Josep Bartolí, el olvidado arte del exilio republicano
El memorial de Rivesaltes, en el sur de Francia, presenta una exposición del caricaturista y pintor catalán republicano que, pese a haberse codeado con Frida Kahlo o Mark Rothko, sigue siendo un gran desconocido en España
Tiene su grado de justicia poética que, al mismo tiempo que arrancan los trabajos en el Valle de los Caídos para recuperar los restos de decenas de republicanos enterrados contra su voluntad en el mausoleo a mayor gloria del franquismo, al otro lado de la frontera, en el memorial francés del exilio republicano español durante tanto tiempo olvidado, se inaugure la exposición Josep Bartolí, los colores del exilio. La retrospectiva que se prese...
Tiene su grado de justicia poética que, al mismo tiempo que arrancan los trabajos en el Valle de los Caídos para recuperar los restos de decenas de republicanos enterrados contra su voluntad en el mausoleo a mayor gloria del franquismo, al otro lado de la frontera, en el memorial francés del exilio republicano español durante tanto tiempo olvidado, se inaugure la exposición Josep Bartolí, los colores del exilio. La retrospectiva que se presenta desde este jueves en el antiguo campo de concentración de Rivesaltes reúne por primera vez buena parte de la obra del caricaturista y dibujante catalán (Barcelona, 1910-Nueva York, 1995), un artista tan carismático como ampliamente desconocido en España hasta que, en 2020, el dibujante de cómics francés Aurel arrojó luz sobre su figura con una premiada película animada sobre su vida, Josep.
El artista barcelonés, uno del más de medio millón de republicanos que huyó de la victoria franquista a través de los Pirineos catalanes durante la Retirada, en las primeras semanas de 1939, es uno de esos hombres a los que Franco no habría dudado en represaliar. Sin embargo, en esa vida de exiliado a la que se vio abocado, acabaría codeándose con algunos de los artistas clave del siglo XX, desde Diego Rivera y Frida Kahlo en México a Mark Rothko o Willem de Kooning en una Nueva York donde Bartolí se reinventó como “narrador gráfico” de eventos internacionales para renombradas publicaciones estadounidenses.
La exhaustiva muestra en Rivesaltes busca poner en el mapa histórico y artístico la obra de un hombre que, a través de su arte, supo expresar como pocos la dureza y el dolor de quien, entonces como hoy, tiene que abandonar su país dejándolo todo atrás y sin saber si algún día podrá regresar. Al mismo tiempo, la exposición, que estará abierta al público hasta septiembre de 2022, quiere recuperar esa parte de la memoria y de la historia española que muchos quisieron borrar.
A España “le faltan 50 años de su historia, de sus fuerzas vivas, y esto es lo que he querido rescatar”, explicó a EL PAÍS Georges Jordi Bartolí, sobrino del artista y uno de los artífices de la recuperación de la memoria de su tío paterno. “España ha borrado del mapa, por dogmatismo ideológico, a medio millón de exiliados y con ello ha privado al país de gente involucrada en la vida política, artística y cultural”, dijo el también fotógrafo en Rivesaltes.
La tardanza en descubrir la obra de un hombre con tamaña trayectoria no es solo responsabilidad de un régimen. También “fue culpa suya”, reconoce el sobrino, que señala que Bartolí no se consideraba un intelectual, sino un mero “obrero de la cultura”, que siempre priorizó la política —”La idea es más importante que la pintura o el dibujo”, solía decir— al arte. En Estados Unidos, donde su compromiso político también se concentró en denunciar el racismo e incluso el machismo de la sociedad, conoció a artistas de ya entonces fama y fortuna ascendente como Rothko, con quien según su sobrino se pegaba unas “tremendas borracheras”. Aun así, Bartolí no quería exponer en galerías y solo vendía alguna de sus obras a uno de sus mecenas cuando necesitaba dinero.
La muestra procede en buena parte de la donación de 270 obras que hizo su viuda, Bernice Bromberg, al memorial de Rivesaltes en 2020. Supone un recorrido por la vida y compromisos políticos de este “observador feroz de la sociedad”, como dice el también fotógrafo y responsable del catálogo de la muestra, Joël Mettay. El punto de partida son los dibujos realizados en los terribles campos de concentración del sur de Francia donde fueron encerrados los republicanos españoles.
Aunque Bartolí los recopiló años más tarde en el libro Campos de concentración, 1939-194… esta es la primera vez que están expuestos al público. Algunos dibujos se refieren a familiares y amigos, pero también a enemigos, como los gendarmes que guardaban el campo y que él retrataba con cara y rabo de cerdo. O, con ese fino pero duro humor que siempre lo caracterizó, incluso “a los políticos de nuestro país y del extranjero, responsables de nuestra derrota en España y de la tragedia en el exilio”, como reza una de las láminas expuestas.
De ahí, la muestra lleva al visitante a través de más de 150 obras por los viajes y vida de un Bartolí que no dudó en homenajear en sus pinturas a Goya o Picasso y que en México descubrió, de la mano de su amiga y luego amante Frida Kahlo, el poder de los colores. “El día que aceptes el color, habrás domesticado tu miedo”, cuentan que le dijo Frida a Josep. Una leyenda que su sobrino Jordi, que dice esperar ahora que España también empiece a reconocer la obra de su tío, no puede confirmar, pero que considera “justa” y congruente con la evolución del dibujante. A partir de ese momento y hasta el final de su vida, Bartolí empezó a utilizar colores fuertes —predominan los rojos y azules intensos— en unas pinturas que a veces rozaban lo abstracto pero nunca abandonaron del todo las figuras propias de un artista curtido en la caricatura y, también hasta el final de sus días, en el compromiso político.
El lento regreso de Josep Bartolí a España
Entre quienes este jueves asistirán a la inauguración formal de la retrospectiva de Josep Bartolí en Rivesaltes estará Rosario Peiró, jefa de Colecciones del Museo Reina Sofía. No es casualidad. En el marco del replanteamiento de su colección permanente, la pinacoteca madrileña presentó este verano 'Pensamiento Perdido: Autarquía y Exilio', que analiza el trabajo de los exiliados de la Guerra Civil y de los años del franquismo. Peiró ansía ampliar la colección con nuevas obras de Bartolí, del que ya expone dos dibujos de su paso por los campos de concentración franceses obtenidos de un coleccionista privado en México. No es tarea fácil, dice en conversación telefónica. “Es muy difícil encontrar dibujos originales porque Bartolí hizo una donación antes de morir a Barcelona y es casi imposible encontrar otros, sobre todo de los campos de concentración”. De ahí que no dudara en plantarse en Rivesaltes cuando Georges Bartolí, sobrino del artista, le informó de que había localizado cinco nuevos dibujos originales. “Salieron de la nada, de una señora que los tenía en su casa”, cuenta Bartolí. La mujer trabajaba en una revista francesa de izquierdas que publicó varios dibujos de su tío y este le regaló los originales. Aunque todavía hay que cerrar los detalles de la entrega de las obras, Bartolí se dice confiado. “No los vendo, no quiero un euro, solo quiero que se vean, la única condición que pongo es que las obras sean públicas y accesibles a todo el mundo”, asegura.