Las 10 mejores canciones del verano de todos los tiempos en España (y su historia)
27 periodistas culturales de EL PAÍS votan los temas más relevantes de un género que desde hace cinco décadas proporciona una divertida competición cuando llega la canícula. Los lectores tienen la última palabra: vota tu preferida
El rock ha muerto a manos del reguetón, apenas se editan discos físicos, los músicos han sido sustituidos por las máquinas en los conciertos y los chavales de 16 años no han escuchado a los Beatles en su vida (y no quieren). Incluso la Inteligencia Artificial ha empezado su conquista mundial por las canciones. En este presente apocalíptico para ese arte tan maravilloso que se llama música lo único que permanece inamovible es un concepto: la canción del verano. Cuando se acercan julio y agosto emerge triunfante con la seguridad de que nadie la va a derribar. El origen se encuentra en Italia, cuando en los años sesenta la industria musical de allí montó el concurso Un disco per l’estate (Un disco para el verano), que designaría eso, la canción del verano. En España comenzó a jugarse con ese concepto en la misma década, pero fue en los setenta cuando los grupos y los solistas empezaron a componer para triunfar durante el verano. La llegada de Los 40 Principales fue un gran trampolín para designar al campeón.
Durante más de 50 años ha habido de todo, desde temas pachangueros que desafiaban al buen gusto a canciones de calidad que dignificaban el concepto. En los dos casos el objetivo era el mismo: hacer bailar a la gente en la época más relajada y fiestera del año. Todavía no sabemos cuál será la canción del verano de este 2023. Nosotros hemos querido rendir tributo a este género votando las 10 mejores de todos los tiempos en España. 27 periodistas y colaboradores de este periódico han votado y este es el resultado. Solo tenemos que lamentar una ausencia, la de uno de los reyes del invento, Georgie Dann, al que le ha perjudicado su amplia producción, ya que sus votos se han dispersado entre El bimbó, El chiringuito o La barbacoa. Sirva este comentario para honrar su labor en este terreno.
Una selección realizada con las votaciones de 27 periodistas y colaboradores culturales de EL PAÍS: Raquel Vidales, Diego A. Manrique, Guillermo Altares, Gregorio Belinchón, Laura Fernández, Íñigo López Palacios, Raquel Peláez, Fernando Navarro, Xavi Sancho, Jacinto Antón, Ana Marcos, Ricardo de Querol, Juan Carlos Galindo, Nerea Basterra, Guillermo Alonso, Fernando Neira, Sergio C. Fanjul, Carlos Primo, Katy Lema, Manuel Morales, Silvia Hernando, Miguel Ángel Bargueño, Álex Vicente, Bea G. Aranda, Joseba Elola, Patricia Casas y Carlos Marcos.
Empezamos la relación en sentido inverso. La mejor aparece al final del artículo...
10. ‘Bailando’, Enrique Iglesias (2014)
Antes de que se convirtiera en una tendencia casi obligatoria, Enrique Iglesias ya practicaba el featuring. O sea, las colaboraciones: canciones a dúo, trío, cuarteto… Cuando Bad Bunny era poco conocido y empezaba su carrera discográfica allá por 2018, Iglesias le llamó para participar en El baño. Así de pionero en este asunto es el madrileño. Pero estamos en 2014. Iglesias, una estrella en todo el mundo menos en su país, se junta con músicos cubanos como Descemer Bueno (compositor del tema) y Gente de Zona para interpretar este Bailando. ¿Es un reguetón? No exactamente: más flexible y picando de otros estilos, como un estribillo claramente pop. Un híbrido de pop latino. La letra es tan ligera como se pide a este tipo de canciones. Y funciona, vaya si funciona: 739 millones de reproducciones en Spotify.
9. ‘Ojalá que llueva café’, Juan Luis Guerra (1989)
Hasta en tres ocasiones se cita a Juan Luis Guerra en esta selección. En el puesto cuatro encontramos un tema suyo, La bilirrubina; Rosalía nombra al dominicano como influencia en su Despechá, en el puesto cinco, y este Ojalá que llueva café, que alcanza la novena posición. Un merengue que se le ocurrió a Guerra visitando Santiago, la segunda ciudad más poblada de República Dominicana. Allí fue a encontrarse con un folclorista, que introdujo al cantante en la poesía de campo de la zona. Entre los versos que le mostró encontró la expresión “llover café”. Se quedó seducido por esa imagen y armó la canción. En el ecuador de la pieza surge un puente que el cantante reconoció que estaba influido por las producciones de George Martin con los Beatles (se entiende cuando se escucha). Un tema cálido, bailable y delicioso, un canto a la naturaleza y la gente humilde que trabaja en el campo. Una maravilla.
