Carrera contrarreloj en el Museo Británico para recuperar piezas robadas durante años por un trabajador
La institución despide al empleado y abre una investigación interna, paralela a la policial. Se descarta que la motivación sea política
El Museo Británico ha iniciado una carrera contra el tiempo para recuperar valiosas piezas robadas por un miembro de la plantilla durante años, en lo que se considera ya el mayor incidente de seguridad en más de una década. El trabajador ha sido despedido y la Policía Metropolitana investiga el caso, aunque de momento no se ha producido ningún arresto. Por ahora, tampoco se han distribuido imágenes del material desaparecido, que data de entre el siglo XV y el XIX, para no dificultar el rescate de los artefactos, entre lo...
El Museo Británico ha iniciado una carrera contra el tiempo para recuperar valiosas piezas robadas por un miembro de la plantilla durante años, en lo que se considera ya el mayor incidente de seguridad en más de una década. El trabajador ha sido despedido y la Policía Metropolitana investiga el caso, aunque de momento no se ha producido ningún arresto. Por ahora, tampoco se han distribuido imágenes del material desaparecido, que data de entre el siglo XV y el XIX, para no dificultar el rescate de los artefactos, entre los que, según ha explicado el museo, figura joyería de oro, cristal y piedras preciosas.
La prioridad más urgente es hallar las piezas antes de que salgan del país, o incluso de que sean destruidas. Fuentes próximas a las pesquisas citadas por el diario The Daily Telegraph descartan que el saqueo responda a motivos ideológicos, o políticos, como la repatriación de los objetos a sus países de origen. Expertos de arte asumen que son irremplazables, si bien el museo no ha querido precisar públicamente su valor, como tampoco especificar cuántos faltan. Según ha informado en un comunicado, se encontraban en los depósitos de la institución, con fines académicos y de investigación, y algunas piezas fueron también dañadas. La institución tiene 80.000 expuestas, pero cuenta con millones más en su colección.
La dirección ha confirmado también que emprenderá acciones legales contra el individuo acusado del pillaje, pero no ha aclarado cuáles eran sus funciones, ni su rango profesional. Su despido se produjo antes incluso de que el museo contactase con Scotland Yard y se estima que el caso podría haber comenzado, como mínimo, en 2019. El descubrimiento, sin embargo, no ha tenido lugar hasta este año, según reconoció el presidente del museo, George Osborne, hasta 2016 ministro británico de Finanzas.
En paralelo al proceso policial, la institución ha ordenado una revisión independiente en materia de seguridad, para la que ha nombrado a Nigel Boardman, un exconsejero, y a la comisaria jefa de la Policía Británica de Transporte, Lucy D’Orsi. Un portavoz ha admitido que el alcance del saqueo formará parte de esta investigación interna y expertos de la industria asumen que las autoridades desconocen con precisión hasta dónde ha llegado el incidente. Oficialmente, el proceso criminal ha sido asumido por el Comando de Crimen Económico de la Policía Metropolitana y el hecho de que no haya difundido ni imágenes, ni descripción del material, sugiere que podría tener una idea del paradero del material y que considera que podría recuperarlo.
Para el Museo Británico, la prioridad pasa por obtener los objetos de vuelta, tanto como por reforzar la seguridad para evitar que se repita un suceso similar. El director del museo, Hartwig Fischer, ha emitido una disculpa pública y ha ratificado que se ha reclutado a expertos externos para elaborar la “lista definitiva” de qué falta, qué está dañado y qué se ha robado. “Esto es un incidente altamente inusual. Sé que hablo por todos los que trabajamos aquí cuando digo que nos tomamos la protección de todos los objetos con extrema seriedad”, ha reivindicado con un mensaje en el que ha defendido también la “determinación de corregir esto”.
Desde una perspectiva histórica y arqueológica, las piezas se consideran invaluables, pero no es la primera vez que se produce un caso similar. En 2011, había desaparecido un anillo de Cartier valorado en 750.000 libras (unos 877.000 euros), cedido por un donante anónimo y guardado en un área no accesible para visitantes. Hace casi 20 años fueron robadas piezas de joyería china que databan de entre el siglo VIII y el XV, y en 2002, una cabeza de mármol griega de 2.500 años de antigüedad, después de que una de las galerías quedase sin supervisión. Su valor se estimaba en unas 50.000 libras (58.500 euros) y se suma a la desaparición de objetos romanos, fundamentalmente monedas y medallas, en décadas anteriores.
El caso actual coincide, además, con un periodo especialmente complicado para el Museo Británico, en plena búsqueda de director, después de que Hartwig Fischer anunciase a final de julio que en 2024 dejará el cargo. Su sustituto recibirá una herencia complicada, con el creciente debate sobre la repatriación de controvertidos objetos como los mármoles del Partenón y polémicas como la generada por el patrocinio de BP, que ha disparado las críticas por la asociación de una institución cultural con un gigante del petróleo.