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‘Outlander’ quiere cambiar la historia

La segunda temporada de la serie traslada a los protagonistas a la corte francesa del siglo XVIII

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Viajar en el tiempo, enamorarse ferozmente e intentar cambiar el curso de la historia no son asuntos menores. Lo saben bien los seguidores de Outlander, la coproducción británico-americana que este domingo (22.15) estrena su segunda temporada en Canal + Series en versión dual. Al igual que Juego de tronos, la serie está basada en populares novelas homónimas (en este caso firmadas por Diana Gabaldon), por lo que a los adictos a los libros se han unido quienes descubrieron esta historia a través de la televisión.

Allí también descubrieron a sus desconocidos protagonistas, la irlandesa Caitriona Balfe y el escocés Sam Heughan, una de esas parejas que consiguen que la pantalla se incendie cuando están juntos. Interpretan a Claire Randall y Jamie Fraser, que se conocen en el siglo XVIII después de que Claire viaje en el tiempo desde su vida como enfermera tras la II Guerra Mundial a la Escocia de 1743, dos años antes del levantamiento jacobita. Inevitablemente se enamoran y con la ventaja que otorga saber 200 años de historia, Claire intenta cambiarla con la ayuda de su nuevo amor. En los nuevos capítulos, los protagonistas se instalarán en la corte del rey francés Luis XV para tratar de cambiar el negro futuro que espera a los clanes escoceses en su lucha contra el ejército inglés.

Si en la primera temporada el guion estaba lleno de violentos giros que dejaban sin aliento al espectador, en la segunda todo resulta mucho más pausado pero también psicológicamente más intenso. “Ellos han cambiado desde que se conocieron. Él ha sido sometido a torturas horrendas y eso le ha marcado. Además ahora va a ser padre y eso le supone una grandísima responsabilidad. Ella, que debería ser muy feliz porque por fin está embarazada, sufre porque sabe que él sufre, y está ansiosa tratando de modificar el curso de la historia. Eso les alejará, pero al mismo tiempo creará situaciones muy intensas e interesantes”. Así resumía esta segunda temporada Caitriona Balfe durante un encuentro con EL PAÍS en Londres al que también asistía su compañero de reparto.

La misma química que parecen tener en la pantalla se respira cuando uno está frente a ellos. Las bromas no cesan y está claro que las muchas horas que han pasado juntos en los rodajes les han convertido, como mínimo, en buenos amigos. Él además, cuida de su compañera, sobre todo cuando sale a relucir su pasado de una década como modelo, ese contra el que ella misma tiene que luchar desde que hace seis años decidiera regresar a la interpretación. “Creo que hoy todos los actores han tenido otro pasado laboral antes de llegar a serlo: camareros, modelos, lo que sea, es lo normal”, sentencia a la defensiva Heughan, quien, al contrario, ha tenido la suerte de dedicarse al teatro desde su adolescencia. Sin embargo, Balfe sabe que ser modelo te marca. “Mark Ruffalo fue camarero, Brendan Gleeson fue profesor de geografía. Sin embargo en sus currículos nunca ves escrito actor y exprofesor. En el mío siempre: actriz y exmodelo. Por alguna razón ser modelo no se considera una profesión sino una característica de la personalidad y es agotador. Fue un trabajo, trabajé como modelo, no soy modelo”, dice Balfe. No obstante, se niega a catalogarlo de sexismo y prefiere cerrar el asunto: “no me molesta, ahora hago lo que me gusta y lo agradezco”.

A ella la veremos en mayo en su primera gran película, Money Monster, a las órdenes de Jodie Foster y compartiendo pantalla con Julia Roberts y George Clooney. “Un sueño trabajar a las órdenes de alguien que sabe tanto de cine tanto desde el punto de vista técnico como interpretativo”, dice Balfe. Heughan tiene una película pequeña pendiente de estreno y planea regresar al teatro en cuanto pueda.

Del anonimato a la fama

Para ambos Outlander ha supuesto un antes y un después en su carrera. En el caso de Sam Heughan, le ha dado a conocer en su Escocia natal, donde se han filmado la mayoría de los capítulos y donde llevaba dedicado al teatro desde la adolescencia. "Rodar en Escocia ha sido como ver cumplido un sueño de infancia, como meterme en uno de aquellos libros de historia que leíamos de pequeños", confesaba el actor, de 35 años. Para ella, irlandesa de 36 años, la serie ha sido un terremoto vital. "Me ha dado una vida como actriz de la que antes carecía. Llevaba cuatro años peleando por demostrar que podía ser actriz y Claire me ha abierto todas las puertas".

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