Jesús Torres, compositor: “Si la ópera no se acerca a lo que sienten y padecen las personas en la actualidad, está bastante muerta”

El artista zaragozano estrena su obra ‘Tejas verdes’, en un programa compartido con ‘La vida breve’, de Manuel de Falla, este jueves en el Teatro Real de Madrid

Jesús Torres en su casa este jueves.Álvaro García

Jesús Torres (Zaragoza, 59 años) reconoce no estar acostumbrado a la atención mediática que en las últimas semanas ha recibido. Los ensayos, charlas y entrevistas “¡hasta con cinco televisiones!”, cuenta incrédulo, lo han alejado, aunque sea unos días, de su “muy recogida y austera” vida. Charla con tranquilidad, pantuflas puestas, mientras el culpable de su repleta agenda descansa sobre la mesa del estudio de su casa: el enorme pergamino, con más hojas de las que se puede contar, de Tejas verdes, su nueva ópera, basada en la obra homónima de ...

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Jesús Torres (Zaragoza, 59 años) reconoce no estar acostumbrado a la atención mediática que en las últimas semanas ha recibido. Los ensayos, charlas y entrevistas “¡hasta con cinco televisiones!”, cuenta incrédulo, lo han alejado, aunque sea unos días, de su “muy recogida y austera” vida. Charla con tranquilidad, pantuflas puestas, mientras el culpable de su repleta agenda descansa sobre la mesa del estudio de su casa: el enorme pergamino, con más hojas de las que se puede contar, de Tejas verdes, su nueva ópera, basada en la obra homónima de Fermín Cabal y con la que intercala poemas de Miguel Hernández, que estrenará este jueves en el Teatro Real de Madrid. Lo hará compartiendo programa con La vida breve, de Manuel de Falla, la ópera con la que el Real se reinauguró en 1997, pero que su autor, a pesar de su declarado deseo, nunca pudo ver estrenada sobre las tablas del teatro madrileño. “He tenido más suerte que él”, zanja el compositor zaragozano, ganador del Premio Nacional de Música en 2012. Y reconoce el deseo de volver pronto a su vida tranquila de compositor en su casa alejada del centro de Madrid y que comparte con dos gatas. Una de las cuales interrumpirá la conversación para exigirle, con rasguños en la puerta, que la deje salir al balcón a tomar el sol y, más adelante, para facilitar su regreso al templado piso.

Pregunta. ¿Cómo surge Tejas verdes?

Respuesta. Nace como un encargo del Teatro Real para estar al lado de La vida breve, de Falla, que solo dura 65 minutos. Nunca se encontró una obra que pudiera acompañarla y que tuviera sentido programarlas juntas, con una plantilla instrumental parecida y misma duración.

P. ¿La instrumentación es la misma?

R. En mi música la percusión tiene una gigantesca plantilla, eso ha sido uno de los elementos que hemos discutido con el teatro de manera amable. Al final ha quedado un foso perfecto con los instrumentos fundamentales que yo quería. La plantilla es igual, más algún instrumento añadido. Si Falla tiene celesta, yo tengo celesta y piano. Si Falla tiene dos arpas, yo solo tengo una. Añado dos instrumentos que en mi música están creando una sonoridad torresiana por decirlo así. Mi timbre personal: un saxofón y el acordeón. Además de la percusión: timbales, cajas, bombos, platos turcos, campanas japonesas, hasta cadenas de fábrica que golpean un plato metálico.

P. No son instrumentos que se escuchan habitualmente en el repertorio.

R. No, pero es que estamos en el siglo XXI. El repertorio de ópera es un 80% del siglo XIX. Hay algo que se va al barroco, y otro poco al siglo XX. Pero la tradición operística es muy breve: de Mozart a Puccini, digamos.

P. ¿Cómo abordar una composición sabiendo que será para algo tan específico, acompañar una ópera de Falla?

R. Yo no siento presión por estar al lado de la mayor gloria de la música española de los últimos siglos. No soy un jovencito que acaba de estrenarse en la música. No me produce un miedo terrible. Si a mí me llaman para escribir esto es porque piensan que tengo el suficiente valor para hacerlo, no nos andemos con falsa modestia, no me ha tocado la lotería. Tengo 136 obras escritas. No estoy comparándome, desde luego. Lo admiro, pero eso no me ha acomplejado.

P. ¿Tomó referencias de Falla para componer?

R. Hay una personalidad fuerte en mi música. Las referencias que puede haber, las hay como las hay en cualquier artista. Decía Cernuda que si tenías un 5% de personalidad ya eras un genio. Todo lo demás se debe a los demás. Evidentemente, hay muchas referencias en mi música, pero también hay algo, que yo creo que es mucho, que se debe exclusivamente a mí. Mi música puede tener algo reconocible de Falla en el intermedio, la parte orquestal. Pero no lo he imitado en absoluto ni parto de su música para hacer la mía.

P. ¿De qué otras referencias habla?

R. Puedo decir lo que no hay y a lo mejor así encontramos lo que sí. Tengo un interés gigantesco de que todo gire sobre el diatonismo, que es lo contrario del cromatismo, que ha sido el elemento predominante de la música desde el siglo XX hasta ahora. Mi mundo está bastante alejado de ese mundo. Hay una huida de un tratamiento vocal operístico del siglo XX derivado de la música alemana que puede tener un interés al cantarse en alemán, pero en castellano a mí no me interesa nada. A mí me ha dado pie a crear un mundo muy propio para el castellano, para musicalizar el castellano.

