La gloriosa voracidad de Pablo Milanés

Criticó la realidad cubana con la frustración que producen los sueños rotos. Pero recordaba luego que era “un simple músico”. Eso sí, un músico voraz

Pablo Milanés visto por Sciammarella.Foto: SCIAMMARELLA | Vídeo: EPV

Al final, la etiqueta de la Nueva Trova cubana resultó ser más un lastre que una sinergia. En la mente de buena parte del público de fuera de la Isla, Pablo Milanés, fallecido este martes en Madrid, y Silvio Rodríguez eran una especie de pareja de hecho en lo artístico, con canciones de uno que se atribuían al otro. Y no, aunque sí aunaron esfuerzos en proy...

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Al final, la etiqueta de la Nueva Trova cubana resultó ser más un lastre que una sinergia. En la mente de buena parte del público de fuera de la Isla, Pablo Milanés, fallecido este martes en Madrid, y Silvio Rodríguez eran una especie de pareja de hecho en lo artístico, con canciones de uno que se atribuían al otro. Y no, aunque sí aunaron esfuerzos en proyectos seminales como el Grupo de Experimentación Sonora de Leo Brouwer, que combinaba educación y creación, superando carencias inauditas: “Llegamos a tocar con un bajo eléctrico, que a falta de cuerdas, utilizaba cables telefónicos”.

Hoy sabemos que las posiciones frente al poder de Pablo y Silvio no coincidían. Ni las aspiraciones artísticas. Con una discografía torrencial, Milanés alternó las labores de cantautor —adaptó incluso a Nicolás Guillén o José Martí— con catas en zonas olvidadas de la música popular cubana, dedicando numerosos volúmenes al bolero, al estilizado filin y a la vieja trova oriental. Fue rescatando a maestros jubilados como Lorenzo Hierrezuelo, Luis Peña, Octavio Sánchez Cotán y, sí, también a Compay Segundo, a los que reivindicó y relanzó ante el estupor del oficialismo cubano, que tendía a mirar con sospecha aquella “música prerrevolucionaria”. Lo que no le impedía trabajar con artistas jóvenes como Raúl Torres, Isaac Delgado o su hija, Haydée Milanés.

