Joyce Carol Oates: “Expongo el horror añadido de la violación de la víctima por el público”

La veterana autora estadounidense publica ‘Violación. Una historia de amor’, una novela que entra de lleno en un asunto ladeado en el mundo del arte, las pantallas y la cultura en general

La escritora estadounidense Joyce Carol Oates, en entrevista en 2017 Bilbao.Fernando Domingo-Aldama

La crudeza de la violación —y especialmente todas sus consecuencias— ha sido un tema generalmente ladeado en el mundo del arte, las pantallas y la cultura en general, por elegir un verbo capaz de contener varias opciones: en ocasiones frivolizado; en general marcado por estereotipos; y a veces, omitido como concepto, como esos cuadros de Tiziano o Rubens en los que los sátiros “poseen” a Diana y sus ninfas cuando no parece que ellas estén disfrutando mucho. Varias series y libros como Believe Me, El cuento de la criada, Laëtitia o el fin de los hombres o Anatomía de un escándalo ...

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La crudeza de la violación —y especialmente todas sus consecuencias— ha sido un tema generalmente ladeado en el mundo del arte, las pantallas y la cultura en general, por elegir un verbo capaz de contener varias opciones: en ocasiones frivolizado; en general marcado por estereotipos; y a veces, omitido como concepto, como esos cuadros de Tiziano o Rubens en los que los sátiros “poseen” a Diana y sus ninfas cuando no parece que ellas estén disfrutando mucho. Varias series y libros como Believe Me, El cuento de la criada, Laëtitia o el fin de los hombres o Anatomía de un escándalo han renovado con éxito la representación de la violación en la estela del movimiento Me Too, pero hay una pionera que merece un alto en el camino.

Es Joyce Carol Oates, la veterana autora nacida en Lockport (Nueva York) hace 83 años, cuyo libro Violación. Una historia de amor (Contraseña) llega a España como un aldabonazo en la puerta de estos tiempos en los que crecen las manadas y el acto del consentimiento debe ser protegido por ley ante quienes aún mantienen dudas. Pero, atención, Violación… no es un libro escrito al calor del MeToo y una nueva sensibilidad ambiental, sino en 2004, cuando seguramente la receptividad era diferente o menor. Joyce Carol Oates responde por correo electrónico a EL PAÍS.

Cuando una comunidad se vuelve contra la víctima y la opinión pública se pone del lado de los violadores, la situación se vuelve especialmente trágica
Joyce Carol Oates

— Lo escribió mucho antes del MeToo. ¿Hemos aprendido al fin a hablar de abusos y violaciones?

— Hemos aprendido, pero solo hasta cierto punto. En EE UU hay muchas fuerzas reaccionarias que pretenden recortar los derechos de la mujer y que desearían hacernos retroceder a los años cincuenta.

En realidad, la autora había abordado este mismo tema en Qué fue de los Mulvaney y I’ll take you there, pero hasta Violación… no había tratado “esa experiencia traumática de un modo tan directo, enfocando la novela desde la escena misma de la agresión, con sus innumerables consecuencias no solo para la víctima, sino también para su hija y quienes la rodean”. “Cuando una comunidad se vuelve contra la víctima y la opinión pública se pone del lado de los violadores, la situación se vuelve especialmente trágica”.

Katie Douglas es la protagonista de 'Believe Me', inspirada en la historia de Lisa McVey.

Ese es precisamente el valor de esta novela corta cuyo primer capítulo se titula precisamente: “Se lo tenía merecido”. Una madre joven, guapa y separada decide atajar de vuelta a casa tras celebrar el 4 de julio y se adentra con su hija por el camino del lago. El asalto salvaje de una pandilla de la zona a la mujer hasta dejarla hecha trizas, la experiencia de la niña escondida entre las barcas y las voces siguientes que tratan de culparla por borracha, por atractiva, por sola, por buscahombres y tantas cosas que nos suenan se convierte en manos de Oates en una destilación de la peor cara que puede adoptar la sociedad ante el sufrimiento de una víctima. “Aún es bastante habitual que se culpe a la víctima del crimen que ha sufrido”, dice Oates. “Si la sociedad encuentra una forma de culparla, la culpará, porque cuesta mucho derrochar ciertas emociones como la simpatía y la piedad. Incluso hoy, en 2022, una víctima de violación en EE UU es reacia a denunciar por miedo a la recriminación. Hay escandalosas historias de violaciones en el ambiente militar y de mujeres castigadas con severidad por hablar claro”. Por ello en este libro ha querido “exponer el horror añadido: la violación de la víctima por el público”.