Un momento del ensayo general de la ópera 'Tejas verdes', de Jesús Torres.JAVIER DEL REAL (EFE)

P. ¿Como en la Zarzuela?

R. Claro, pero no es el ejemplo para mí. Es un género maravilloso en ciertos momentos, pero en muchos otros es un género espantoso. Por los textos fundamentalmente, son textos infames una buena cantidad de ellos. Está lleno de grandísimos compositores, pero no es un ejemplo para mí. Quizás miraría a la zarzuela del siglo XVIII, la primera, pero no tomó tampoco nada de ellos prestado.

P. ¿Cómo va a sonar su música entonces?

R. Es difícil explicar música que no hemos oído, pero será una música con elementos tonales, modales, politonales, incluso atonales, pero no tomando una tonalidad funcional, como pasa en la tradición.

P. ¿Algo más fácil de entender?

R. Cuando un aficionado ve una sinfonía que está en Re mayor, sabe que eso es algo, es un orden total. Yo no tengo eso, extraigo elementos de la tonalidad para hacerlos a mi manera, pero no son tonales. Además de eso, mi música está llena de contrastes grandes y bruscos. Pasar de una masa sonora de choques gigantes y violentos y disonantes a otros momentos, tiernos y con una sola voz que queda desnuda.

P. ¿Qué une a su obra con la de Falla?

R. El rol principal. Una mujer víctima de la represión social y otra víctima de la represión política. Tejas Verdes es un centro de detención en Santiago de Chile, después del golpe de Estado en septiembre de 1973. Colorina, la protagonista de mi ópera, es una mujer joven, detenida, violada y torturada por ser novia de un insurgente. Eso en la obra de teatro de Cabal. Yo no hablo de la dictadura chilena, la deslocalizo, trasciendo la época y el lugar y lo hago universal. Sirve para cualquier tipo de dictadura, de tiranía y de represión. Los personajes de las dos óperas están unidos por el dolor, el miedo y la falta de libertad.

P. ¿Qué pensó Cabal [fallecido en 2023] cuando sugirió sustraer Chile?

R. Él era un hombre de mucha personalidad, pero tenía lo mejor del mundo: todo te lo decía a la cara. De cínico no tenía nada, era transparente. Temperamental, pero fiable. Cuando hablamos del tema pensó que perderíamos la idea esencial. Pero le dije que ibamos a hacer lo más importante, que era mantener el discurso narrativo. La esencia del drama está. Solo que no aparece Pinochet, ni se dice weon, ni hay referencias políticas tan claras como había. La tiranía, el dolor y la represión, no es de un lado, es de muchos lados.

P. ¿Y cuándo surge Miguel Hernández?

R. El texto era muy duro, extremadamente duro, furioso, violento. Lo tienes que leer en trozos. Yo necesitaba momentos totalmente líricos que hablen de sus emociones, pero de una manera lírica.

P. Tanto en su ópera Tránsito como en Tejas verdes habla sobre la tiranía. ¿Es una forma de luchar contra el olvido?

R. Seguro que sí, claro está. Soy un lector de teatro, casi por obligación. El teatro que me interesa tiene esa raíz ideológica. De esto se habla mucho en la literatura y el cine en España. Están llenos de historias de la posguerra y de la guerra. Pero en la música cero, y en la ópera nada.

P. ¿Por qué cree que en la ópera no se ha tratado?

R. Yo soy el que está arrancando con esto, aunque te tengo que decir que tampoco lo he hecho porque no existiera. Lo he hecho porque he querido. Deber ser demasiado social, a lo mejor. No lo sé exactamente. No he visto a ningún compositor cuando hablo con ellos que les interese el tema. Incluso ha habido personas a las que les ha molestado. Creen que nosotros no debemos tratar temas políticos. Que debemos hablar de mitología y de las grandes figuras del pasado histórico y literario. Eso no da problema, te da seguridad. No es que yo quiera cambiar nada, los artistas no estamos aquí para cambiar nada, pero sí estamos para contar. Y de una manera artística, con belleza.

P. ¿Los temas de la ópera se han quedado arcaicos?

R. Eso es evidente. Si te pasas el día con temas muy antiguos, que interesaban en la antigüedad y no te acercas a lo que sienten y padecen las personas en la actualidad, a lo mejor está bastante muerta, sí. Y también hay que revolucionar el repertorio. Y que quede claro que no hablo de su calidad, no. Hablo de que, si hay una propuesta usual de una obra del repertorio, a mí no me interesa nada. Si me aporta algo escénicamente, es cuando puedo ver lo interesante.

P. ¿Cuál es el futuro de la ópera?

R. Yo llevo escuchando la muerte del compositor desde que empecé a escribir. Y ahora con la inteligencia artificial, vamos a desaparecer todos. Lleva desapareciendo todos los años. El arte seguirá mientras haya artistas que necesiten crear, ellos deciden qué es lo que va a existir o no. La ópera no desaparecerá, estará viva, mientras los compositores queramos seguir haciendo óperas y encontremos temas que estén vivos.

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