José María Merino: “No hay golondrinas, pero hay basura en todas partes”

El académico y autor de ‘Noticias del Antropoceno’ afirma que la ficción permite conocer mejor la realidad y grita contra la pasividad ante los males que destruyen el planeta

José María Merino, el pasado 26 de marzo en la sede de Penguin en Madrid.SANTI BURGOS

José María Merino es coruñés de 80 años, pero su historia como escritor lo asocia a leoneses de su generación (Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio). Es académico de la RAE. Su pasión por el cuento lo llevó a recopilar las mejores narraciones del siglo XX y a convertir en superventas esa historia preterida de lo mejor de la ficción española. La orilla oscura (1985) es una de sus grandes novelas, como Las visiones de Lucrecia (1996). Casi todos sus libros están en Alfaguara, en cuya sede conversa...

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José María Merino es coruñés de 80 años, pero su historia como escritor lo asocia a leoneses de su generación (Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio). Es académico de la RAE. Su pasión por el cuento lo llevó a recopilar las mejores narraciones del siglo XX y a convertir en superventas esa historia preterida de lo mejor de la ficción española. La orilla oscura (1985) es una de sus grandes novelas, como Las visiones de Lucrecia (1996). Casi todos sus libros están en Alfaguara, en cuya sede conversamos. Entre nosotros, su último libro de cuentos, Noticias del Antropoceno, ficciones sobre el drama de nuestro tiempo: la destrucción del clima con el que convivimos como si la vida de la tierra fuera eterna y resulta que, como él dice, “no hay golondrinas, pero hay basura en todas partes”.

Pregunta. Todo es ficción, pero todo lo que cuenta es posible.

Respuesta. Lo que cuento existe. El continente de basura del Pacífico es verdad, ¡y es más grande que Europa! La muerte de las abejas, los camiones que van con ellas por ahí itinerando para polinizar, existen también. Yo tengo una casita en Valdemorillo y veo los camiones que vienen a polinizar. Hay cosas que son fantásticas y son verdad. Imagino cosas, pero van en esa onda. No he querido hacer un libro fantástico, sino que responda a las posibilidades de la realidad.

P. ¿El futuro le da miedo?

R. Hombre, ya soy tan mayor… Pero sí me da miedo, porque me solidarizo con los que vienen detrás. Tengo una nieta de cinco años y veo qué ignorancia hay frente al deterioro que tanto puede afectar al ser humano. He escrito un libro con mis preocupaciones climáticas, con el cambio que vemos a diario. Ya no vemos golondrinas en Madrid en primavera, vemos tres o cuatro. Y lo que digo de las abejas es cierto. Pero hay basura por todas partes.

“Nevó más en Madrid que lo que ha nevado nunca en León. Es una chifladura

P. Parece que para hacer el libro haya puesto el oído sobre la tierra, para escuchar sus mensajes de auxilio…

R. Son evidentes las repercusiones del cambio climático en la temperatura, en estas absurdas borrascas que no se sabe de dónde vienen, en la reciente nevada, que ha tronchado no sé cuántos árboles… Estas nevadas yo las veía de niño, en León. Eran normales en invierno. En enero nevó más en Madrid que lo que ha nevado nunca en León. Es una chifladura.

P. ¿Qué es lo más le preocupa de los mensajes de la tierra?

R. Me preocupa que las tecnologías, que salvan vidas, estén llevando a la sociedad a una misteriosa alienación. Que teniendo un nivel económico importante haya la miseria que hay en el mundo. Que no se investigue en las fiebres que, aparte de la pandemia, afectan a la humanidad. ¿Adónde va esta especie que hace doscientos mil años comenzó a tener el pensamiento simbólico, inventó la música y los números? Porque no la veo mejorar, no solo moralmente sino en su relación fraterna con los demás seres humanos y con el resto de la vida del planeta. No lo veo.

