Conchi Serrano, líder del proyecto europeo contra la lesión medular: “Esta enfermedad se podrá curar”
La bióloga molecular coordina la iniciativa de la UE para crear el primer material que regenere el sistema nervioso
Conchi Serrano (Madrid, 44 años) lidera uno de los mayores esfuerzos de Europa para intentar curar las lesiones de médula espinal. Hasta medio millón de personas en todo el mundo sufren esta dolencia, que no solo causa parálisis parcial o total, sino también un ataque al correcto funcionamiento de otros órganos, provocando fallos renales, circulatorios y dolor crónico. Estas lesiones, en su inmensa mayoría debidas a accidentes, aunque también a tumores e infecciones, cortan la extensión del sistema nervioso que sale del cerebro y discurre por dentro de la columna vertebral enviando todas las ó...
Conchi Serrano (Madrid, 44 años) lidera uno de los mayores esfuerzos de Europa para intentar curar las lesiones de médula espinal. Hasta medio millón de personas en todo el mundo sufren esta dolencia, que no solo causa parálisis parcial o total, sino también un ataque al correcto funcionamiento de otros órganos, provocando fallos renales, circulatorios y dolor crónico. Estas lesiones, en su inmensa mayoría debidas a accidentes, aunque también a tumores e infecciones, cortan la extensión del sistema nervioso que sale del cerebro y discurre por dentro de la columna vertebral enviando todas las órdenes al resto del cuerpo. La gente con la médula espinal seccionada tiene hasta cinco veces más riesgo de morir de forma prematura.
Serrano coordina Piezo4Spine, un proyecto de la Unión Europea en el que participan centros de investigación y empresas de España, Alemania, Italia, Bélgica, Austria y Portugal financiado con 3,5 millones de euros. Su objetivo es desarrollar nuevos materiales biológicos capaces de simular a la perfección el funcionamiento de la médula espinal. Estos implantes basados en nanotecnología podrían reparar los extremos seccionados de la médula de forma que las órdenes del cerebro vuelvan a circular libremente hasta todos los órganos.
En esta entrevista, la bióloga molecular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y estrecha colaboradora del Hospital de Parapléjicos de Toledo explica el enorme reto que supone reparar el sistema nervioso y cómo pretende conseguirlo, en parte, con ayuda de los descubrimientos de un reciente premio Nobel.
Pregunta. ¿Por qué es tan difícil reparar la médula espinal?
Respuesta. Porque tratamos con el sistema nervioso central, el más complejo y desconocido del cuerpo humano. Nosotros podemos trasplantar un hígado, pero no un cerebro. En el cerebro hay funciones superiores que no sabemos aún cómo funcionan ni dónde radican exactamente. Y luego el cerebro está conectado con todo, imagínate reconectarlo de nuevo con todo nuestro cuerpo, es imposible.
P. ¿Y la médula?
R. La médula espinal no es un simple cable que sale del cerebro y distribuye sus órdenes por todo el cuerpo. Tiene entidad y toma sus propias decisiones; siempre supervisadas por el encéfalo, claro. Y tiene ramificaciones nerviosas que llegan a todos los rincones del organismo. Es imposible reconectar todo eso; en parte porque no sabemos del todo cómo funciona. Lo que le pasa al sistema nervioso central es que está tan diferenciado y es tan sofisticado que cuando se daña no hay posibilidad de reemplazarlo. En la piel tenemos células madre que pueden reparar una herida por completo, incluso podemos hacer trasplantes de piel, pero en el sistema nervioso central no hay apenas células madre. Nuestro objetivo es desarrollar materiales que ayuden al sistema nervioso central a regenerarse después de una agresión, por ejemplo, tras un accidente, que es la causa de más del 60% de las lesiones de médula. Luego hay un pequeño porcentaje de causas no traumáticas, por ejemplo lesión en la médula espinal como consecuencia de un tumor que presiona la médula y la comprime. También hay infecciones bacterianas o virales que entran en el sistema nervioso central e inflaman, bien el cerebro, bien la médula espinal.
P. ¿Y se puede dar el mismo tratamiento a todos los pacientes?
R. La supervivencia de los lesionados medulares está aumentando, su calidad de vida ha mejorado de manera significativa con respecto a hace 30 años, por ejemplo. Pero este es otro de los problemas que afrontamos: cada lesión medular es diferente. Esto no es como la diabetes, donde el tratamiento es más uniforme. La médula espinal es muy extensa y todo depende de dónde se produce la lesión, si la médula se ha cortado por completo o queda algún fragmento de conexión, cuántos problemas causa hacia arriba y hacia abajo y también en el propio nivel de lesión.
P. En febrero del año pasado, tres parapléjicos en Suiza volvieron a andar gracias a un implante eléctrico ¿Esto será posible algún día en España?
