El futuro es redondo

Noche de transistores, pipas atravesadas en el estómago e ilusiones que se tornan laureles y batacazos, festejos y lágrimas. Es la jornada concluyente de la Liga, en la que no hay asueto y diez equipos aclaran su futuro. Las matemáticas riñen con las esperanzas, pero el balón no entiende de fórmulas. El futuro es redondo. Ganar o perecer. Poco más.

La otra gloria, migajas para el Barça y el Madrid, que se reparten inflexiblemente el botín de la Liga, queda para el puesto vacante de la Champions, toda vez que Emery firmó para el Valencia la tercera plaza como su adiós definitivo. Los aspirantes: Málaga (55 puntos), Atlético (53) y Levante (52). Sopla el viento a favor del equipo de Pellegrini, a un paso de validar su revolución petrolífera, pues depende de sí mismo porque le alcanzaría con el triunfo. A rebufo juega el Atlético, aún sin el salvoconducto europeo, por más que conquistara la Liga Europa. Y aguarda la chiripa el Levante, héroe del curso porque de equipo revelación ha pasado a mayúsculo, capaz de aguantar el tirón hasta el final. O casi. Porque tampoco tiene garantizada Europa: el Mallorca (52) le gana en el goal-average particular, pero se bate con el Madrid, campeón. Osasuna (51), en la retaguardia, también tiene un tíquet, por si la carambola se extiende y multiplica.

Del ensueño se pasa a la angustia con bajar la vista. Cinco juegan, dos purgan. En pocos kilómetros, los que van de Getafe a Vallecas, hay tres equipos con tiritera. El Rayo, que cuenta con el apoyo de la afición —200 hinchas invadieron ayer el entrenamiento para animar 15 minutos—, recibe al Granada, un funambulista porque siempre ha vivido en el alambre. La pelota también corre por las botas del Villarreal, poco dado al fango. Y se resisten a claudicar el Sporting —lo tiene más crudo que nadie— y el Zaragoza, que depende de sí mismo, una quimera hace poco. Una jornada por jugar. Un balón por rodar. Muchos futuros por aclarar.