Antonia la Menor regresa de Múnich al pueblo de Cádiz diez años después de desaparecer
España recupera en Alemania un busto romano robado en 2010 en Bornos, después de que un arqueólogo lo localizase casualmente
Antonia la Menor está a punto regresar a su pueblo de Bornos, la localidad gaditana en la que ya la esperan con deseo. Diez años ha estado el busto romano de la madre del emperador Claudio fuera, desde que alguien aprovechase un descuido para sustraerlo de unas dependencias municipales. La cabeza del siglo I viajará desde Múnich, la ciudad alemana en la que la localizó “casualmente” el catedrático de A...
Antonia la Menor está a punto regresar a su pueblo de Bornos, la localidad gaditana en la que ya la esperan con deseo. Diez años ha estado el busto romano de la madre del emperador Claudio fuera, desde que alguien aprovechase un descuido para sustraerlo de unas dependencias municipales. La cabeza del siglo I viajará desde Múnich, la ciudad alemana en la que la localizó “casualmente” el catedrático de Arqueología José Beltrán hace dos años y donde este pasado jueves la entregó la policía de Baviera al Consulado de España.
Quizás solo quien la sustrajo en 2010 sabe cuál ha sido el misterioso e ilegal periplo que ha tenido la pieza para tener que desandar ahora los casi 2.400 kilómetros que separan Múnich de Bornos. Lo único seguro es que Antonia Minor lucía expuesta en la Gliptoteca alemana —un museo especializado en la cultura clásica— como una obra romana supuestamente procedente de una colección privada inglesa. Pero “no había dudas” de que, en verdad, era la misma cabeza que despareció del pueblo de Cádiz, según asegura Juan José Águila, jefe del grupo de Patrimonio Histórico de la UCO de la Guardia Civil.
A ellos llegó Beltrán en agosto de 2018, tras descubrir por casualidad y durante el transcurso de un estudio sobre la escultura romana en la provincia de Cádiz que el escaneado en 3D que contemplaba en internet se correspondía con el del busto desaparecido en Bornos. El catedrático de la Universidad de Sevilla sustentó su teoría en los rasgos estilísticos de este retrato imperial, adaptación propia a los modos locales de la Hispania romana. Pero, sobre todo, se apoyó en las roturas y desperfectos que presenta en la mejilla y la oreja y que se produjeron cuando un arado encontró la obra en los años 60 del siglo XX.
Aunque las señas de Beltrán han sido claves para el caso, resolverlo no ha sido sencillo. Más de dos años han tardado las autoridades españolas en conseguir materializar la devolución que se produjo este pasado jueves. La Gliptoteca de Múnich tenía el busto cedido por un coleccionista privado para exponerlo en una muestra temporal, sin embargo cuando supo que su procedencia podía ser robada optó por devolverlo al supuesto propietario. “Es ha dilatado mucho al proceso”, asegura Águila.
La Guardia Civil al final acabó localizando de nuevo la pieza en una casa de subastas de Múnich, donde creían que la obra procedía de una colección privada inglesa; según relata el teniente especializado en patrimonio histórico. Para ese entonces, los agentes españoles ya habían subido la obra a un portal web oficial de objetos robados, para evitar que volviese a desaparecer. Al final, tras un largo y tedioso proceso legal iniciado en el Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Arcos de la Frontera (Cádiz), las autoridades alemanas pudieron recuperar el busto.
Este pasado jueves por la tarde la policía de Baviera entregó la cabeza a la Guardia Civil en el Consulado de España en Múnich. Ahora corresponderá al Ministerio de Cultura organizar el regreso al país y entregársela al Ayuntamiento de Bornos. La pieza está reflejada en el inventario municipal de este pueblo de 7.750 vecinos, desde que apareció casualmente en las inmediaciones en las inmediaciones del yacimiento de Carissa Aurelia, una importante ciudad romana desaparecida de la provincia de Cádiz. El retrato en mármol destaca por ser una de las pocas representaciones de la madre de Claudio que se conservan en Europa. “Hay muy pocas, no más de dos decenas”, puntualizó Beltrán a EL PAÍS en mayo de 2019.
La cabeza de Antonia la Menor —hija menor de Marco Antonio y también abuela del emperador Calígula— estuvo durante décadas expuesta en una hornacina en una escalera del Ayuntamiento de Bornos. En 2010, la corporación municipal de entonces decidió trasladarla al cercano centro de interpretación que existe en el Castillo Palacio de los Ribera. De allí desapareció poco tiempo después, en un robo perpetrado en un aparente descuido del que aún no se ha encontrado al culpable.
“Cuando vuelva, regresará al emplazamiento en la escalinata del Ayuntamiento. Allí tenemos cámaras y hay muchas medidas de seguridad. Y si es necesario establecer más, las pondremos”, asegura Hugo Palomares, alcalde de la localidad. El edil llevaba años enfrascado en la búsqueda hasta el extremo de que aprovechaba cualquier reunión con la Comandancia de la Guardia Civil en Cádiz para averiguar si había novedades sobre el paradero de la pieza. Cuando Beltrán la localizó, la investigación ya había llegado a una vía muerta de la que difícilmente hubiese salido sin su hallazgo.
Aunque en este caso el robo se produjo en unas instalaciones municipales, la sustracción de piezas arqueológicas en yacimientos de zonas rurales es un problema recurrente tanto en la Sierra de Cádiz —rica en este tipo de emplazamientos— como en otros puntos de España. El propio Palomares ya denunció en 2019 que existía un “mercado negro” en torno a estas obras en el entorno de las provincias de Cádiz y Sevilla. Para Águila no es una sorpresa: “Es un goteo continuo que intentamos evitar, pero tenemos que considerar que en el medio en el que está, en el campo, es harto complicado”.