'American Horror Story', asilo de pecadores
La segunda temporada atrapa y lo hace a golpe de efecto sin vergüenza ninguna. Si en la primera todo transcurría en una casa encantada donde una familia aparentemente de lo más normal sufría las maldades de fantasmas, en esta la acción transcurre en un manicomio católico en los años 60 repleto de asesinos, locos, poseídos... y todos ellos pecadores. De las incognitas de la primera temporada se pasa al horror directo de un lugar tétrico, donde la maldad parece residir en todos los personajes, cada cual con sus motivaciones.
AHS Asylum es la religión contra la ciencia. Una religión anticuada y trasnochada contra una ciencia insana. Y es un gran homenaje al género. Muy cuidada en su ambientación, música (grandes temas de los 60 y bandas sonoras de películas de terror) y decorados carcelarios (cómo se nota cuando hay dinero durante la producción), las referencias directas (y en la cabecera) a clásicos son constantes. En tan solo dos capítulos los espectadores pueden acordarse de películas como Freaks (el personaje de Pepper), El silencio de los corderos, El exorcista, La naranja mecánica, Viernes 13 o cualquier película slasher.
Probablemente no sea la mejor serie de la historia, pero todo lo que propone es muy bienvenido: golpes de efecto, un montaje frenético, grandes interpretaciones y un punto bizarro y turbador que hace que nos revolvamos en el asiento. Pero como pecado televisivo es excelente.
Más información:
Entrevista con Taissa Farmiga: "American Horror Story' no es una serie para todo el mundo", por NATALIA MARCOS
El horror, el horror..., por Toni García
Pincha aquí para ver los primeros cinco minutos de American Horror Story: Asylum
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