Batman triunfa sin Batman: el cine y las series se vuelcan con ‘Joker’, ‘El Pingüino’ y hasta el mayordomo Alfred
Warner ha convertido el universo del superhéroe en su icono más preciado, ahora que la secuela del payaso de Gotham y una serie de Max sobre otro villano coinciden en el tiempo
La fascinación por el universo de Batman en cine y televisión no tiene fin, incluso sin él en pantalla. Este viernes se estrena en salas Joker: folie à deux, película que da un giro al más famoso enemigo del superhéroe y a su novia Harley Quinn, mujer disfrazada de arlequín que protagoniza también filmes, cómics y series de televisión con su nombre. Mientras, en la plataforma Max, triunfa una ficción sobre otro de los mafiosos, El Pingüino, que, a su vez, fue secundario en Gotham, otra serie sobre el comisario de la infame ciudad. Es verdad que un filme sobre la enemiga/novia de Batman, Catwoman, se estrelló en taquilla en 2004, pero, por cada fracaso, hay numerosos éxitos. Una serie sobre los ayudantes adolescentes del hombre murciélago, Titanes, llegó a sobrevivir cuatro temporadas. Otra sobre la superheroína que viste su emblema, Batwoman, tres. E incluso la más atípica, Pennyworth, sobre la juventud de su mayordomo Alfred, alcanzó tres. Rizando el rizo, una ficción animada sobre las aventuras del coche de Batman, Batwheels, hace las delicias de los niños. Por si este triunfo no fuera suficiente, el enmascarado acaba de convertirse en el primer superhéroe con estrella en el paseo de la fama.
Los lectores de los cómics están acostumbrados a refugiarse en los recovecos de la ciudad gótica desde hace décadas, pero, en plena época de secuelas y franquicias en Hollywood, Warner ha hallado la receta audiovisual perfecta en la ciudad más famosa de los superhéroes. “La mitología de Batman y Gotham tiene 85 años. No solo está muy bien trabajada, sino que permite aproximaciones aparentemente contradictorias sin dejar de ser la misma. Y tiene una cartera de villanos casi más atractivos que el héroe”, explica el escritor e ilustrador David Rubín, que acaba de lanzar el episodio español de Joker: El mundo, que se desarrolla en Madrid: “Es tan permeable que permite muchas miradas. Desde la alocada serie de dibujos de Harley Quinn hasta la secuela del Joker, alejada de los tebeos y donde Batman no hace falta. El Pingüino se parece más a Los Soprano que a una de superhéroes. Gotham City es un personaje más del folclore, y en ella se ambienta cualquier historia”. Batman es ya el gran icono de Warner, su nuevo Bugs Bunny en un tiempo en el que el conejo ya no tiene empuje en la cultura pop.
Eso sirve de excusa a los creadores, además, para tener una marca detrás que venda proyectos de diversos géneros en una industria que castiga lo original. Ni siquiera importa que pese al estreno de la nueva Joker, secuela musical precisamente con muchas referencias a Bugs Bunny, la oscura saga The Batman de Matt Reeves ya esté ideando su propio payaso en el rostro desfigurado de Barry Keoghan. El público tampoco se lía con el personaje de Lady Gaga, aunque esté tan reciente Margot Robbie como Harley Quinn, a quien vimos en dos películas del Escuadrón suicida y Aves de presa. Ni tienen miedo de la que gente se confunda por que dos Joker se asomen a la cartelera. “En el 2000, el público ajeno se habría liado, pero hoy estamos tan acostumbrados al multiverso que ya no produce conflicto. Es consumir de distinta manera el mismo personaje”, apunta Rubín. No importan las contradicciones entre historias y tonos.
¿Es Batman, por lo tanto, lo peor de Batman? “Spider-Man y Batman tienen la mejor galería de villanos, pero mientras que con el primero empatizas porque es un pringado que no llega a fin de mes, me cuesta hacerlo con un multimillonario al que le gusta vestirse de velcro por las noches para golpear criminales. Sus mejores historias son las de sus villanos”, sostiene Rubín, cuyos malvados favoritos son Joker y Dos Caras, no tan aprovechado como el resto pero que aparece en la película ahora en cartelera. “Son los villanos, pero también su familia: Batgirls, los muchos Robins… de hecho, acaban de anunciar otra película, Dynamic Duo. Queremos saber más de ellos y su pasado, quizás hasta demasiado”, explica el guionista y agente de autores de cómics David Macho sobre esos secundarios creados por Bill Finger. Él reclama un policiaco de Gotham Central en los bajos fondos: “La ciudad es otro personaje. Es oscura y morbosa y eso atrae: ¿qué monstruo se esconde en el callejón? Nos llama más que la pureza de Metrópolis. La noche da para jugar con luces y sombras”.
