Así me convertí en campeón del mundo de judo: el viaje de Niko de Georgia a Madrid
La exigente jornada de Nikoloz Sherazadishvili: de la carrera en ayunas a las siete de la mañana a entrenar hasta que su preparador decide que está satisfecho
Yo era el mejor. Ahora me enorgullece decir que Niko me ha superado con creces”. El madrileño Joaquín Ruiz Quino consiguió en 1991 llegar más alto que ningún otro deportista masculino español de judo al conquistar el subcampeonato del mundo. Y hasta finales de septiembre podía presumir de ello. Pero el mejor ahora es Nikoloz Sherazadishvili, un georgiano que llegó a España con 14 años y que Quino conoce a la perfección. Niko, al que define como “nuestro ángel”, se acaba de proclamar en Bakú campeón del mundo, y Quino tiene gran parte de responsabilidad: ha sido el entrenador que le ha formado. Es, además, uno de los campeones del proyecto LaLiga4Sports, que presta apoyo a 64 federaciones deportivas y 4.200 deportistas de alto nivel reconocidos por el Consejo Superior de Deportes (CSD) mediante la creación de un sistema de seguridad social.
Niko nació hace 22 años en Tiflis, la capital de Georgia, solo cinco años después de que la antigua república soviética se independizara. Con diez años pisa por primera vez un tatami y desarrolla la pasión por un deporte que ya llevaba en los genes: su padre fue un practicante de judo de cierto nivel y también jugó al waterpolo. En 2009 la familia decide trasladarse a vivir a España. Madre, padre, hermano mellizo, que va a probar suerte en las categorías inferiores del Atlético de Madrid, y Niko, que no quiere dejar de ninguna manera su recién iniciada carrera en el judo.
Niko solo piensa en entrenar. Alguien le habla de un gimnasio de Brunete (Madrid) “donde no se descansa nunca”. Y se presenta allí con 14 años y un castellano “regulero”. A Joaquín Ruiz no se le olvidará nunca ese momento: “Se asomó por esa puerta un chavalillo con 14 años, muy delgadito y dijo: ‘¿Puedo hacer judo con vosotros?”. Niko quería un sitio en el que entrenar a diario y lo encontró: “El entrenamiento se termina cuando yo considero que se ha entrenado lo suficiente y me siento satisfecho”, dice Quino, un hombre directo.
“Si entrenas lo mismo que los demás, nunca serás mejor que ellos”. Esta frase de Quino está colgada en el muro del gimnasio. Es prácticamente un mantra grabado a fuego para Niko, que entrena sin descanso de lunes a lunes. A las siete de la mañana, todavía en ayunas, corre 20 minutos. Desayuno y al gimnasio, toca físico: cargadas, dominadas, press de banca… y de ahí a comer. A las siete de la tarde comienza el entrenamiento técnico en el tatami del DojoQuino.. Repetir y repetir hasta interiorizar plenamente las técnicas y convertirlas casi en automatismos. El nage komi, que consiste en tirar al contrario al suelo una y otra vez, es la técnica más repetida en esta primera parte. Luego viene la lucha en suelo. Estrangulaciones, luxaciones, inmovilizaciones… y por fin el randori o técnica libre (palabra japonesa que significa literalmente “agarra la libertad”) y que, en definitiva, es el judo en su máxima expresión. En palabras de Quino: “Yo lucho contra ti y a ver quién es el más listo de los dos, quién está preparado y quién tiene mejor técnica”.
Niko viaja a las competiciones con todo el equipo nacional. Muchos de los que le acompañan son de su club de Brunete. Y las circunstancias que rodean al viaje son vitales. “Para nosotros son muy importantes las condiciones en las que nos trasladamos, llegar con tiempo a las competiciones, poder entrenar correctamente, aclimatarnos… Y esto ha mejorado mucho”.
Para un deporte minoritario como el judo, cualquier ayuda puede marcar la diferencia. Desde 2016, la ayuda de LaLiga4Sports ha sido clave para impulsar el deporte español. Niko valora mucho el respaldo externo: “En este sentido, el apoyo de LaLiga es muy importante, porque nos permite viajar más y en mejores condiciones”. Este es uno de los ejemplos de cómo el proyecto de la LaLiga4Sports apoya al deporte a través de sus entidades federativas mejorando las condiciones de los deportistas, tanto en el aspecto deportivo como en recursos, y potenciando el crecimiento conjunto de las propias federaciones contribuyendo de esta manera al desarrollo de la industria del deporte.
España siempre ha sido más prolífica en campeonas de judo. Miriam Blasco fue campeona del mundo en 1991 y medalla de oro olímpica en Barcelona 92. Le siguió Isabel Fernández, con un oro mundial, otro olímpico en Sídney 2000 y seis más en europeos.
Niko ve muy lejano aún el día de la retirada, pero no quiere dejar nada al azar. Próximamente comenzará sus estudios universitarios a distancia en la Universidad Católica de Murcia (UCAM) y ha dado rienda suelta a su faceta de emprendedor. Está a punto de lanzar una marca de ropa con un compañero del club: Lenit. Son prendas de ropa urbana (camisetas, sudaderas y complementos) y están fabricadas con algodón orgánico. ¿Dedicarse al judo en el futuro? “Veo el trabajo de Quino día a día, la responsabilidad que conlleva, la dedicación, el sacrificio. Es muy difícil estar a la altura. Las cosas o se hacen bien o no se hacen”. De momento, en el horizonte están los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Yo sinceramente y siendo objetivo veo a Niko campeón olímpico”, dice Quino. Sería el primer campeón olímpico masculino de la historia del judo español.