciones cada vez sean más completas”, afirma Cuenca, que fue jugadora de fútbol hasta los 23 años.
Toda su familia es del Leganés de toda la vida y, aunque no puedan ocultar la ilusión que les genera ver a Jara en Butarque con las estrellas de la plantilla, ese no es su principal orgullo: “Al final tener trabajo es ya ser afortunado. Si estoy cerca de casa y estoy contenta, ellos van a estar contentos”. Después del ascenso a LaLiga Santander en 2016, Rubén Peña, que justo había dejado de pagar su piso, pidió permiso a Jara para dormir en su casa. “Cuando se lo dije a mi papá, flipó”, confiesa.
“Al final soy una compañera más”, dice Cuenca. “Creo y espero que mi caso pueda ser una motivación para el resto de mujeres que están estudiando y preparándose para dedicarse a esto y que también para los clubes sea un avance”, reflexiona. Por el vestuario pasa alguien en calzoncillos y grita: “¿Un reportaje?”. “Ahora bromearán toda la semana. Nos meten mucha caña a todos los del cuerpo técnico cuando nos hacen una entrevista: ‘Estás crecida desde que saliste en tal medio’, me dicen”.