Muere Zé Celso, dramaturgo y referencia de las artes escénicas en Brasil y fundador del Teatro Oficina
El actor fallece a los 86 años en São Paulo tras sufrir quemaduras provocadas por un incendio en su vivienda
Hace exactamente un mes que el dramaturgo José Celso Martinez Correa, conocido como Zé Celso, una auténtica referencia de la escena en Brasil, pasaba el testigo del Teatro Oficina al actor y su compañero de vida, Marcelo Drummond, 60 años, en la sede de la compañía, en São Paulo. “Algún día moriré, para garantizar la continuidad del teatro me voy a casar con Marcelo Drummond”, explicaba entonces en una entrevista con este di...
Hace exactamente un mes que el dramaturgo José Celso Martinez Correa, conocido como Zé Celso, una auténtica referencia de la escena en Brasil, pasaba el testigo del Teatro Oficina al actor y su compañero de vida, Marcelo Drummond, 60 años, en la sede de la compañía, en São Paulo. “Algún día moriré, para garantizar la continuidad del teatro me voy a casar con Marcelo Drummond”, explicaba entonces en una entrevista con este diario, dos días antes de la celebración de su unión amorosa. Pero nadie esperaba que el dramaturgo más relevante de Brasil acabara sus días tan pronto. Falleció este jueves a los 86 años tras un accidente doméstico.
El fuego de un incendio causado por una estufa eléctrica durante la madrugada del pasado martes quemó el 53% de su cuerpo. Desde entonces, estaba ingresado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital das Clínicas, en São Paulo. La información sobre su estado de salud iba siempre acompañada de esperanza: “A pesar de ser un caso grave, queremos que todos crean profundamente en la capacidad de Zé, que tiene la fuerza y las ganas de vivir suficientes para superarlo”, pedía la médica y actriz Luciana Domschke en las redes del Teatro Oficina el martes, tras hablar con el equipo médico que lo atendía.
Zé Celso fue uno de los fundadores del Teatro Oficina en 1958 y hasta ahora ha estado al frente. Estos días estaba inmerso en la adaptación teatral de A Queda do Céu (La caída del cielo), libro de las conversaciones del chamán yanomami Davi Kopenawa, grabadas por el antropólogo francés Bruce Albert. Ya habían empezado los ensayos y Zé trabajaba hasta por videollamada con una alegría y fuerza contagiosas.
El líder del Teatro Oficina es una de las figuras más destacadas y vanguardistas de la cultura brasileña desde los años sesenta. El grupo teatral que lideraba empezó a ser reconocido internacionalmente en 1967, tras la presentación de su versión de O Rei da Vela, del escritor Oswald de Andrade. Fue la incursión en la escena teatral del tropicalismo, movimiento cultural vanguardista surgido al comienzo de la dictadura militar (1964-1985), que proponía innovaciones estéticas radicales y fusionaba la cultura tradicional brasileña con tendencias extranjeras de la época.
El actor nunca abandonó su vocación por la libertad y la transgresión, el Teatro Oficina siempre estuvo politizado. Tampoco durante los años del Gobierno liderado por Jair Bolsonaro, que eliminó el Ministerio de Cultura, perdió las ganas de luchar ni su optimismo. “Le dije a la gente: vamos a dejar de llorar, ¡volvemos a hacer Roda Viva!”, contaba pocos días antes de su accidente fatal. Roda Viva fue una pieza clave, que consolidó el Teatro Oficina. Es el primer texto teatral de un joven Chico Buarque, que a los 24 años le pidió a Zé Celso que lo dirigiera. Se estrenó a inicios de 1968, meses antes Ato Institucional Nº5 (AI-5), que inició el periodo más violento y represivo de la dictadura militar brasileña.
Zé Celso fue una de las personas torturadas por la dictadura y se vio forzado a exiliarse entre 1974 y 1979. A su vuelta a Brasil, continuó el trabajo incansablemente y la compañía pasó a llamarse Teatro Oficina Uzyna Uzona en 1984. “Uzyna es el lado serio, racional y Uzona el lado libre, poético, desorganizado, sexual… Una explosión”, explicaba Zé Celso en mayo con una mirada llena de vida y alegría, antes de acudir a una sesión de fisioterapia. Los dolores corporales que lo limitaban esas semanas no lo detenían y asistía a diversos estrenos por el país. “Incluso estando en silla de ruedas, subió al escenario. Estaba débil, pero con una mirada luminosa nos contó su proyecto actual, en el que iba a trabajar con muchos indígenas”, explica el actor Thiago Meiron, que estaba entre el público en el estreno de Esperando a Godot en Belo Horizonte, el pasado 12 de mayo. Al escenario subieron también las madres de CUFA (Central Única das Favelas), a las que Zé Celso había invitado. Para muchas era su primera vez en el teatro. Acercar lastres escénicas a personas de cualquier clase social es una de las vocaciones fundamentales del Teatro Oficina.
“Sus innumerables luchas fueron siempre una afirmación renovada del sí, contra todo lo que nos dice no. La imagen de ese hombre, a los 86 años, ensayando por ordenador es una de las visiones definitivas del arte y la pasión”, sostiene el director de arte Thales Junqueira, en uno de los muchos mensajes de homenaje posteriores a la noticia de su fallecimiento que circulan ahora por redes. “Nuestra fénix acaba de partir hacia la morada del sol”, despiden al artista soñador. “Zé es eterno”, dicen y es que el legado que deja con el Teatro Oficina trasciende su cuerpo.
El edificio del tradicional barrio de Bixiga, en el centro de São Paulo, está protegido como patrimonio desde 1983. La arquitecta italo-brasileña Lina Bo Bardi, que trabajó mano a mano con Zé Celso durante años, fue la responsable de que se abriera al exterior, rompiendo sus muros. Como dicen sus admiradores, el dramaturgo trasciende su vida corporal, seguirá viviendo en cada uno de los rayos de sol que traspasan las paredes del Teatro Oficina.