8. ‘Eva María’, Fórmula V (1973)
En julio de 1973, Eva María llegó a número uno de los sencillos más vendidos en España. Ahí se mantuvo hasta finales de septiembre. Ese verano ninguna canción se escuchó más. Hoy, en 2023, muchas orquestas mantienen este tema en su repertorio debido a su enorme aceptación. Fórmula V se disputó con Los Diablos durante varios años en los setenta el cetro de la canción del verano. Eva María está compuesta por Pablo Herrero y José Luis Armenteros, autores de la mayoría de los éxitos del grupo, además de ideólogos del concepto. ¿Qué concepto? Canciones alegres, sencillas, al estilo de las llamadas bandas chicle (o bubblegum) de Estados Unidos, como The Archies o The Monkees. Además de Eva María, Fórmula V consiguió otros éxitos que los talluditos reconocerán: En la fiesta de Blas, Cuéntame (sí, la sintonía de la famosa serie), Vacaciones de verano o Tengo tu amor. En los noventa, los dos rivales de los veranos de los setenta (Los Diablos y Fórmula V) se unieron en un grupo llamado Fórmula Diablos. Pero esa historia ya no tenía tanta gracia.
7. ‘Yo quiero bailar’, Sonia y Selena (2001)
Estamos en 2001. El primer Operación Triunfo satura el mercado y deja tierra quemada a su paso. Triunfan la uniformidad en las voces, las letras simples y la producción en cadena. Por aquí aparecen los que mejor se mueven en este contexto: los hermanos Ten (Xasqui y Toni), que desde su base catalana diseñan canciones y artistas y los graban según van saliendo de su primera clase de canto. Trabajan a destajo con los triunfitos para la discográfica Vale Music. Y tienen tiempo para aventuras paralelas. ¿Que llega el verano? Busquemos algo tipo... Sonia y Selena. Rubia-morena, bailarinas, sin experiencia… Las dos se conocieron en el estudio, así de planeado estaba todo. Les hacen Yo quiero bailar y arrasan. “Cuando llega el calor, los chicos se enamoran. / Es la brisa y el sol. / Yo quiero bailar toda la noche, ¡eh!”. El mercado estaba receptivo a este tipo de canciones epidérmicas, ligeras y tan bien moldeadas para el verano. Tanto que para muchos se ha convertido en un clásico y por eso está en esta lista. Sonia y Selena duraron como dúo solo un año y unos meses. ¿Qué pasó? “Incompatibilidad de caracteres”, que diría el clásico.
6. ‘Ritmo de la noche’, Mystic (1990)
Ritmo de la noche guarda una historia llamativa. El grupo alemán Chocolate graba en 1990 Ritmo de la noche, una canción (muy) inspirada en I Go To Rio, de Peter Allen, de 1976. Allen fue un cantante australiano de discreta carrera en solitario y compositor solicitado para artistas como Frank Sinatra, Olivia Newton-John o Christopher Cross. Después de Chocolate la grabó un dúo belga, Mystic, formado por Mark Wade y María Chica Sánchez. Detrás de ellos estaba Simon Cowell, célebre ejecutivo de la industria del entretenimiento en busca de propuestas comerciales y jurado temido de programas a la caza de talentos musicales como Factor X. Ritmo de la noche fue un éxito en las pistas de baile, pero Cowell metió la pata al decidir que una modelo (y no el grupo) protagonizara el vídeo. No lo advirtió, evidentemente para hacer creer que esa cara bonita era la cantante de Mystic. Cuando se descubrió, fue el final de la breve carrera del dúo belga. Pero existe un capítulo más. En 2011, unos Coldplay ya megafamosos publican Every Teardrop Is a Waterfall, un tema que imita el piano de Ritmo de la noche, de Mystic, que a su vez lo copió del de Chocolate, que a su vez se inspiró en I Go To Rio. Un efecto dominó en el que todos se llevaron algo de dinero salvo el origen de todo: Peter Allen, el que se inventó la melodía para I Go To Rio, murió en 1992 con 48 años.