“Salvo los profesionales sanitarios, la sociedad se ha portado de modo deplorable. Se mueve, sale, quiere manifestaciones, alboroto

P. ¿Y este momento cómo lo ve a sus 80 años, que acaba de cumplir?

R. Decepcionante. La avaricia, ese monstruo que llevamos dentro, no ha sido resuelta, y eso me hace ser pesimista con respecto al porvenir de la especie. El confinamiento lo viví casi como un sueño, escribiendo. Un personaje de uno de mis textos de ahora dice: “La realidad no necesita ser verosímil”. Y es cierto. Yo pienso cosas inverosímiles, pero la realidad me gana cuando se pone a ser verosímil. Esta pandemia se multiplica, estos coronabichos se mutan, estamos viviendo una especie de Edad Media. Tenemos más elementos para luchar contra ella, pero resulta que para ciertas partes de la humanidad esa lucha importa poco. La sensación que tengo es que esto que sucede ya lo pasó la humanidad, y nosotros no estamos actuando mejor que nuestros antepasados.

P. ¿Encuentra que la sociedad no ha sabido afrontar algo tan serio?

R. Salvo los profesionales sanitarios, la sociedad se ha portado de modo deplorable. Se mueve, sale, quiere manifestaciones, alboroto. Ahí están las olas, una tras otras. Y luego están los políticos. Enfrentándose, a la greña.

P. ¿La literatura lo alivia de estas decepciones?

La sensación que tengo es que esto que sucede ya lo pasó la humanidad, y nosotros no estamos actuando mejor que nuestros antepasados

R. Yo creo que la gracia de la ficción nos permite entender mejor la realidad, los comportamientos humanos. La literatura nos muestra cómo somos, desde hace miles de años. Mira Pérez Galdós, por ejemplo: los amores, los celos, los desamores… la literatura es el documento que tranquiliza un poco la desazón que produce la oscura realidad.

P. Sirve para escapar de este mundo, ha dicho. Pero usted sale a buscar y se encuentra, como dice en su libro, con la basuraleza…

R. ¡Lo de la basuraleza es increíble! Yo tengo una colección de bolitas, de lentejitas de plástico, que he coleccionado en Cabo de Gata. Me fijé y pensé: “¿Esto qué es?” Son miles y miles de lentejitas que tenían casi la misma categoría que la arena. ¿Cómo es posible que, en estas playas tan virginales, a pesar de todo, esté todo lleno de esa presencia que dejan los plásticos? Ese plástico acabará con el mar. Es la basuraleza.

P. Hasta en lo cibernético encuentra usted amenaza para la vida de la naturaleza.

R. Es que ya nos cibercomunicamos. Un día una inteligencia artificial que sea de verdad nos quitará de en medio. El móvil sirve para salvar vidas, pero también está cargado de cosas estúpidas. Por la vida de los inventos un día no serán necesarios ni el enchufe ni el paraguas. Todo será declarado obsoleto, incluidas las humanidades. Todo está en los libros; pues bien, un día dirán que los libros también deben declararse obsoletos… Fui a una biblioteca. Me dijo la directora que estaban midiendo los libros. ¿Y por qué? “Porque como dicen que dejarán de existir habrá que ver qué uso les damos a estas salas”.

“Un día una inteligencia artificial que sea de verdad nos quitará de en medio…

P. Describe con humor las distintas destrucciones con las que se encuentra la realidad que cuenta…

R. Es que he querido que el humor, la ironía y la sátira ayuden al lector a no pensar que quien escribe es un apocalíptico loco. Y no, trato de decir, “no soy apocalíptico, soy como usted”. Lo que no es normal es que todo esto que nos afecta de tal manera no se esté contando para alertar a los hombres de cómo se está destruyendo su cultura. Primero hubo la negación del cambio climático, y ahí ves el plástico destruyendo los alimentos. Y ahí ves la superpoblación, la destrucción de la tierra, el fin del futuro de las bibliotecas, el deterioro del compromiso humano con el tiempo y con la tierra con que convive.

P. Dijo en una ocasión que la literatura sirve para escapar de este mundo. Pues ahora usted se ha ido a otro mundo, con la ficción, y ha vuelto horrorizado.

R. Estoy un poco horrorizado, pero tal vez es fruto de los años. Decía Lope de Vega que no hay cosa que más se sienta descubrir que el secreto de los años, el secreto de la edad, el secreto de lo que da el tiempo con su transcurso. Y a mí el secreto de los años no me está haciendo ninguna gracia.


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