Primavera Sound Madrid afronta el reto de los 37 kilómetros
La primera edición madrileña del festival barcelonés pone buena parte de sus energías en el plan de movilidad, conscientes de lo que más retrae al público es desplazarse hasta Arganda del Rey. Entre las 200 actuaciones destacan las de Rosalía, Blur o Depeche Mode
La hierba artificial ha aguantado 11 años, desde el último festival Rock In Rio, que se celebró aquí en 2012. Las alteraciones climatológicas, nevada Filomena incluida, no han podido con el resistente césped sintético. Y como la naturaleza mantiene una potente capacidad de supervivencia, el subsuelo de tierra ha dado vida a unas margaritas que se abren paso entre la hierba artificial. De las cenizas de aquel Rock In Rio (tres ediciones: 2008, 2010 y 2012) se levanta hoy Primavera Sound ...
La hierba artificial ha aguantado 11 años, desde el último festival Rock In Rio, que se celebró aquí en 2012. Las alteraciones climatológicas, nevada Filomena incluida, no han podido con el resistente césped sintético. Y como la naturaleza mantiene una potente capacidad de supervivencia, el subsuelo de tierra ha dado vida a unas margaritas que se abren paso entre la hierba artificial. De las cenizas de aquel Rock In Rio (tres ediciones: 2008, 2010 y 2012) se levanta hoy Primavera Sound Madrid. Se llama la Ciudad del Rock y se localiza entre Arganda del Rey y Perales de Tajuña, a 37 kilómetros del centro de Madrid. Decir que se encuentra en mitad de la nada se ajusta bastante a la realidad.
Almudena Heredero (Madrid, 51 años), directora de un festival que arranca su parte principal este jueves y completa tres jornadas (8, 9 y 10), pasea por la lona sintética y mira el inmenso terreno protegiendo sus ojos con una gafas de sol. Faltan unos días para la celebración del evento (este diario visitó el lugar la semana pasada) y la vida de los madrileños vive de tormenta en tormenta. “Seguramente lo que más me preocupa ahora es que llueva torrencialmente. Si llueve poco, será molesto, pero mira cómo aguantan en Glastonbury. Pero si se desata una tormenta…”. No quiere terminar la frase. Prefiere ver cómo se abre el cielo y reina el sol.
Dentro de unas horas esta superficie de 350.000 metros cuadrados (similar a 6,3 estadios Camp Nou) recibirá a miles de personas para disfrutar del primer Primavera Sound Madrid, después de que la nave nodriza, la edición de Barcelona, haya cumplido su edición número 21 hace solo una semana. El cartel es prácticamente el mismo en las dos ciudades: Blur, Rosalía, Depeche Mode, Kendrick Lamar, Calvin Harris… 207 conciertos en 12 escenario. ¿El precio? 335 el bono de los tres días y 132 la entrada para una jornada. El festival ofrece un aperitivo especial este miércoles con el recital de Pet Shop Boys en el estadio Metropolitano; además se han venido celebrando conciertos en varias salas de la ciudad.
Con la llegada de Primavera Sound a la capital se confirma que una ciudad que parecía hostil a la celebración de espectáculos musicales al aire libre hoy los recibe con los brazos abiertos. Mad Cool, Tomavistas, Rio Babel, Bombastic, Noches del Botánico, Puro Latino, Gigante, DCode, Reggaeton Beach Festival… son algunas de las convocatorias que tendrán lugar en la capital a partir de ya y hasta septiembre. “Madrid ha tenido altos y bajos en su relación con los festivales. Hubo una época en la que parecía que por parte de las instituciones no había interés en apoyarlos, pero ya llevamos unos años en los que los acogen de forma positiva. Las Administraciones ven que tienen muchos beneficios económicos y culturales”, cuenta Heredero.
Primavera Sound desembarca en la capital por su afán de crecer. El festival cree que existe público suficiente para dos ediciones y así lo desarrolló en 2022, con dos fines de semana en Barcelona. Sin embargo, los desencuentros con las instituciones de la capital catalana por esta ampliación les empujaron a buscar otra ciudad para replicarlo. La hallaron en Madrid. O, para ser más exactos, a 37 kilómetros de Madrid. “Vimos otras posibilidades en el centro de la ciudad, pero no hay muchas. Recintos del tamaño y las condiciones de la Ciudad del Rock no existen en Madrid. Hablamos de un espacio para 12 escenarios, con un horario amplio, de 16 a 6 de la mañana. Solo lo encontramos en Arganda”, explica. De camino en coche hacia la Ciudad del Rock, la directora y los periodistas nos hemos encontrado con unas obras en la carretera que dejan circulable solo un carril provocando un atasco. Heredero se precipita: “Estas obras estarán solucionadas para cuando empiece el festival. Todos los carriles serán operativos”.
