Katalin Karikó: “Uno de los pacientes que respondió a la vacuna de ARN tenía metástasis y, aun así, sus tumores desaparecieron”
La pionera de las inmunizaciones de ARN mensajero reflexiona sobre nuevos tratamientos contra virus, bacterias y cáncer
Katalin Karikó (Kisújszállás, Hungría, 68 años) es una de las artífices de las vacunas de ARN mensajero, que han salvado millones de vidas en todo el mundo. Superada la pandemia de la covid, esta potente tecnología será ahora la base de nuevas inmunizaciones contra otras enfermedades infecciosas, y posible...
Katalin Karikó (Kisújszállás, Hungría, 68 años) es una de las artífices de las vacunas de ARN mensajero, que han salvado millones de vidas en todo el mundo. Superada la pandemia de la covid, esta potente tecnología será ahora la base de nuevas inmunizaciones contra otras enfermedades infecciosas, y posiblemente también contra dolencias crónicas como el cáncer.
A finales de los años 70 del pasado siglo, esta bióloga molecular emigró a Estados Unidos junto a su marido y su hija de dos años. Llevaban todos sus ahorros escondidos en un osito de peluche —unos 1.200 dólares de la época—.
Desde entonces Karikó trabajó a contracorriente y sin financiación. Buscaba la manera de convertir el ARN, una molécula complementaria del ADN que hace casi todo el trabajo de la vida, en una terapia. En 2005 demostró junto a su compañero en la Universidad de Pensilvania Drew Weisman que modificar una sola letra en la secuencia del ARN mensajero permite que esta molécula no provoque una potente reacción inmunitaria. Unos años después, Moderna y BioNTech fundamentaron en este hallazgo sus inmunizaciones de ARN mensajero contra la covid, conseguidas en tiempo récord.
Lo primero que sorprende de Karikó es la humildad que transmite desde la primera frase de la entrevista, celebrada en Madrid, donde recibió el Premio Lección Conmemorativa de la Fundación Conchita Rábago de Jiménez Díaz. La científica dice con resignación que desde 2020 le han dado más de 100 galardones y que su periplo por el mundo seguirá varios meses, entre otras cosas, para ser investida doctora honoris causa por Harvard y Princeton, dos de las mejores universidades del mundo. Durante su carrera, en cambio, Karikó no llegó a ser catedrática de su propia universidad. De hecho, la institución estuvo a punto degradarla porque no conseguía fondos y malvendió sus patentes sobre ARN mensajero. Karikó ha renunciado a su puesto como vicepresidenta de BioNTech, empresa a la que permanecerá vinculada como asesora; y explica que comienza una nueva etapa de su vida. Es una de las más firmes candidatas a ganar el Nobel.
Pregunta. Después de tanto tiempo trabajando fuera de los focos, ¿cómo se siente ahora con tantos reconocimientos?
Respuesta. Simplemente, asumo que es lo que toca. Usted hará su trabajo escribiendo esta entrevista y juntos intentaremos educar a la población, que es lo importante. Tenemos que encontrar la forma de explicar asuntos complejos y captar la atención de los más jóvenes. Cada vez hay menos que quieren hacer ciencia. Es un trabajo duro, que no responde a horarios. La principal satisfacción es llegar a comprender conceptos esenciales. Es algo que no entiendes hasta que no lo intentas, y cada vez menos chavales lo hacen. Prefieren el dinero rápido, pero no saben que el dinero no les dará la felicidad.
P. ¿Usted ha sido feliz?
R. Inmensamente. Me sentía una ganadora. El éxito era ir progresando en los experimentos: hallar la forma de producir más proteína con el ARN, modificar la secuencia y que funcione mejor, ver que da resultados en animales. El único problema era que no conseguía financiación. A mí me intentaron degradar cuatro veces. Si no lo hubieran hecho, no sería quien soy. Compadecerse y lamerse las heridas no sirve de nada. Lo único que importa es el siguiente paso que das.
P. ¿Cuál será su siguiente paso?
R. No voy a volver a la investigación académica porque nunca tuve éxito en ese mundo. La Universidad de Pensilvania me jubiló hace 10 años, aunque me mantienen con el título de profesora adjunta. Ya no trabajo allí. Ahora empiezo un nuevo capítulo de mi vida. Obviamente, tengo miedo de que sea el último. En BioNTech tengo mi propio equipo. Sigo colaborando con ellos en el desarrollo de ensayos clínicos, pero solo como asesora. Ellos ya saben lo que tienen que hacer y además tienen dinero para conseguirlo.
P. Después de las vacunas contra la covid ¿cuáles serán las próximas?
R. Antes de la pandemia, tanto Moderna como BioNTech estaban trabajando ya en una vacuna de ARN mensajero contra la gripe. Esta será probablemente la próxima, junto a la del virus respiratorio sincitial, que está desarrollando Moderna. Esta empresa tiene además dos ensayos en marcha de una vacuna contra el VIH y también contra el virus de Epstein-Barr, que podría ser la causa de la esclerosis múltiple. Hay además una nueva vacuna experimental contra el nipah [un virus emergente en Asia que tiene una mortalidad de entre el 40% y el 75%]. Es interesante que tanto Moderna como BioNTech han anunciado que están desarrollando vacunas de ARN contra el herpes zóster. Ya existe una, pero cuesta unos 800 euros. La ventaja de las vacunas de ARN mensajero es que son baratas y se pueden desarrollar muy rápido.