R. El médico Grégoire Courtine, quien ha liderado esa investigación, llevaba más de 20 años trabajando en este tema. Después numerosos ensayos en ratas, comenzó un ensayo clínico en unos pocos pacientes en 2014; y los primeros resultados están saliendo ahora. También hay que tener en cuenta que los tres pacientes tratados hasta ahora no son personas cualesquiera, sino que antes de sus accidentes llevaban una intensa vida deportiva. Estaban en forma y muy motivados; empeñados en luchar por su cuerpo. Además, se les sometió a un proceso de entrenamiento motor de cinco a seis meses de duración, con cuatro o cinco sesiones por semana, muy intenso, tras implantarles un electrodo epiduralmente, sin tocar la médula espinal, pero cerca, y con unos protocolos muy complejos de estimulación eléctrica. Y con ese complejo entrenamiento motor y estimulación eléctrica, han sido capaces de recuperar algo de movimiento. No están caminando como nosotros, pero es fascinante lo que han conseguido: volver a caminar, montar en bicicleta e incluso a nadar. ¿Esto quiere decir que algún día todos los lesionados podrán hacer lo mismo? Nos estamos acercando. Claramente podemos ser optimistas, pero todavía quedan muchos años, yo diría décadas, hasta que podamos decir a cualquier lesionado medular: tranquilo, que en poco tiempo vas a recuperar la movilidad.
P. Su objetivo ahora es intentar regenerar la médula ¿Cómo?
R. Desde 2013 buscamos un material tridimensional que imite al máximo la médula espinal. Tiene que ser mecánicamente muy suave y poroso para que puedan infiltrarse las células que van a regenerar el tejido dañado. Y además intentamos cargar nuestro biomaterial con factores neurotróficos, compuestos bioquímicos que promueven el crecimiento de las neuronas y sus ramificaciones. Primero intentamos hacerlo con materiales de grafeno, pero las ratas no consiguen mejorar lo suficiente. Y es que nosotros en el cuerpo no tenemos grafeno, aunque sí carbono. Así que ahora vamos a usar hidrogeles con polímeros naturales como el colágeno, compuestos por azúcares o proteínas, y que están presentes en todo el reino animal. Creemos que este material va a ser más similar a nuestros tejidos. Lo vamos a cargar con compuestos terapéuticos utilizando como vehículos transportadores nanopartículas de óxido de hierro, con las que llevamos trabajando más de 20 años. Dentro del mimo proyecto, el equipo liderado por Lino Ferreira en Portugal ensayará otro tipo de nanopartículas. Y una empresa alemana, Black Drop, será la encargada de crear los hidrogeles mediante impresión 3D. Y tenemos otros cuatro equipos más involucrados, con tareas específicas asignadas.
P. Ustedes tenían la idea de apoyarse en un descubrimiento reciente, ¿no?
R. Sí. La diana a la que vamos a dirigir nuestras matrices terapéuticas se llaman “mecanorreceptores piezo”. Los descubrió Ardem Patapoutian, que recibió por ello el premio Nobel de Medicina junto a David Julius hace solo dos años. Ya se sabía desde hacía décadas que existían este tipo de receptores en bacterias, en ranas, en sapos, incluso en pollos, pero no se habían descrito en mamíferos. Ardem fue el primero en hacerlo y demostró que hay proteínas en la membrana de nuestras células que son capaces de sentir fuerzas mecánicas, presión por ejemplo. Como te puedes imaginar, esto está directamente relacionado con nuestros sentidos. Nosotros somos capaces de sentir contacto en todo el cuerpo y mantenernos erguidos gracias a este sistema.
P. ¿Cuándo tendrán resultados?
R. Este es un proyecto de investigación básica centrado en una idea radicalmente nueva. Hemos empezado en enero de este año y el proyecto dura cuatro. Ya contamos con comenzar con ensayos en animales: ratas con la médula lesionada. Si todo funciona perfectamente y nuestras hipótesis resultan ciertas, al final del cuarto año sabremos si esas ratas reparan la médula y recuperan sus funciones, digamos en un 80%, por lo menos. Si eso fuera así, anticipo otro proyecto de cuatro años más para afianzar los resultados preclínicos. Y después ya podríamos empezar a valorar las opciones de ensayos clínicos con humanos, que llevan varios años más. Este es un proyecto a medio-largo plazo, como lo era el de Courtine en Suiza.
P. ¿Usted cree que la lesión medular se podrá curar algún día?
R. Sí. Creo que todas las patologías que existen, todas las enfermedades, se podrían llegar a curar. Pienso en el cáncer, la diabetes, la lesión medular, la enfermedad de alzhéimer; todo lo que es patología significa un fallo en el funcionamiento del organismo. Tarde o temprano el ser humano va a ser capaz de averiguar lo que está fallando y después desarrollar una cura. Estoy convencida de que para la mayor parte de las patologías seríamos o seremos capaces de encontrar una cura.
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