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Roseana Murray, poeta: “Con la lectura aprendes a empatizar”

La brasileña, autora de 130 libros y activista para que el alumnado de la red pública lea, sobrevivió a un ataque de perros pitbull en 2024

La poeta y escritora Roseana Murray, el pasado 15 de agosto en una librería de São Paulo.
Naiara Galarraga Gortázar

Durante dos décadas largas, la poeta y escritora brasileña Roseana Murray (74 años, Río de Janeiro) ha recibido alumnos de escuelas públicas en el porche de su casa para leer juntos mientras disfrutan de un delicioso desayuno casero. Prolífica, calcula que ha publicado unos 130 libros. Es una de esas personas que irradia vitalidad incluso ante las peores tragedias. Risueña y resiliente. Bien lo saben los 50.000 que la siguen en Instagram y los que acuden en São Paulo a la presentación de Anjos, donde sus poemas evocan a los ángeles de la memoria, los cotidianos y los que le salvaron la vida en 2024, cuando fue atacada por unos pitbull. Perdió el brazo derecho. Estoica, retomó su vida y su obra. Meses después, perdió a su compañero de vida, Juan Arias, veterano corresponsal y columnista de este diario.

Pregunta. ¿Se siente cómoda en la etiqueta activista de la lectura?

Respuesta. Sí, claro. He formado a muchos lectores que no tenían costumbre de leer y, con mis libros, empezó a gustarles la poesía. Son ya tres generaciones de lectores y unos 130 libros porque parte los regalo para que los bajen gratis de la web. Son ilustrados. Lindos.

P. ¿Cómo nacieron los desayunos de lectura en su casa?

R. Cuando me mudé a Saquarema [un pueblito costero de Río de Janeiro], con Juan Arias, hace más de 20 años, me ofrecí a una escuela cercana para organizar lecturas durante un año. Venía de trabajar en un gran proyecto de lectura donde aprendí casi todo. Los alumnos tenían 14-15 años. Empecé con muchos, luego quedaron los realmente interesados. Leíamos de todo, sin distinguir entre literatura juvenil o de adultos. Era genial. La secretaria municipal de educación se enteró y me abordó atónita: ‘¿Cómo lo has conseguido?’. ‘Leo con ellos’, contesté”.

P. Suena sencillo.

R. La buena literatura se compone de varias capas. Aprendieron a profundizar en esas capas con un cuento, un poema, un artículo de periódico... Yo quería transmitirles el secreto, la magia. Ya decía Cortázar que el cuento le tiene que dar un puñetazo al lector, dejarlo KO.

P. Su idea cuajó.

R. El proyectó acabó y yo me pasé un año llorando por dentro. Y un día lo anuncié en Facebook. Resultó maravilloso. Desde entonces nunca he dejado de tener cola para venir a los desayunos, a veces desde lugares realmente lejanos. Me dedico a las escuelas públicas, no a las privadas, que son un negocio.

P. ¿Quién le contagió a usted la pasión por la lectura?

R. Un tío mío me traía libros. Mis padres eran judíos polacos. Llegaron a Brasil antes de la guerra, por suerte. Era una casa austera, no tenían mucho dinero para libros. Pero mi abuela tenía la colección Tesoro da Juventude. Podía leerlos, pero ¡sin sacarlos de su casa!

P. Dice que leer es el momento más transformador en la vida. ¿Por qué?

R. Aprendes a ser otra persona. Es un proceso acumulativo. Vas relacionando lo cercano con lo lejano, fertilizando tu conocimiento. Con la lectura aprendes a empatizar.

P. Hablemos de 2024, su año maldito. ¿Quisiera tener una varita para eliminarlo de su vida?

R. No, no, no lo borraría, crecí. Salí mejor, creo, mucho más activista. Gané una nueva vida. Estoy convencida de que la vida es caos. Puede pasar cualquier cosa y todo sirve de algo. Con mi accidente, Juan empeoró. Era una muerte anunciada. Tenía un problema renal, escogió no someterse a diálisis y morir en casa. Estuve de acuerdo. Hicimos todo juntos.

P. ¿De dónde saca esa fuerza?

R. Es mi manera de ser, pero no siempre fui así. Tuve un primer matrimonio muy malo. Y cuando lo dejé, tardé en reencontrarme conmigo misma. Tenía 42 años.

P. ¿Quiénes son sus ángeles?

R. De niña, creía en los ángeles de la guarda. Siempre me han acompañado como una hermosa metáfora, porque en realidad, todos somos el ángel de alguien. Los ángeles que me salvaron en el hospital, el maratonista que paró a los perros…

P. Con el ataque, descubrió la sanidad pública, contó entonces.

R. Nunca la había usado porque tenía seguro médico. Y es realmente impresionante. Me llevaron en helicóptero a un hospital público especializado en traumatología. En uno privado, habría muerto. Reunieron un equipo con muchos médicos que me salvaron.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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