— ¿Y qué significa este libro para usted, personalmente?

— Toda mi literatura de ficción tiene una conexión personal y privada que se encarna en la historia a corta distancia. Hay muchas formas de violación, incluida la del alma.

El libro de Carol Oates aterriza en un momento en que la violación ha encontrado una nueva forma de narrarse en el universo audiovisual, analiza Fátima Arranz, socióloga y profesora de la Complutense, autora de un informe exhaustivo, Estereotipos y relaciones de género en las series nacionales. “Hoy vemos un avance, hay series internacionales trabajando estos temas con un tratamiento distinto de las mujeres ante la violencia”, asegura, en las que “aparecen al fin mujeres de verdad y no tontas y estereotipadas, y se dibuja la violación como lo que es, sin banalizar como si fuera una visita al médico”.

Pioneros y relatos renovadores

Arranz no olvida por ejemplo Hable con ella, de Pedro Almodóvar, “en la que el director deriva al renacimiento de una mujer” a partir de una violación. En realidad, el director manchego ha sido recurrente en el uso de la violación en películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Kika o La piel que habito con una mirada que hoy difícilmente resistiría en pie. En su día, pero en otro plano, escandalizó Irreversible, de Gaspar Noé, en la que el público abandonó la sala en la que se proyectaba en Cannes al no poder resistir los nueve minutos que dura la violación de Monica Bellucci. Isabelle Huppert también relata una experiencia traumática en Elle (Paul Verhoeven), como antes Perros de paja (Sam Peckimpah), La naranja mecánica (Kubrick) o Frenesí (Hitchcock). Sin olvidar el uso de la mantequilla que Bertolucci y Marlon Brando pactaron sin conocimiento de Maria Schneider en El último tango en París, un suceso que pertenece ya a la cruda realidad del rodaje y no a la ficción.

La socióloga experta menciona series como El cuento de la criada o Believe me como renovadores y capaces de incluir la realidad desde el punto de vista de una mujer. También lo hace Downton Abbey en alguna temporada, cuando la doncella es asaltada en las cocinas por uno de los invitados a la mansión. E imprescindible recordar la película Thelma y Louise, acaso pionera en la huida y la libertad que se expresa en ella tras una violación que trunca la vida de estas dos mujeres que solo querían divertirse de verdad, y no como el asaltante asume cuando suplica: “Solo nos estábamos divirtiendo un poco”.

Susan Sarandon y Geena Davis, en una imagen de 'Thelma y Louise'.

En el plano literario, el mito de venganza femenina como rebelión contra la violencia machista que supuso Thelma y Louise fue actualizado por Virginie Despentes en Fóllame. Pero en literatura la infamia quedó sobre todo consagrada por Pablo Neruda, que narró la violación que él mismo perpetró a una camarera de hotel en Ceilán: “Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama (…) El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme”, relata el Nobel en Confieso que he vivido (1974). Desde el plano opuesto, libros como El cuento de la criada de Margaret Atwood o Laëtitia y el fin de los hombres de Ivan Jablonka, origen de las citadas series, han narrado experiencias desde el punto de vista de la mujer y las consecuencias perpetuas que sufrirá, al estilo de Oates.

En el libro de Joyce Carol Oates, la palabra “violación” no está en el vocabulario de la niña, a la que, sin embargo, el hecho va a cambiar la vida.

— ¿Es un término que deberíamos utilizar más a menudo y más alto frente al silencio?

— El MeToo ha sido valiente y revolucionario. Esperemos que su idealismo no sea malogrado por los líderes políticos misóginos. Es muy difícil hablar claro a los hombres con poder. En EE UU las mujeres y las jóvenes están aprendiendo la triste lección de que cada generación tiene que definirse de nuevo por completo, porque sus derechos no son permanentes, como muchos habían asumido.

Se refiere la autora al Tribunal Supremo, que prepara una sentencia contra el derecho al aborto “que inaugurará una nueva época de hostilidad y política divisoria”. La víctima de su libro, concluye, “tiene que luchar por su identidad y sopesar si merece la pena probar que ha sido una víctima y no una persona que se ha buscado su infortunio ella sola”.

“Por desgracia, no tengo mucha fe en que los tribunales estadounidenses hagan justicia a las mujeres y sean imparciales; hay muchos prejuicios”.

Violación… completa su título con las palabras “una historia de amor” porque, en última instancia, “además de tragedia es un triunfo: los individuos pueden ayudarse mutuamente en los momentos de las grandes crisis. En el trauma personal también existe la posibilidad del amor desinteresado”. Y ese amor desinteresado es el broche final a un libro duro, envolvente y necesario.

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