El Alavés hurga en la herida del Málaga
Edgar da la victoria al cuadro de Pellegrino en el último minuto de partido
El Málaga murió antes del decisivo gol de Edgar. En-Nesyri falló un cabezazo cantado ante Pacheco y en la jugada siguiente la corriente del Alavés se lo llevó mar adentro. Edgar, uno de esos delanteros que muestra lo que va a hacer pero siempre lo hace, decidió con la puntera un partido vibrante en el que el ‘efecto Míchel’ se quedó en el aire.
La Rosaleda observó cómo su nuevo entrenador sacaba y metía constantemente las manos en los bolsillos. En su debut como entrenador del Málaga, el técnico español mantenía como podía la compostura por mucho que el partido le incitase a descoserse los bolsillos. El Málaga, centrado en el pase, gustoso del movimiento al espacio libre, chocaba contra un muro bien revestido. El Alavés es un equipo compacto, de esos que parecen tenerlo todo controlado incluso antes de saltar al campo.
El equipo vitoriano vive, además, del buen gusto de Manu García y de los pulmones de Marcos Llorente. El mediocentro rubio es un caramelo para cualquier apoyo por arriesgado que parezca. Hay pocos futbolistas hoy día que cubran tanto espacio con una figura tan estilizada como la suya. Y cerrar esa vía es la mejor manera de hormigonar el esqueleto.
La solidez defensiva del Alavés, personificada mejor que nadie por en la pareja Feddal-Laguardia, terminaba con las aspiraciones del Málaga y frustraba a un Sandro desbocado. El central marroquí del Alavés se aprovechó de un cabezazo de su compañero en la salida de un córner para hacer el primero para su equipo con un disparo desde dentro del área.
Reaccionó el Málaga gracias a la vitalidad de Juankar y empató un encuentro que se le pondría de cara con la expulsión de Feddal, tan contundente en el cuerpo a cuerpo que el exceso de revoluciones lo mandó a la calle. Puedo llevarse la victoria el equipo de Míchel si el disparo cruzado de Sandro no se hubiera topado con el palo o si Pacheco no hubiera desviado con una estirada espectacular un gran disparo de Charles.
Con el equipo volcado al ataque, el Alavés trató de aprovechar los espacios al contragolpe, un arma de la que sacaría provecho después de que Deyverson le robase la cartera a Demichelis y Edgar, con un baile tan lento como elegante, regateara a Luis y sorprendiera a Kameni.
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