“El cómic de los cincuenta dio para la visión camp de Adam West. Unos 20 años después llega Tim Burton y la serie animada de Bruce Timm (donde nació Harley Quinn) y le dan una vuelta. Batman puede darnos un tipo de historia, pero sus secundarios dan mucho más. Batman es una jarra donde hay muchos licores, pero el cóctel siempre funciona”, explica Macho, que da una fecha de inicio al fenómeno: “La batmanía aterriza en 1989, antes no se comía un colín. Hoy te asegura un público mínimo, y, al mismo tiempo, esa seguridad da pie a proyectos más arriesgados”.
Los villanos se han aprovechado mucho. Justo hace 10 años, se estrenó Gotham, serie que seguía los pasos del policía James Gordon (Ben McKenzie) por la corrupción de una ciudad que tenía en su elenco a unos jóvenes Enigma, Catwoman o Hiedra venenosa. Como en Joker, el rico heredero Bruce Wayne era adolescente; y comenzaba a probarse el traje en los últimos de los cinco años y 100 episodios de la producción. La ficción dejó, además, una de las versiones más alocadas y aplaudidas del payaso, con el rostro de Cameron Monaghan.
La serie se cruzó en el tiempo con Titanes, en la que Robin pasaba a convertirse en Nightwing y formar su propio equipo de superhéroes, que acabó incluyendo otros dos Robins. Aquí, en cambio, Batman era el veterano Iain Glein y ya había dejado los hábitos. Hay Bruce Waynes de todas las edades, incluso nonatos. Era el caso de Pennyworth, la ficción que convirtió al mayordomo Alfred en un joven agente del imperio británico en los sesenta. Allí se topa por primera vez en Londres con Bruce y Martha Wayne. Los padres de Batman tuvieron durante la serie una hija, la desaparecida hermana mayor. Para proyecto atípico está, eso sí, Hombre cometa, serie animada en Max, spin-off de la de Harley Quinn y para público adulto (con mucho sexo y tacos), que se desarrolla a lo Cheers en un bar de villanos secundarios de Gotham. O para Batwheels, una serie infantil sobre los coches de los superhéroes que ya tiene también sus versiones en cómic e ideada para vender juguetes.
Batman es el segundo superhéroe más consistente en la taquilla. Sus películas, según el portal The Numbers, suman unos 6.000 millones de dólares (5,4 millones de euros) a nivel global, solo superadas por las de Spider-Man, con unos 9.000 millones. La película que más dinero ha recaudado del murciélago sigue siendo el cierre de la trilogía de Christopher Nolan en El caballero oscuro: la leyenda renace, que logró 1,082 millones de dólares, aunque el primer Joker de Todd Phillips se quedó cerca pese a ser solo para adultos. Catwoman de Halle Berry es, en el otro extremo, el mayor fracaso. “No deja de ser una marca que produce muchísimos beneficios. Y, aunque el Joker puede ser antisistema, pertenece a una maquinaria a la cual esos discursos le importan tres pimientos”, explica Rubín.
Los cómics tampoco desaprovechan la oportunidad económica que les brinda Hollywood. Coincidiendo con la secuela de Joker, La editorial ECC aprovecha llenará las estanterías en septiembre y octubre de títulos del villano. Además del episodio español de Rubín, se publica el especial Joker: atrapar a un payaso, un coleccionable con las 10 historias más famosas del bufón, Joker/Harley Quinn: el abogado del diablo, Batman: la guerra del Joker y Joker: Año uno. Se unen a la reimpresión de miniseries como Pingüino: dolor y prejuicio y Batman/Catwoman, además de las regulares de Aves de presa, con Batwoman y Harley Quinn, Nightwing o Teen Titans Go!, y hasta un coleccionable cronológico de Batman.
Siempre hay un flamante tebeo de Gotham en la estantería, y otro autor que encuentra una nueva versión de los personajes que por ella pululan. Concluye Rubín: “Son iconos muy moldeables, donde dependiendo de época y autor habrá miradas distintas. El canon es tan variable que ninguna versión es definitiva. Y eso los hace inmortales”.