Pablo Milanés, durante una actuación en noviembre de 1987. El cantautor ha muerto este martes de madrugada en Madrid a los 79 años, después de que se agravase su estado de salud debido a una enfermedad oncológica.Bernardo Pérez
Desde la izquierda, Caco Senante, Pablo Milanés y Joaquín Sabina, durante la presentación del disco 'Igual que ayer' en Madrid en abril de 1995. Milanés es una de las grandes voces cubanas de todos los tiempos, el creador de canciones de amor inolvidables como 'Yolanda', 'Ámame como soy' o 'El breve espacio en que no está', que son ya himnos; un músico admirado y querido por sus compatriotas y también por importantes artistas de todos lados que hicieron suyas sus letras y lo llamaban, sencilla y cariñosamente, Pablo, o Pablito.
Milanés musicalizó de muy joven los versos de Nicolás Guillén y José Martí (nada menos) y fue pilar y fundador destacado del movimiento de la Nueva Trova cubana, que deslumbró al mundo en los setenta, y en el que no le gustaba que lo encasillaran, pues su sensibilidad y su obra iban mucho más allá. En la imagen, el artista, fotografiado en Madrid en abril de 1994. Santi Burgos
Actuación de Pablo Milanés y Víctor Manuel en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, en septiembre de 1995. El cantautor también fue el cultivador brillante del 'filin' (de 'feeling', sentimiento), del bolero y de la música tradicional cubana, el que primero rescató del olvido a viejos trovadores, como Compay Segundo, y sirvió de puente en su país entre generaciones y estilos, reconocido por su talento como uno de los grandes cantautores en lengua española.Santi Burgos
Milanés (Bayamo, 1943) recibía desde hace unos años tratamiento médico en España, donde residía con su familia. El artista cubano deja un notable legado de canciones formidables y cerca de 60 discos que lo sitúan entre los nombres indispensables y más universales de la música iberoamericana. En la imagen, actuación de Milanés en Málaga en julio de 1993.Julián Rojas
Joaquín Sabina y Pablo Milanés posan juntos en la sala Caracol de Madrid en septiembre de 1997. La belleza de su voz privilegiada y su don para la interpretación, que le permitía llegar a registros donde la mayoría no alcanzaba, unida a su forma poética de decir, de aparente sencillez, pero cargada de una profunda sensibilidad que tocaba el alma con independencia del motivo que lo inspirase, marcaron a generaciones de cubanos y latinoamericanos.Santi Burgos
El cantautor posa durante una entrevista en Madrid, en julio de 2003. Su música tuvo también fuerte arraigo en España, donde era bien conocido, y hasta en el pueblo más recóndito donde se presentara, jóvenes, medios tiempos y mayores se sabían sus letras. Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Ana Belén o Víctor Manuel son algunos de los artistas españoles que grabaron sus canciones y colaboraron con él. Santi Burgos
En su continente, figuras como Chico Buarque, Gal Costa, Armando Manzanero, Mercedes Sosa, Fito Páez, o salseros como Andy Montañez o Gilberto Santa Rosa, entre muchos otros, estaban entre sus devotos e hicieron lo propio. En la imagen, el músico cubano, fotografiado en un hotel en Madrid en julio de 2003. Santi Burgos
Pablo Milanés canta junto a su hija, Suylen, durante un concierto en el Teatro Nacional de Cuba, el 28 de diciembre de 2005, en La Habana. Milanés fue galardonado con el Premio Nacional de la Música de Cuba 2005. Alejandro Ernesto (EFE)
El escritor colombiano Gabriel García Márquez (izquierda), tras entregar a Pablo Milanés la medalla Haydee Santamaría, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba, en marzo de 2007, en La Habana.Alejandro Ernesto (EFE)
Pablo Milanés, retratado en julio de 2008. Además de músico, Pablo Milanés era sobre todo cubano ciento por ciento y ciudadano, y sus posiciones comprometidas le conectaron todavía más con ese público que lo adoraba y que para él era su razón de ser.Bernardo Pérez
El cantautor, durante un concierto en La Habana (Cuba) en agosto de 2008. Claudia Daut (REUTERS)
Cuando en los días previos al agravamiento de su enfermedad, ortodoxos de aquí y de allá lo criticaron por “contrarrevolucionario”, los cubanos salieron en tromba a defenderlo: Pablo es Cuba, dijeron masivamente. En la imagen, Milanés, en julio de 2015.Carlos Rosillo
Milanés fotografiado en su casa, en diciembre de 2015. El cantautor trasladó su residencia a España hace varios años para recibir tratamiento médico, aunque nunca olvidó a su gente y volvía siempre que podía a cantar y a ver a sus amigos. Llevaba un riñón trasplantado, que le donó su esposa, Nancy Pérez Rey, gallega y madre de sus dos últimos hijos, Pablito y Rosa.Uly Martín
Víctor Manuel besa a Pablo Milanés, durante el concierto del Festival La Mar de Músicas, en Cartagena (Murcia) en julio de 2017. El pasado verano, ya muy enfermo, quiso viajar a la Isla con su familia para ofrecer a su público un concierto memorable que fue toda una declaración de amor, y una despedida. Marcial Guillén ((EPA) EFE)

A principios de los noventa, en el terrible Periodo Especial, Milanés apostó por dinamizar el panorama cultural cubano. No se podía hablar de “sociedad civil”, pero montó la Fundación Pablo Milanés, que quería aprovechar la infraestructura existente para presentar nuevas propuestas. Así, se empeñó en llevar grupos de rock foráneos a la isla: en 1995, montó una gira con Los Ronaldos, sin voluntad comercial. Los visitantes descubrimos entonces que el aparato castrista no era monolítico: unos funcionarios estaban por la labor y otros practicaron el arte de las zancadillas. Finalmente, los españoles pudieron tocar en el inmenso Teatro Karl Marx habanero, pero resultó imposible trasladar a la troupe a capitales de provincia, como estaba previsto. Un desastre económico que Milanés superó con humor: “Yo quería que los rockeros cubanos dominaran los códigos del rock internacional, pero el que tenía que aprender la realidad cubana era yo”.

Una realidad que criticaba con la frustración que producen los sueños rotos. Pero recordaba luego que era “un simple músico”. Eso sí, un músico voraz, que llegó a trabajar mano a mano con jazzmen como Chucho Valdés o Emiliano Salvador. Que conste que su última entrega discográfica, de 2019, se tituló precisamente Standards de jazz.

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