Taxis para reconducir vidas

Una exposición en Barcelona muestra el proyecto 'By a girl', las fotografías que Serena de Sanctis realizó en India en las que retrata a conductoras de taxis para mujeres

Rupa Swati, en una gasolinera en Bombay repostando su taxi para mujeres. SERENA DE SANCTIS

Salir del cine, de ver La vida de Pi, y volver a casa en autobús. Un acto intrascendente que en diciembre de 2012 acabó con la vida de una joven india de 23 años. Esta estudiante de Fisioterapia fue golpeada y violada por el conductor y varios de los pasajeros del autobús. Murió a los pocos días en el hospital, la mató el brutal ataque. Esta agresión tuvo eco en todo el mundo, ...

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Salir del cine, de ver La vida de Pi, y volver a casa en autobús. Un acto intrascendente que en diciembre de 2012 acabó con la vida de una joven india de 23 años. Esta estudiante de Fisioterapia fue golpeada y violada por el conductor y varios de los pasajeros del autobús. Murió a los pocos días en el hospital, la mató el brutal ataque. Esta agresión tuvo eco en todo el mundo, en India se sucedieron las protestas, hasta el Gobierno prometió actuar para que estos abusos disminuyeran. Hoy, sigue siendo uno de los países con más agresiones sexuales, más de 34.000 denunciadas en 2015 según la Oficina Nacional del Registro del Crimen y a esas hay que sumar todas las que no ven la luz.

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En contraposición, otra historia de este país, la de Rupa Swati que en un año antes de esa violación múltiple comenzó a trabajar como taxista en Bombay. Llevaba casada desde muy joven con su marido, que la maltrataba a ella y a su hija. Con más de 50 años, le dejó, se formó y hoy es una de las conductoras de taxis para mujeres más solicitadas por las clientas, por lo aseado de su vehículo y por cómo conoce las calles lo que facilita que se zafe del caos circulatorio de Bombay. No puede permitirse una casa, vive en una residencia con otras mujeres y con su sueldo ayuda a su hija que estudia Veterinaria. Apenas duerme, trabaja de noche, no tiene miedo. “Antes era todo sufrimiento, ahora soy feliz, me siento libre”, le contaba a Serena de Sanctis, la fotógrafa que la retrató para su proyecto By a girl.

Aquel suceso de 2012 podría haber marcado un punto de inflexión en la situación de desprotección de las mujeres indias, pero no fue así. Sí que lo fue en la vida de De Sanctis (Roma, 1982), estudiaba en Barcelona y decidió marcharse a Nueva Delhi en 2013. Aunque ya tenía la intención de dedicarse a temas de género en India, esa brutal violación fue la chispa que encendió la mecha de By a girl. Comenzó a trabajar con la Fundación Azad, que se dedica a dar educación y trabajo a mujeres que no han tenido esa posibilidad. Aprenden una profesión: taxistas, lo que tiene una doble ventaja: por un lado les da independencia económica, por tanto, poder de decidir y conducir sus vidas, por otro, ofrecen un servicios a mujeres que se sienten más seguras llevadas por mujeres. De Sanctis pasó dos meses con ellas, asistiendo a sus clases de conducir, de inglés, de defensa personal, de conocimiento de su cuerpo... Y eso es lo que retrató, la complicidad, los vínculos que se crean, sus momentos de risas y de reflexión, desde una intimidad que compartió con ellas. Comenta que al principio tenía que explicarlo más, luego la foto salía sola.

Una de las clases de la Fundación Azad donde se enseña a las chicas a conocer su propio cuerpo.Serena de Sanctis

Así, en la muestra de 19 imágenes que se exponen en la Fnac del Triangle de Barcelona hasta el 30 de noviembre —bajo el marco del festival de fotografía documental DOCfield— y que viajará a Madrid, Zaragoza, Valencia y Bilbao hasta verano de 2018, da una visión positiva de la lucha de las indias por ocupar el lugar que les corresponde y no pertenecer ni a su padre ni a su marido ni a sus hijos. No es un camino fácil, la conducción no es una profesión habitual para las mujeres y la presión social es muy fuerte. De Sanctis cuenta que los responsables de la fundación saben que aproximadamente llegan al final de la preparación la mitad de las que empiezan, sobre todo por las trabas que les ponían las familias, en ocasiones muy conservadoras. Actualmente hay unas cuatrocientas taxistas formadas por Azad.

La fotógrafa, que ha colaborado con The New York Times, The Washington Post, Financial Times o EL PAÍS, entre otros, diferencia los casos. Por ejemplo, en una de las instantáneas se ve una mujer con su bebé, de ella nunca supo si acabó su formación, su padre era muy violento y no aceptaba la decisión de su hija. En otra, sin embargo, se muestra a alguien abriendo un coche en la oscuridad, es una de las taxistas que tuvo el apoyo de su pareja, juntos compraron el coche con el que hoy trabaja ella.

Pero la historia que dejó prendada a De Sanctis fue la de Rupa Swati, a la que conoció en la parte de su trabajo que desarrolló en Bombay. Swati demuestra que cuando las mujeres se sienten independientes, dejan de tener miedo y no hay quien las pare.

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