Cambiar vidas a 4.000 metros de altura

El documental peruano 'La señal' muestra la hazaña de un maestro en una escuela rural de Arequipa

Fotograma de 'La señal'.

El profesor Julio Machaca Chuquimamani enseña en la misma institución hace 27 años por decisión propia. Cada lunes sale a las cuatro de la mañana de la ciudad de Arequipa, al sur de Perú, toma dos buses y luego recorre 37 kilómetros en una motocicleta donada para encontrarse con sus alumnos a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. La señal, el documental de Leandro Pinto, detalla el innovador trabajo de Machaca para cumplir la currícula educativa aprovechando el entorno natural y la Reserva de Salinas y Aguada Blanca. El largometraje de 90 minutos ha sido estrenado en l...

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El profesor Julio Machaca Chuquimamani enseña en la misma institución hace 27 años por decisión propia. Cada lunes sale a las cuatro de la mañana de la ciudad de Arequipa, al sur de Perú, toma dos buses y luego recorre 37 kilómetros en una motocicleta donada para encontrarse con sus alumnos a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. La señal, el documental de Leandro Pinto, detalla el innovador trabajo de Machaca para cumplir la currícula educativa aprovechando el entorno natural y la Reserva de Salinas y Aguada Blanca. El largometraje de 90 minutos ha sido estrenado en la capital peruana y ganó el Premio del Público en el vigésimo Festival de Cine de Lima en agosto.

Las imágenes de La señal han sido intervenidas por animaciones de dibujos y figuras de plastilina hechas por los 18 alumnos de la escuela multigrado 40599 Nuevo Pillones. Están el zorro que aúlla a la luna ilustrado por Neftalí Cayllahua, el cielo estrellado de Julián Cayllahua, el pato en el paisaje de Josué Lazarte o la basura al pie de la carretera dibujada por Analí Lazarte.

La señal aborda la dificultad de enseñar en una comunidad aislada y sin recursos, una situación que se agravó cuando la comunidad fue desplazada por Egasa, una empresa de generación eléctrica que construyó una represa. La compañía construyó entonces una nueva escuela con un material barato que no protege del frío en un terreno que no saneó. “La empresa resolvió la titularidad de los terrenos que inundó, pero no el de la escuela. En el aula es más frío que afuera”, explica Pinto a EL PAÍS. La escuela anterior fue levantada por los padres de familia en faenas comunales en un área protegida del frío por los cerros.

“Se comprometieron al traslado de la comunidad pero lo hicieron en condiciones deplorables: hicieron las instalaciones de agua, pero no la conexión, por eso los niños deben ir con baldes y carretillas a un manantial a buscar agua”, añade el realizador argentino que reside en Perú desde hace un par de décadas. Uno de los padres de familia cuenta en el documental que la empresa puso sus condiciones para reubicar la comunidad en un acuerdo verbal y no en un documento legal. 

Amor al trabajo

Machaca da la vuelta a lo adverso y organiza su clase de manera que en invierno permanezcan lo menos posible en el aula y la clase continúe en el campo. Después de una jornada de chacu –una especie de rodeo de vicuñas (camélidos andinos) para trasquilar la lana- hacen cálculos matemáticos de lo que podrían ganar sus padres al venderla por peso. A la vez, reflexionan sobre la prohibición de la caza furtiva y el valor de la naturaleza.

La Reserva Nacional paisajística Salinas Aguada Blanca es también la locación del filme, formada por nevados, lagunas y humedales donde viven 43 variedades de aves acuáticas, algunas de ellas, migratorias. Un especialista y un guardaparque conversan con los alumnos, que estudian de primer a sexto grado con el mismo profesor, y aprenden los cambios en el entorno de acuerdo al ciclo de la lluvia. En las salidas al campo y en el aula, los niños demuestran su conocimiento de plantas medicinales, a las que recurren. “Muy pocas veces la posta ha velado por nuestra salud”, comenta el maestro.

Los niños residen a unos 10 ó 15 kilómetros de la escuela y por eso construyeron un albergue al lado, donde permanecen internados de lunes a viernes, al igual que el profesor. Las madres de familia se turnan un mes por año en la preparación de las comidas, y el maestro recibe un pago mensual por seis horas diarias de 460 dólares pese a que asume actividades extracurriculares por las tardes.

Uno de los padres de familia cuenta que quizá su hija llegue a ser profesional, zootecnista o agrónoma porque le gusta el trabajo con las alpacas. El docente dice en contraste que tiene buenos alumnos en matemáticas o comunicaciones, pero por “falta de apoyo económico, muchos no pueden ir a estudiar a la ciudad. Creo que estoy formando buenos chicos aquí, con autoestima y valores, siempre he tenido la expectativa de que sean útiles para la sociedad”.

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