5. ‘Despechá’, Rosalía (2022)
Cuando se creía que la canción del verano ya no tenía remedio, que estábamos condenados a escuchar vulgaridades poco soportables en estado sobrio, llega ella y lo pone todo patas arriba. Despechá sublima el término canción del verano y lo lleva a otra dimensión. Empezando por su concepción. Rosalía comenzó a probarla al inicio de su gira del disco Motomami. Nadie la había escuchado, pero concierto tras concierto se fue convirtiendo en una de las preferidas de la audiencia, impulsada por los vídeos que publicaba en TikTok la propia cantante. Ni siquiera tenía nombre. Hasta que en la parada de la gira en Madrid, Rosalía hizo una votación entre las 15.000 personas que llenaban el recinto y allí mismo quedó bautizada: Despechá. Semanas después lanzó la canción oficialmente cuando ya era un éxito. Sublime estrategia. El vídeo es otro alarde, esta vez de empatía con este tipo de canciones: la playa, las patatitas, las señoras charlando, los niños jugando, el parchís, el jamoncito… Un verano a la española por la reina de lo posmoderno con un contagioso ritmo y con una letra motomami. “Hay muchas formas de estar Despechá, en este tema es desde la locura y la libertad, sin reservas ni arrepentimiento”, comentó la cantante sobre la pieza. Dijo que una de las inspiraciones para el tema había sido Juan Luis Guerra. Y esto nos lleva a la siguiente canción…
4. ‘La bilirrubina’, Juan Luis Guerra (1990)
Una letra de éxito improbable, con un puñado de términos médicos poco sugerentes: suero, inyección, fiebre, radiografía, cirugía, rayos X, catéter, insulina… Pero el dominicano Juan Luis Guerra es un maestro en poetizar los asuntos más variopintos por el lado de la sensualidad y el galanteo. La bilirrubina (un pigmento amarillo que se genera en los glóbulos rojos) se incluyó en el disco más exitoso de Guerra, Bachata rosa. El dominicano ya venía lanzado del anterior álbum, Ojalá que llueva café (1989), pero con Bachata rosa llegó al número uno en ventas en varios países latinoamericanos. Guerra ponía oficialmente de moda la bachata y el merengue a principios de los noventa y conseguía que los tiesos cuerpos europeos se dejasen llevar por este irrefrenable ritmo.
3. ‘Un rayo de sol’, Los Diablos (1970)
Pocos temas tan asociados al verano en España como Un rayo de sol, sobre todo para los que fueron padres durante el baby boom y, por extensión, para sus propios hijos. Un rayo de sol tiene un origen curioso. El sello EMI trabajaba con un músico francés llamado Daniel Vangarde. Su misión era mandar canciones a la discográfica que se adaptaran al perfil de los diferentes intérpretes de su catálogo. Pidieron a Vangarde un éxito para Tony Ronald, y envió Fernando, que ya había sido grabada por una cantante francesa un año antes. EMI no la vio mucho para Ronald y se la cedió a Amado Jaén, bajista y compositor de los catalanes Los Diablos, que la adaptó al castellano incorporando lo de “un rayo de sol, oh oh oh”. La publicaron en 1970 y fue un exitazo. Se les olvidó un detalle: firmársela a Vangarde. El francés obviamente reclamó y llegaron a un acuerdo —en muchos sitios, incluido Spotify, aparece como Un rayo de sol (Fernando)—. Le incluyeron en los créditos, cobró y algo más: desde entonces formó una provechosa alianza con Jaén y fueron durante los setenta compositores de muchos éxitos, para Los Diablos y otros músicos.
¿Y qué es Un rayo de sol? Pues una canción facilona, de ritmo simple, que huele a crema solar y sabe a sangría. Carece de aspiraciones mayores y no las necesita: póngala en una fiesta estos días (gente joven incluida) y ya verá cómo bulle aquello.
