crítica de 'menú degustación'

Otra hamburguesa basura

La película de Roger Gual se suma al desolador panorama cinematográfico culinario con un infame acercamiento al universo de Ferrán Adrià

Clàudia Bassols y Jan Cornet, en 'Menú degustación'.

En un tiempo en el que la alta cocina reina en todo tipo de medios de comunicación, desde la prensa dominical a las horas de máxima audiencia televisiva, el cine español intenta aprovecharse de la situación con sucesivos productos a la medida del lujo y el estilo culinario. Sin embargo, el contraste resulta notorio cuando, en general, son las comedias románticas blancas para paladares poco exquisitos y de consumo extrafácil las que dominan en las tentativas; es decir, hamburguesas cinematográficas que ilustran platos de opulenta composición.

Menú degustación, tercera película d...

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En un tiempo en el que la alta cocina reina en todo tipo de medios de comunicación, desde la prensa dominical a las horas de máxima audiencia televisiva, el cine español intenta aprovecharse de la situación con sucesivos productos a la medida del lujo y el estilo culinario. Sin embargo, el contraste resulta notorio cuando, en general, son las comedias románticas blancas para paladares poco exquisitos y de consumo extrafácil las que dominan en las tentativas; es decir, hamburguesas cinematográficas que ilustran platos de opulenta composición.

MENÚ DEGUSTACIÓN

Dirección: Roger Gual.

Intérpretes: Jan Cornet, Clàudia Bassols, Stephen Rea, Fionnula Flannagan, Marta Torné.

Género: comedia. España, 2013.

Duración: 81 minutos.

Menú degustación, tercera película del catalán Roger Gual, que había comenzado su carrera con dos platos de insólita madurez, Smoking room (2002) y Remake (2006), reincide en el desolador panorama culinario cinematográfico (exceptuando Bon appétit, de David Pinillos) con un infame acercamiento al universo de Ferrán Adrià (el relato tiene evidentes paralelismos con el cierre de su restaurante) y el Celler de Can Roca. Con continuos interludios musicales de relleno, que no le permiten llegar ni a la hora y veinte de metraje, enredos de baratísimo sainete, caso del intercambio de notas y anillos, y unos veinte minutos finales de absurda concienciación social, la película pretende emular comedias románticas de vidas cruzadas al estilo Love actually, pero más parece el peor de los episodios de Vacaciones en el mar, a la que calca en estructura, tono melifluo e indolencia sentimental.

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