Javier Gallego ‘Crudo’ retrata una generación entre las drogas y el compromiso del 15-M
El periodista, conocido por su proyecto radiofónico ‘Carne cruda’, debuta como novelista con ‘La caída del imperio’, un relato sobre la juventud hedonista y precaria del siglo XXI
Leer la nueva novela de Javier Gallego (Madrid, 49 años), alias Crudo, es como estar drogado. Un grupo de amigos, que está dejando peligrosamente de ser joven, atraviesa un largo fin de semana, una retahíla de noches y mañanas madrileñas, de fiestas, amores, tensiones y resacas, en una época que se va quedando lejana: el fin de semana en el que prendió el movimiento de protesta ciudadana 15-M, en mayo de 2011. Hace unas semanas se celebró (es un decir) el décimo aniversario de la fundación de Podemos: esto...
Leer la nueva novela de Javier Gallego (Madrid, 49 años), alias Crudo, es como estar drogado. Un grupo de amigos, que está dejando peligrosamente de ser joven, atraviesa un largo fin de semana, una retahíla de noches y mañanas madrileñas, de fiestas, amores, tensiones y resacas, en una época que se va quedando lejana: el fin de semana en el que prendió el movimiento de protesta ciudadana 15-M, en mayo de 2011. Hace unas semanas se celebró (es un decir) el décimo aniversario de la fundación de Podemos: esto queda todavía más allá.
Un viaje frenético de drogas, música y garitos, de aliento desbocado. Cuenta el autor que una de las primeras personas que leyeron su novela calificó el libro como una mezcla de Historias del Kronen de Jose Ángel Mañas y El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio (hay reciente reedición en Cátedra), pasada por el tamiz de L’Estaca de Lluís Llach. Hay quien ve en este texto sordidez, hay quien vez nostalgia, hay quien ve poesía… De todo eso hay en La caída del imperio (Random House).
Pregunta. Crudas tardes. Podría parecer que la novela trata del 15-M. Pero no tanto.
Respuesta. Aparece la manifestación de aquel día porque es el hecho fundacional de una generación, la catarsis después de la crisis. Lo que quiero contar es el contexto político, social y personal de esos años a través de un grupo de amigos. Es una novela de personajes.
P. Y la manifestación aparece poco, y al final.
R. Sí, se dan paralelamente dos marchas. La marcha de los que están de after en una casa y los que participan de la marcha política. Se muestra ese dilema entre la evasión y la realidad: creo que es una generación que se ha movido entre esos polos. El hedonismo y el compromiso. La huida y el enfrentamiento.
Crudo recibe en su flamante local en la frontera norte del madrileño barrio de Lavapiés, en una esquina donde hace muy poco había una tienda de instrumentos musicales: todavía hay quien se pasa buscando cuerdas de violín. Pero ya es otra cosa: hay un estudio de radio, una distendida zona de oficina, al fondo una cocina con una mesa para comer, con su mantel de cuadros. En las paredes, coloridos pósteres de sus actividades, y otras actividades amigas. Mola. Aquí se realiza Carne Cruda, el ya longevo proyecto radiofónico (se emite desde 2008) sustentado por las cuotas de sus oyentes, por sus eventos en directo y algunas producciones externas. Sí se puede.
El 15-M fue, de hecho, importante para Carne Cruda, que pasó de dedicarse a la cultura alternativa para experimentar una mayor inclinación hacia un lado político que, por lo demás, siempre estuvo presente. Gallego alentó desde las ondas, sin remilgos y con entusiasmo, el movimiento de los indignados. Esa politización creciente provocó su salida de Radio 3 y su travesía por otros medios hasta llegar, Premio Ondas mediante, a esta independencia de la que aquí se sienten muy orgullosos: la República Independiente de la Radio.
P. ¿Es esta una novela generacional?
R. No lo creo. José Ángel Mañas escribió Historias del Kronen cuando tenía veintitantos años, y transmite lo que es la juventud de la época. Yo esta la escribo, durante ocho años, cuando ya paso de los cuarenta. Es una novela que reflexiona sobre la juventud, pero a toro pasado.
P. Dicen que uno solo se da cuenta de lo que es ser joven cuando deja de serlo.
R. Es cierto. Y estos personajes más bien se resisten a dejar de ser jóvenes, como les pasa a varias generaciones ahora. Pero no solo por hedonismo: es imposible dejar de ser joven cuando sigues dependiendo de tus padres y de tus abuelos, cuando es difícil emanciparse o tener hijos. No siempre es una eterna juventud deseada. Eso sí, muchos de nosotros somos ya viejos y nos seguimos vistiendo con ropa juvenil y roquera.
Los peter panes de Gallego se patean los bares clásicos del Madrid nocturno: la sala Sol (donde, este miércoles, por cierto, se presentaba el libro con una lectura dramatizada y una reunión del antiguo grupo de Crudo, Forastero), la Wurlitzer, la Vía Láctea o el muy añorado Templo del Gato. Para los que no estuvieron en el Rock-Ola en los 80, se recrea aquí otra Movida de las muchas que hay y ha habido en Madrid y de las que no se habla tanto. El estilo del libro colabora al ruido y la furia de la noche y la ebriedad, y recuerda a sus anteriores obras poéticas como El grito en el cielo o Abolición de la pena de muerte (ambos publicados por Arrebato); y a sus editoriales radiofónicos. Crudo es Crudo.
Una poética muy sensorial, muy visceral, muy sonora; que también replica algunos elementos de vanguardia lingüística, muy ad hoc para plasmar la experiencia drogata. O las aventuras situacionistas de algunos de los personajes, que tienen un grupo de contestación artística radical y poética en la línea de Adbusters o The Yes Men. La poesía se ve también en referencias, veladas o no, a Jaime Gil de Biedma, Ted Hughes o William Carlos Williams. Y la música y el sonido chorrea por doquier, no en vano Crudo es radiofonista, músico y poeta: un hombre oreja.
P. El underground, que ya no se sabe si hay.
R. Sigue habiendo underground: los jóvenes músicos que hacen música con pocos medios. La diferencia es que ahora no es por convicción: la gente busca emular al rapero millonario. Antes podías ser un vendido, ahora quieres venderte. Vivimos en una época escaparate, las redes te incitan a ser conocido, influyente, a tener seguidores. Antes lo prestigioso era estar fuera del radar, ahora es estar en el centro del radar.
P. Uno de sus personajes, Juan Cuervo, es detenido por vender droga... y es hijo de un gerifalte socialista.
R. La generación del 15M ha estado marcada por el conflicto generacional. Con la particularidad que se pedían cuentas a los padres progresistas, no conservadores, que habían traicionado ese discurso. ¿Qué había pasado con el Estado del Bienestar cuando íbamos a vivir cada vez peor? Se vio como un engaño, cuando se prometía una vida digna si uno estudiaba una carrera. En el libro, el padre reivindica una Transición que se hizo como se pudo, pero el hijo la critica como inacabada y maltrecha.
P. El 15-M empezó entonces, luego las cosas pasaron como pasaron y ahora estamos aquí. ¿Cómo estamos?
R. Estamos en un momento político que tiene que ver con el cierre de un ciclo vital generacional. A mucha gente le ha dejado desencantada porque cuando aspiras a todo y te quedas a medio camino… Pero la vida es la gestión de las expectativas y si pensamos en lo que ha cambiado, es muchísimo. Sin aquello no existiría la pluralidad, la visibilidad de los discursos al margen de lo hegemónico o la manera de pensar el país y el sistema en muchos aspectos.