La estrella, que presenta en la sección oficial su segundo trabajo como director, ‘Modi’, una desastrosa aproximación a la vida de Amedeo Modigliani, vuelve a convertirse en el rey de los eternos retrasos
Si hay un mantra que rodea a quien trabaja con Johnny Depp (Kentucky, 61 años) es que es “un tipo dulce y delicado”. Desde el festival de San Sebastián, donde encontró una isla en la que refugiarse artísticamente tras la tormenta mediática que rodeó su enfrentamiento judicial con su exmujer Amber Heard y recibió el premio Donostia, aseguran que la negociación para que su segunda película como director, Modi, Three Days of the Wing of Madness, se proyectara en la 72ª edición fue muy sencilla: su propio equipo les llamó para enviarles el filme y que el comité valorara el drama, centrado en tres días claves en la vida del artista Amedeo Modigliani en el París de 1916. Sus dos actores protagonistas, el italiano Riccardo Scamarcio (con quien participó el día anterior en el programa El Hormiguero) y la francesa Antonia Desplat (hija del compositor Alexandre Desplat), hablan de alguien “muy profesional en el rodaje, que nunca llegó tarde, que alentó todas las improvisaciones”, que les dio la libertad.
Entonces, ¿qué pasa con Depp? En sus últimos pasos por España —dos estancias en San Sebastián, en 2020 como productor de Crock of Goldy en 2021 como ganador del premio Donostia en 2021, y otra más en el festival barcelonés de Sant Jordi en abril de 2021— llega siempre tarde a sus citas. En Barcelona el retraso fue de dos horas. Este martes, en su tercera estancia donostiarra durante el último lustro, las apuestas entre periodistas se centraban en saber si alcanzaría una hora de tardanza. Sí, entró a sus encuentros con la prensa con al menos 65 minutos de retraso, reventando agendas, reduciendo los tiempos de promoción y dejando con sonrisas congeladas a sus actores. Entre el numeroso séquito que le acompaña, falta aquel siervo que iba detrás de los emperadores y generales romanos cuando desfilaban triunfalmente y que les susurraba “Memento mori” (recuerda que eres mortal). La prensa internacional, al cambiar las condiciones de la promoción, que pasó de dos grupos con el director a una minirrueda de prensa de 20 minutos con Depp y los actores, decidió abandonar el encuentro con el equipo de Modi.
Puede que sea tan consciente de su mortalidad que a Depp ya todo le da un poco igual. Ante ocho periodistas españoles (solo hubo tiempo en nueve minutos para cinco preguntas por su discurso entrecortado y reflexivo), se confiesa feliz por cómo le cuida el festival de San Sebastián. “En mi caso fueron muy valientes en su apoyo en unos momentos tan confusos... especialmente para mí”. Depp echa a reír, mira a Desplat y Scarmacio, y prosigue: “El certamen ha optado por una línea cinematográfica, rechazando convertirse en un desfile de estrellas y alentando a los críos a ir al cine y a la gente joven a dirigir. Su amor por el cine es inspirador”. De ese pasado apunta: “Todos tenemos nuestra historia, y yo he acabado saliendo bien. De eso podemos aprender. Son tus galones y nunca hay que olvidarlos”.
Modigliani decidió en un momento dado destruir toda su obra, algo que recoge el filme. De esa epifanía salió un artista nuevo. ¿Alguna vez ha sentido algo parecido Depp? “Hubo un tiempo en que estuve más atento a los resultados en pantalla de mi trabajo. Ya no hago filmes para eso. Solo atravieso el momento”, balbucea entre risas. “Ya está, fue lo que fue”. ¿Y conectó con este guion por ser pintor? “Uf, eso es mucho. Yo pinto. De ahí a ser pintor... Modigliani creció como artista, y de una manera que devino en que era un hombre orgulloso de sus raíces. Hay que recordar que cuando se presentaba ante alguien decía: ‘Amedeo Modigliani, judío’. Eso es un hombre en su humanidad. Y esa sencillez, esa vuelta a sus raíces y su soledad vital, a la búsqueda de su arte, me inspira”.
El guion de Modi, un desastre de película que arranca con una mezcla de comedia slapstick y persecuciones a lo capitán Jack Sparrow de Piratas del Caribe y se desarrolla con las peores decisiones creativas posibles de Depp hasta llegar a que al público ni le interese el devenir de Modigliani, lleva décadas dando vueltas por Hollywood. El proyecto lo lideraba Al Pacino, que entendiendo que su edad imposibilitaba seguir en él, llamó a Depp para pasarle el testigo. “Cuando te telefonea Pacino es imposible rechazar la oferta”, explica. “Él vio algo en mí para hacerlo, y para aceptar el reto de llevar a la pantalla esos tres días”. En la secuencia clímax de Modi (que se estrenará en España a lo largo del primer semestre de 2025), el italiano sí se niega a aceptar una cantidad ridícula de dinero por parte de uno de los más grandes marchantes de la época, al que encarna... Pacino.
¿Por qué ha tardado tanto en dirigir Depp su segunda película? Desde The Brave (1997), que también coescribió y protagonizó junto a su idolatrado Marlon Brando, no había vuelto tras las cámaras. “The Brave fue un proceso complicado en el que me sentí más como un gestor, asumí demasiadas profesiones en un solo filme y tuve que equilibrar demasiadas fuerzas. Demasiadas matemáticas. Por eso nunca pensé mucho en volver a dirigir... hasta la llamada de Pacino”. En ese enfrentamiento de Modigliani con el poder establecido del mundo del arte, ¿puede sentirse como un paralelismo de Depp contra Hollywood? “Por supuesto [carcajada]. En la pintura como en el cine se unen el arte y el comercio. Modigliani vivió en ese rechazo un cuento de hadas al revés. El que haya vivido una experiencia de esa naturaleza entenderá dónde está la verdad. La maquinaria de Hollywood es tan... Ahora mismo estoy confundido porque ellos no me confunden. Al menos, sé que he aprendido y madurado. Tienes que coger lo que te pasa y aprender de ello”. Y se acabó.
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.