2. ‘Hay que venir al sur’, Raffaella Carrá (1978)
Y llegó Raffaella Carrà y dio por inaugurado el despiporre nacional en un país que todavía (año 1978) andaba aturdido y contrito tres años después de la muerte del dictador. “Sin amantes, quién se puede consolar. / Sin amantes, esta vida es infernal”. Y más: “Para hacer bien el amor hay que venir al sur, lo importante es que lo hagas donde quieras tú. / Y si te deja no lo pienses más, búscate otro más bueno”. O sea, eso que se ensalza tanto hoy, 45 años después: una mujer empoderada y liberada sexualmente gritándolo a los cuatro vientos. Hay que venir al sur es una adaptación de un tema que Carrà cantó en italiano, Tanti auguri (Felicidades), escrito por dos eficaces compositores italianos, Gianni Boncompagni y Daniele Pace. Aunque el mensaje es parecido, la original, en italiano, ofrece una visión ligeramente más poética (“qué bonito es hacer el amor desde Trieste para abajo. / Lo importante es hacerlo siempre con quien quieras”), que la picantona adaptación al castellano. El concepto del pasarlo bomba en el “sur” (de Europa: Italia, España, Portugal) solo se dio en la española. Carrà contaba con un equipo de adaptadores al castellano (en este caso fue el experimentado Manolo Díaz; también estaba Luis Gómez Escolar) que se amoldaba al contexto comercial español.
Musicalmente es una pieza de euro-disco (aquel género que impulsaron talentos como Giorgio Moroder o Cerrone) muy de la época (finales de los setenta), con un puente instrumental de guitarras españolas un poco rumbero. Hay que venir al sur fue una de las piezas favoritas de Carrà (Bolonia, 1943- Roma, 2021), que no dejó de interpretarla. Tuvo también mucho éxito en países latinoamericanos, empáticos con la reivindicación de un fogoso sur.
Y la mejor: 1. ‘Escuela de calor’, Radio Futura (1984)
Decía el añorado Enrique Sierra que no sentía especial atracción por los guitarristas virtuosos. “No me gustan los largos solos. La guitarra está para acompañar a la voz, para ensalzarla”, insistía este innovador de las seis cuerdas. Pocas veces unos dibujos a la guitarra posicionaron tanto un estado de ánimo: es escuchar el punteo de Sierra en el inicio de Escuela de calor y remitirse ineludiblemente al verano, a la canícula y a “las piscinas privadas” donde “las chicas desnudan sus cuerpos al sol”, como define la letra. Escuela de calor se incluye en el segundo disco de Radio Futura, La ley del desierto / La ley del mar. Para los tres integrantes fundamentales de la banda (los hermanos Auserón, Santiago y Luis, y Enrique Sierra) se trata del primer trabajo de Radio Futura. Siempre renegaron de Música moderna (1980), el inicio de su carrera. Aquellos Radio Futura formaban un colectivo impulsado por el polifacético Herminio Molero. A pesar del cariño que tiene el aficionado a temas como Enamorado de la moda juvenil o Divina, el trío ni siquiera lo consideró como un disco suyo. Sin el arrebato intelectual que definió a Radio Futura, aquellas canciones con Molero siempre les parecieron frívolas. Tras la salida de Molero, cuatro años de negociaciones para dejar todo atado legalmente y mucha carretera, el grupo editó el exuberante La ley del desierto / La ley del mar. Existe en el álbum una influencia de bandas como Talking Heads, The Cure o Joy Division, pero con letras en castellano y la firme intención de crear algo que podríamos denominar como rock latino.
No hay referencias a la playa en una Escuela de calor que se inspiró más bien en la periferia madrileña, los barrios, en las casas de ladrillo rojo azotadas por el ardiente sol de julio y agosto. La canción fue elegida en el número ocho en el especial de la edición española de la revista Rolling Stone, Las 200 mejores canciones del pop-rock español. En aquel número, Santiago Auserón explicó lo que buscaba con Escuela de calor: “Quería meter el castellano en una rítmica afroamericana. En esa época tocábamos con pulsión casi punki, pero queríamos que tuviese una subdivisión funk. Y entre el punk y el funk queríamos que el castellano se expresase con libertad”.
Escuela de calor ha quedado en la historia del pop español como una canción del verano inteligente y urbanita con impronta poética. Y, sobre todo, como un himno generacional que aguanta sin perder brillantez el paso del tiempo.
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