El día en que la Berlinale habla español
Dos directoras debutantes elevan el nivel del festival: la sección Panorama abre sus proyecciones con la apuesta española ‘Cinco lobitos’ de Alauda Ruiz de Azúa, y la sección Oficial muestra la mexicana ‘Manto de gemas’, de Natalia López Gallardo
Amaia acaba de ser madre. A los dolores, los retos, los sufrimientos y los gigantescos cambios vitales que aporta un bebe, a Amaia se le suman la desaparición de su chico por trabajo durante semanas —con lo que se queda sola con su día a día—, la vida en una gran ciudad inhóspita, la lejanía de su familia y el abandono por la maternidad de su profesión. Desesperada, retorna a su hogar materno en el País Vasco, donde sus padres tampoco viven su mejor momento, y donde Amaia descubrirá algunos secretos familiares que han conformado su carácter. De todo esto va Cinco lobitos, de la debutant...
Amaia acaba de ser madre. A los dolores, los retos, los sufrimientos y los gigantescos cambios vitales que aporta un bebe, a Amaia se le suman la desaparición de su chico por trabajo durante semanas —con lo que se queda sola con su día a día—, la vida en una gran ciudad inhóspita, la lejanía de su familia y el abandono por la maternidad de su profesión. Desesperada, retorna a su hogar materno en el País Vasco, donde sus padres tampoco viven su mejor momento, y donde Amaia descubrirá algunos secretos familiares que han conformado su carácter. De todo esto va Cinco lobitos, de la debutante Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 42 años), que ha arrancado con brío la sección Panorama de la 72ª Berlinale, y que ha conformado un curioso díptico sobre la maternidad con Manto de gemas, presente en la Oficial, película sobre las numerosas desapariciones en México de personas en los terrenos del narco, y sobre cómo las madres de distintas clases sociales encaran esas ausencias, obra de otra debutante, la boliviana-mexicana Natalia López Gallardo.
Ruiz de Azúa lleva mucho tiempo dedicada a la publicidad y a los cortos. También a la maternidad. En Cinco lobitos hay de todo eso, además de un tono nacido “de lo contenido que son en su carácter las mujeres vascas”, y un análisis de “cómo encara cada unos sus afectos”. Amaia, interpretada por Laia Costa —actriz que también se presentó mundialmente en una Berlinale, la de 2015, gracias a la película Victoria―, que también había sido madre, siente una zozobra brutal. “Yo también sufrí los problemas de la conciliación, unos padres mayores, y por eso decidí explorar este terreno ya en cortos anteriores. Y seguimos igual, se habla mucho de la conciliación y no se hace nada. La pandemia incluso nos ha hecho retroceder”, recuerda la cineasta. “Amaia recuerda a mí en lo emocional, más que en lo económico. Se suman experiencias de amigas, historias del parque... Cuando lo urgente se impone a lo importante perdemos las mujeres. Pagamos el peaje”.
El cine se empieza a abrir a maternidades, “que se alejan de ese tópico de madre abnegada y heroica, siempre en un plano secundario”. Como le decía el personaje de Ingrid García Jonsson a su madre en Hermosa juventud, “nadie avisa de lo difícil que es esto”. La cineasta lo confirma: “Es una reflexión recurrente entre los primerizos [risas]. Cuando empecé a escribir el guion sentía que no había historias complejas sobre el tema. Ahora han aumentado porque las nuevas generaciones han decidido retratar esas distintas maternidades. Pero durante años la maternidad se vivía como un hecho más, sin que nadie te explicara nada, diluyendo su importancia cuando en realidad supone un cambio radical en tu vida”.
En Cinco lobitos, se añade otra capa, la de las madres de generaciones precedentes. Amaia, hija única que ha vivido mucho tiempo alejada de sus progenitores (encarnados por Ramón Barea y Susi Sánchez), descubre el campo de batalla que habitan sus padres, en el de que nada se habla y todo se guarda, hasta que ese dolor albergado estalla y provoca las trifulcas. “Según creces, te das cuenta de que tu carácter y tus relaciones afectivas se explican en gran parte por tu familia. De adolescente afirmas que nunca serás como ellos, y con la edad y la maternidad descubres que eres tu madre y la entiendes”, recuerda la directora, que ya está con su siguiente proyecto. Amaia por fin entiende a su madre, “la comprende y la perdona”, construirá al final de Cinco lobitos su propia maternidad, en un retrato preciso, conmovedor y con mucha claridad que se estrenará en salas comerciales españolas el 20 de mayo.
El asesinato como hecho cotidiano en México
Cuando en una sociedad la muerte violenta se ha enquistado como un elemento vital más, poco espacio queda para la esperanza. En México, el crimen organizado ha provocado una sociedad sin esperanza. “Más que de la violencia o el narcotráfico, la película habla sobre el miedo que puede generarse en una sociedad donde no hay un proyecto en común, donde la gente está a la deriva, donde solo se quiere salvar el pellejo y nadie piensa en el bien común”, cuenta sobre Manto de gemas su directora, Natalia López Gallardo (La Paz, 41 años).
López Gallardo debuta a lo grande con Manto de gemas, que dirige, escribe y monta. También es cierto que la mexicano-boliviana tiene a sus espaldas una larga carrera como montadora del cine de Amat Escalante, Lisandro Alonso y su marido, Carlos Reygadas. Y como realizadora ya concursó en la Semana de la Crítica de Cannes de 2007 con el corto En el cielo como en la tierra. En Manto de gemas retrata cómo esa violencia está destrozando a todas las clases sociales mexicanas, y cómo la sufren especialmente las mujeres, las únicas que aún albergan un ápice de solidaridad. ¿Por qué esta película? ¿Por qué no ha debutado antes o con otro tema? “Porque se necesita un impulso muy potente, una necesidad y esa necesidad debe ser lo suficientemente fuerte para llevarte a realizarla”, contaba en Berlín la directora. “En mi caso, surgió de la tierra donde vivo desde hace 13 años, en Morelos, y fue la gente quien me inspiró”.
Su Manto de gemas juega en el terreno de Escalante (aunque con menor violencia explícita) y de Reygadas en su abstracción visual, en su narración fragmentada, pero aporta una piedad que no hay en el cine de esos cineastas. Y que le otorgan un poderoso valor añadido.