Manuel Andújar, el prosista del exilio y de la Guerra Civil
La Universidad de Jaén recopila en dos volúmenes 535 artículos, columnas, reseñas y otros textos publicados entre 1928 y 1939 por el autor de la trilogía ‘Vísperas’
“Todo comienza en el exilio, como el doloroso y tardío cumplimiento pleno de mi vocación de escritor”, escribió Manuel Andújar (La Carolina, Jaén, 1912-Madrid, 1994), considerado uno de los prosistas más destacados del exilio y de la Guerra Civil. Formado en el exilio, Andújar es conocido sobre todo por su trilogía Vísperas y su novela Historias de una historia sobre la Guerra Civil, pero ahora ha salido ...
“Todo comienza en el exilio, como el doloroso y tardío cumplimiento pleno de mi vocación de escritor”, escribió Manuel Andújar (La Carolina, Jaén, 1912-Madrid, 1994), considerado uno de los prosistas más destacados del exilio y de la Guerra Civil. Formado en el exilio, Andújar es conocido sobre todo por su trilogía Vísperas y su novela Historias de una historia sobre la Guerra Civil, pero ahora ha salido a la luz su obra menos conocida, aunque mucho más prolífica, al editar la Universidad de Jaén dos volúmenes que recopilan 535 artículos, columnas, reseñas, discursos y otros textos publicados entre abril de 1928 y enero de 1939 en los diarios UHP, de Lérida, y Las Noticias, de Barcelona.
“Son materiales que manifiestan con claridad algunas de las ideas y tempranas inclinaciones literarias de un jovencísimo Manuel Andújar”, señala Luis Antonio Esteve Juárez, autor de la edición de esta obra recopilatoria de lo que puede considerarse como la prehistoria del escritor carolinense. El grueso de estos escritos apareció durante la Guerra Civil en los diarios UHP, de Lérida, publicación de ideología marxista de la que fue jefe de redacción, y Las Noticias, de Barcelona. Así, en su sección titulada Paréntesis, del diario UHP, Andújar reconocía que “al margen de los partes de guerra y del clima, trataba de manifestaciones culturales y respondía a la sed de saber”, mientras que en La Calle plasmaba su “apasionado inquirir de las alteradas costumbres”.
“Manuel Andújar se había iniciado en el camino del periodismo, frecuentado por otros escritores desde el siglo XIX, y el hecho de que muchos de esos pasos estuvieran condicionados por la guerra no es motivo para silenciarlos o ignorarlos, porque el periodismo siempre está condicionado por la situación histórica”, sostiene Esteve. Manuel Culebra Muñoz, que siempre escribió bajo el seudónimo de Manuel Andújar, vivió en Linares (Jaén) y en Málaga y su infancia y adolescencia estuvo marcada por la poliomielitis que sufrió desde pequeño. Sus primeros escarceos literarios se publicaron en El Huerfanito, una revistilla del Colegio de Huérfanos de Médicos, a instancia del profesor Régulo Martínez, pariente de la familia. En 1931 pasó a formar parte de las Juventudes del Partido Republicano Radical-Socialista de Málaga.
Ya en Madrid, en 1934 empieza a militar en las Juventudes Socialistas y un año después comienza a trabajar como auxiliar administrativo del Catastro en Barcelona, donde mantiene su labor política. La sublevación militar del 18 de julio de 1936 le sorprendió en la sede del Sindicato de Banca, en la calle Vergara de Barcelona, junto a la plaza de Cataluña.
En la Guerra Civil se convierte en combatiente y se une en Lérida a la Columna Durruti. Colabora en los diarios Las Noticias y UHP, portavoces respectivos de la UGT y el PSUC. Y desde tierras catalanas no olvida sus raíces andaluzas y de ahí este párrafo del artículo Cal y sangre publicado el 20 de febrero de 1937: “De siempre fue Jaén, políticamente, brava. Los mineros de Linares y de La Carolina, aquellos otros encerrados en plena montaña de El Centenillo. Pulmones hechos trizas, riñones y bravos derrengados por la leva. El hombre se vuelve áspero y bronco, el hogar le repele, carece de la reposada alegría. La vida se reduce a ver pasar, con periodicidad, algún entierro”. Este artículo es una síntesis del ambiente de los pueblos mineros del norte de Andalucía, al igual que cuando se refería a la Andalucía la alta en referencia al bombardeo ordenado por Queipo de Llano sobre el santuario de Andújar, de donde adquirió ese topónimo como seudónimo literario.
Y antes de emprender el exilio tuvo tiempo de plasmar en otro artículo su idilio con la ciudad de Barcelona: “Tenemos la seguridad de que el espíritu liberal de Barcelona se instalará en los frentes para contender la ofensiva de esos dos países brutales que se dedican a propagar por el mundo la tristeza de la guerra”, escribía en La Calle el 14 de enero de 1939. A finales de enero de 1939 marcha al exilio, primero a Francia (al Campo de Saint-Cyprien) y luego a México, a bordo del buque Sinaia. Allí intensifica su producción literaria con novelas, cuentos, artículos, poemas y teatro, hasta su vuelta a España en 1964.
Regreso a España
Manuel Andújar fue, junto con Rafael Alberti, Jorge Guillén o José Bergamín, de los pocos que regresaron a España, aunque lo hizo de una manera discreta. El profesor Luis Antonio Esteve, que es miembro del Grupo de Estudios del Exilio Literario Español y está en poder de una tesis sobre Manuel Andújar, considera que el escritor jiennense expone su visión sobre las causas, desarrollo y circunstancias de la Guerra Civil, como la toma de posición de las potencias europeas, el entramado ideológico y económico del fascismo, el terror revolucionario, la preocupación por los niños y las mujeres, la situación particular de Cataluña y sobre acontecimientos o personajes del momento.
Andújar señalaba que en el exilio se produjo “el doloroso y tardío cumplimiento pleno” de su vocación de escritor. Pero, como indica Esteve, “ese cumplimiento pleno implicaba otro anterior e incompleto, unos primeros pasos que merecen, al menos, ser conocidos”. Se refería así Andújar a su faceta de periodista, de la que hablaba así en su artículo Ecos de guerra, publicado en UHP el 8 de octubre de 1937: “Los periódicos han de ser un reflejo fiel de los hechos, del curso de los acontecimientos, un espejo limpio de las luchas que el día trae y la noche lleva. Escuela camuflada de ágil actualidad, interpretación de realidades, expresión moderna, resumida y veloz, de la historia de nuestro tiempo. Pero cada publicación de este género responde a una concepción determinada, a una cualidad mixta de circunstancia y de lugar”.
Éxito televisivo
Con todo, la trilogía que más popularizó a Manuel Andújar, en parte gracias a su adaptación a la televisión a finales de los años ochenta, fue el ciclo Vísperas, formado por las novelas Llanura (1947), El vencido (1949) y El destino de Lázaro (1959). El nexo común de todas ellas es la doliente realidad histórica que se manifiesta en las injusticias que imperan en el mundo rural y contra los abusos del señorito andaluz.
“La voz metafísica de Manuel Andújar conmueve porque supo mirar adentro, hablar de la condición humana y asumir la libertad del poeta para crear la eternidad, una y mil veces”. Paul Aubert, catedrático de Literatura y Civilización Españolas Contemporáneas de la Universidad de Marsella, glosó de esta manera la obra y la vida de uno de los intelectuales y pensadores españoles más importantes del pasado siglo y, al mismo tiempo, de uno de los grandes olvidados. Lo hizo al participar, en 2013, en el seminario internacional con el que la Diputación de Jaén conmemoró el centenario del nacimiento de Andújar.