Aquí entramos en la gran preocupación de la organización y en el principal inconveniente de los aficionados a la hora de comprarse la entrada: esos 37 kilómetros que separan Madrid de Arganda. El reto de la organización es convencer a miles de amantes a la música de que esto no se va a convertir en un miniWoodstock y que acceder será relativamente tranquilo. Consciente de la importancia de resolver la movilidad, el festival lleva trabajando un año con una empresa de ingeniería de transporte especializada en movimiento de masas. La conclusión principal del estudio lo cuenta Heredero: “Apostar por el transporte colectivo. Hemos creado un sistema de autobuses que salen desde el Metropolitano, que es el único espacio en Madrid que puede acoger un volumen de vehículos como el que vamos a mover. Estamos hablando de 100 autobuses gratuitos circulando continuamente desde las tres de la tarde a las ocho de la mañana. A la vuelta harán parada también en Plaza de Castilla y Méndez Álvaro”. La directora asegura que, sin tráfico, se tardan unos 35 minutos desde el Metropolitano al festival. Han llegado a un acuerdo con Taxi para tener una buena flota de coches y un precio de entre 55 a 65 euros el trayecto, con posibilidad de compartir. No hay acuerdo con ninguna VTC, aunque, obviamente, el que lo desee podrá contratar estos vehículos. ¿Posibilidad de acudir en coche particular? Sí, si se precontrata con el festival y solo para 5.000 plazas.
Aquí se trata de leer bien la situación: cuanta más gente acuda al festival, más va a costar sacarla de allí. Seguramente juegue a favor de un traslado sin aglomeraciones que la organización no espera las 80.000 personas que puede albergar el recinto. Se han puesto como objetivo 40.000 por jornada. Cuando se pregunta a los responsables cuántas entradas se han vendido ya, a cinco días del comienzo, no ofrecen información precisa: “Daremos las cifras cuando termine el festival. Pero está en la línea de lo que nosotros esperábamos”. ¿Podemos traducirlo en números? “Nuestra política es ofrecer cifras al final del festival, pero estamos contentos”, responden.
La organización no ha querido realizar especificaciones entre la sede madrileña y la barcelonesa. Por ejemplo, puesto que Arganda está lejos y hay espacio de sobra, plantear una zona de acampada no hubiese sido descabellado. Pero para ellos no es una opción. Tampoco valoran cambios en el cartel, teniendo en cuenta la fama rockera de la capital. Pero sí, el público tendrá diferente perfil. Mientras que en la pasada edición barcelonesa el 55% fueron extranjeros (tradicionalmente han sumado el 70%, pero este año ha bajado), con mayoría británica, en Madrid los nacionales supondrán el 55%. En la edición capitalina, además, se despachan muchas más entradas de día que en Barcelona, donde se apuesta por el bono de las tres jornadas.
Unos 5.000 trabajadores se emplean a fondo para sacar adelante esta primera edición y el presupuesto es de 65 millones de euros, compartido por las dos sedes. Aleix Ibars, jefe de prensa de esta edición, sonríe cuando comentamos la presencia de los eurovisivos Måneskin en un cartel que siempre se basa en la exquisitez y la modernidad. “Yo estuve un año y medio en la sección de contratación del festival [unas 15 personas] y es un trabajo muy divertido. Cada uno defiende sus propuestas y lo que parece en un primer momento que no es Primavera, al rato resulta que sí”. A su lado, Almudena Heredero asiente.
La directora comenta que nunca ha necesitado dormir muchas horas, que con cinco o seis está fresca, pero que estos días descansa menos. “Me levanto de madrugada y me acuerdo de que se quedó un mail pendiente de enviar”, dice. Una de sus grandes ilusiones es debutar como directora con su hijo Lucas, de 16 años, como público. “Está loco por ver a Kendrick Lamar”, cuenta. También está previsto que acuda Isabel Díaz Ayuso. Por dos razones: la Comunidad que ella preside tiene acuerdos con el festival y porque es seguidora de Depeche Mode.