P. ¿Las vacunas de ARN mensajero solo tienen aplicaciones contra los virus?
R. No. También pueden ser muy útiles contra infecciones causadas por bacterias. Hay una vacuna experimental en desarrollo contra la borreliosis, que se transmite con la mordedura de una garrapata, y otra contra la encefalitis transmitida por garrapatas. En esta última hay una vacuna de ARN en fase de pruebas en animales que se basa no en inmunizar contra proteínas del patógeno, sino contra proteínas que están en la saliva de las garrapatas, de forma que generan inmunización desde el momento en el que el insecto muerde. Y además tenemos la vacuna de ARN mensajero contra la malaria.
P. Hace unos días BioNTech presentó resultados prometedores de una vacuna de ARN contra el cáncer de páncreas, el más letal ¿Qué podemos esperar de ella?
R. Las empresas pioneras de las vacunas de ARN mensajero, como Curevac, fundada en 2000, y BioNTech, en 2008, comenzaron buscando inmunizaciones contra el cáncer. Es un largo proceso científico que se va corrigiendo a sí mismo a medida que hay nuevos resultados sobre el sistema inmune humano y la complejidad del cáncer. Los últimos resultados de BioNTech han mostrado que si el paciente tiene un tumor operable, es posible desarrollar una vacuna contra epítopos [proteínas] exclusivos del tumor. Esto es un avance porque se pensaba que en este tumor era imposible. Pero el tratamiento solo funcionó en la mitad de pacientes.
P. ¿Saben por qué?
R. No. Hay que tener en cuenta que los 16 pacientes de este ensayo clínico habían pasado por varias tandas de tratamiento con diversos fármacos. La vacuna era básicamente su última oportunidad. Su sistema inmune estaba ya muy débil, aunque seguía funcionando. Lo que necesitábamos era generar inmunidad mediada por linfocitos T asesinos [una clase de glóbulo blanco]. Ocho respondieron, y 18 meses después no vieron su cáncer reaparecer. Otros ocho no respondieron y sufrieron recaída. Uno de los pacientes que respondió tenía metástasis y, aun así, sus tumores desaparecieron. No sabemos por qué. Sí que observamos que los pacientes que no respondieron tenían tumores un poco más grandes. Este es un ensayo inicial con pocos pacientes, así que no podemos generalizar. Ahora hay que seguir acumulando información y entender por qué unas personas reaccionan y otras no. Así es la ciencia.
P. Hace unas semanas, un ejecutivo de Moderna vaticinó que algunas vacunas contra el cáncer podrían estar listas en cinco años, y los fundadores de BioNTech también hicieron declaraciones similares ¿Está de acuerdo?
R. De ninguna manera. Nadie debería decir esas cosas. El cáncer es demasiado complejo. Cada tipo de tumor tiene sus especificidades. Esas predicciones son muy dañinas para la gente que sufre cáncer. Es jugar con su esperanza. Cuando empecé en BioNTech en 2013, el cáncer de pulmón era prácticamente una sentencia de muerte. Después llegó la inmunoterapia de inhibidores de punto de control, que consiguió que cada vez más gente sobreviva a este tumor. Ahora sigue habiendo tumores que son invisibles para el sistema inmune y necesitamos más investigación para saber por qué. Lo bueno es que ahora hay muchísimo dinero para el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos basados en ARN mensajero.
P. ¿Podría el ARN mensajero ayudar a curar el alzhéimer y otras dolencias neurológicas?
R. El problema del ARN mensajero es que, por muy bien que lo envuelvas y lo encapsules, es muy difícil que atraviese diferentes tejidos, distintas capas de células. Tan pronto como encuentra una célula, esta lo capta, lee sus instrucciones y fabrica con ellas una proteína. Por eso es muy útil cuando necesitas secretar una proteína determinada, como la espícula del coronavirus. Pero si se trata de reemplazar una proteína que ya está ahí [el alzhéimer está asociado a la acumulación de dos proteínas disfuncionales, la amiloide y la tau], el ARN no puede ayudar. Nosotros hicimos la prueba introduciéndolo en el líquido cefalorraquídeo de ratones y vimos que el ARN mensajero nunca llegaba a las neuronas. Es difícil llevar el tratamiento a neuronas amenazadas por el alzhéimer o el párkinson. No digo que no se pueda, pero hace falta mucha investigación. Dicho esto, sí se ha visto efectividad en la médula espinal. Y también en el tratamiento de la amiloidosis y el fallo cardiaco.
P. Su hija, Susan Francia, es remera y ganó dos medallas olímpicas con Estados Unidos. Usted compara la ciencia con este deporte ¿Por qué?
R. ¿Se ha fijado que se rema de espaldas al sentido de la marcha? Así también es la ciencia. No sabes a dónde vas. Ni siquiera sabes que hay una meta. Solo sabes que tienes que seguir.
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