Laurence des Cars, primera mujer que dirige el Museo del Louvre

La historiadora del arte francesa, partidaria de una apertura a temas de actualidad y al público joven, se convierte en presidenta de la pinacoteca más visitada del mundo, con 10 millones de entradas en 2019

La nueva presidenta del Louvre, Laurence des Cars, en marzo de 2021 en el Museo de Orsay, institución que dirigía desde 2017.ALAIN JOCARD (AFP)

La historiadora del arte Laurence des Cars (Antony, Francia, 54 años) ha sido nombrada este miércoles nueva presidenta del Museo del Louvre, convirtiéndose en la primera mujer que ocupa el cargo desde la fundación del museo en 1793. Des Cars encabezará la pinacoteca más visitada del mundo, que superó la plusmarca de los 10 millones de entradas vendidas en 2019. Lo hará con una voluntad de apertura a nuevos públicos y temát...

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La historiadora del arte Laurence des Cars (Antony, Francia, 54 años) ha sido nombrada este miércoles nueva presidenta del Museo del Louvre, convirtiéndose en la primera mujer que ocupa el cargo desde la fundación del museo en 1793. Des Cars encabezará la pinacoteca más visitada del mundo, que superó la plusmarca de los 10 millones de entradas vendidas en 2019. Lo hará con una voluntad de apertura a nuevos públicos y temáticas, similar a la que ha desarrollado en los últimos años en el Museo de Orsay, institución que dirigía desde 2017. Su proyecto, titulado Louvre 2030, con el que propone “abrirse al mundo de hoy hablando del pasado”, convenció al Ministerio de Cultura y al propio Elíseo, del que depende el nombramiento de los responsables de los mayores museos franceses, como el Louvre, el Museo de Orsay, el Centro Pompidou y el Palacio de Versalles.

“El Louvre puede ser plenamente contemporáneo. Necesitamos perspectiva, salimos de una crisis que nos desestabiliza. Vivimos en una época apasionante, pero complicada”, expresó Des Cars este miércoles en su primera entrevista como presidenta, en la radio France Inter. “El museo es la caja de resonancia de la sociedad. Siempre ha reflejado el mundo que le rodea. No se trata solo de un lugar de conservación, sino también de transmisión. Para hacerlo, hay que escuchar al público y a sus distintas sensibilidades”, afirmó Des Cars, que opina que el Louvre tiene “mucho que decir” a los jóvenes. “Estarán en el centro de mis preocupaciones como presidenta”, añadió.

Formada en la Sorbona y la Escuela del Louvre, prestigioso vivero de conservadores de arte en territorio francés, Des Cars empezó su carrera en el Museo de Orsay en 1994, donde comenzó haciendo inventario de los marcos que criaban polvo en sus archivos. Esta especialista en el arte del siglo XIX y comienzos del XX no tardó en asumir proyectos de mayor envergadura: en 1996, orquestó el ingreso de El origen del mundo, el polémico cuadro de Courbet, a las salas de la institución, donde se hizo cargo de exposiciones dedicadas a Édouard Vuillard, Thomas Eakins o Edward Burne-Jones, entre otros pintores decimonónicos. Permaneció en el Museo de Orsay hasta 2007, cuando fue nombrada directora científica de la agencia France Muséums, a cargo del desarrollo del proyecto del Louvre de Abu Dabi y de la adquisición de su colección en los años previos a su inauguración. Después dirigió el Museo de la Orangerie entre 2014 y 2017, cuando regresó al Museo de Orsay convertida en su máxima responsable. Allí ha pilotado una programación respetuosa con la solemnidad del centro, pero también muy renovadora, con proyectos a cargo de artistas contemporáneos como Marlene Dumas, Tracey Emin o Julian Schnabel.

Des Cars, mujer de voz ronca y de un humor mordaz que esconde detrás de formas exquisitas, desciende de una familia aristocrática en la que abundan los intelectuales, pero se ha desmarcado en el mundo del arte francés con un discurso que cuestiona ciertos privilegios y jerarquías sociales. Por ejemplo, su exposición El modelo negro, que triunfó en el Museo de Orsay en 2019, dirigía una mirada crítica a la representación de hombres y mujeres de color en el arte de los últimos siglos. “Las instituciones son aprensivas, tienen miedo de la inestabilidad. Cuando anuncié esta exposición muchos creyeron que estaba completamente loca, que iba a poner el museo en peligro”, relataba en una entrevista con EL PAÍS en 2019 respecto a una muestra que antes fue rechazada por el MoMA y el Metropolitan de Nueva York. “Los museos no pueden ser un lugar aislado, dedicados solo al turismo o la contemplación estética. Deben tratar temáticas que estén en el corazón de la sociedad actual, con seriedad y sin oportunismo, pero también sin tener miedo a ser políticos”. En el marco de esa muestra, cambió los nombres de las obras con títulos racistas, como Retrato de Madeleine —antes llamado Portrait d’une négresse, término peyorativo en francés actual—, convertido en icono desde que Beyoncé le concedió un papel protagonista en su vídeo grabado en el Louvre en 2018.

Al borde del colapso

La nueva presidenta del Louvre sucederá, a partir de septiembre, a Jean-Luc Martinez, que se despide de la institución tras ocho años encabezándola. Aspiraba a continuar con un tercer mandato, pero el Elíseo, atento a la renovación y también a la paridad, prefirió el perfil de Des Cars, que también se impuso a otros candidatos, como el director del Museo Picasso de París, Laurent Le Bon. Martinez deja el Louvre tras haber organizado fastuosas retrospectivas dedicadas a Leonardo da Vinci, Vermeer o Delacroix, que ya han pasado a la historia del museo, y haber tomado medidas importantes para mejorar los accesos y la calidad de la visita. Pero también con las salas saturadas y al borde del colapso, antes de que la pandemia pusiera fin a la era de los blockbusters museísticos y excesivamente dependientes del turismo, que en 2019 suponía el 75% de sus visitas.

Entre los retos de Des Cars figura la necesidad de reajustar esos flujos y de remontar el descalabro financiero de 2020, que se reproducirá, sin lugar a dudas, este año: el museo acaba de reabrir tras más de seis meses de cierre. Des Cars, que este miércoles se negó a designar su obra favorita del museo que ahora dirigirá, sí avanzó que no aceptará que su joya de la corona abandone sus salas, tras las especulaciones de los últimos años. “La Gioconda es una obra muy frágil, todos los conservadores lo sabemos. Además, esa es una de las maravillas de ir a un museo: poder descubrir obras que uno sabe que no se moverán de ahí”, zanjó.

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