Brasil aprueba un ajuste fiscal descafeinado tras una semana de pánico en el mercado financiero
El plan inicial del Gobierno era ahorrar 12.000 millones de dólares en dos años, pero con los cambios impuestos por los congresistas el ajuste perdió fuerza
Los congresistas brasileños aprobaron el viernes in extremis, antes de las vacaciones de Navidad, el paquete de normas que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva propuso hace un mes para atajar la deuda pública y calmar al mercado. Al principio, el ajuste previsto era de casi 12.000 millones de dólares a lo largo de 2025 y 2026, pero los parlamentarios realizaron tantos cambios en el texto que la cifra final puede que sea sensiblemente menor. La aprobación llega tras una semana de desconfianza en el mercado financiero en que el dólar llegó a cambiarse por 6,27 reales, un récord histórico.
El Congreso brasileño tiene mayoría bolsonarista, y para el Ejecutivo de Lula cada ley que sale adelante cuesta sangre, sudor y lágrimas. Más aún cuando algunas propuestas requieren modificar la Constitución, como en este caso, para tocar la ley del salario mínimo. Este es uno de los temas más sensibles y que más tensiones ha generado dentro de la izquierda. Con la nueva norma, el salario mínimo (que hoy en Brasil es de 1.412 reales, 230 dólares) podrá subir por encima de la inflación, pero como mucho un 2,5% del aumento del gasto primario. También se han restringido las normas para acceder a programas sociales, como en el caso de la paga que se da a las personas con deficiencia, que ahora sólo podrán recibir quienes demuestren tener una deficiencia “moderada o grave”.
En cambio, la propuesta del Gobierno para acabar con los llamados “supersalarios” (las artimañas de los altos funcionarios para cobrar por encima del techo salarial) ha quedado desfigurada. La propuesta para recortar el millonario presupuesto de las pensiones militares y establecer en los 55 años una edad mínima de jubilación para los integrantes de las Fuerzas Armadas ni siquiera fue analizada.
Los congresistas sí se preocuparon de blindar el jugoso negocio de las enmiendas parlamentarias. una parte del presupuesto público que cada diputado puede designar al proyecto que más le convenga. Es algo previsto en la ley y cuyo uso como moneda de cambio está totalmente normalizado. De hecho, la gran paradoja es que, para aprobar el recorte al gasto público, el Gobierno ha tenido que sacar la billetera. Según fuentes de las negociaciones citadas por el diario Folha de São Paulo, el Gobierno ha comprometido al menos 3.000 millones de reales (casi 500 millones de dólares) del presupuesto de 2025 para convencer a los parlamentarios a votar a favor del ajuste.
A pesar de todas las modificaciones que el proyecto inicial sufrió en el Congreso Nacional, el ministro de Economía, Fernando Haddad, se esforzaba en ver el vaso medio lleno y este viernes afirmaba que el Congreso aprobó propuestas “dentro de sus posibilidades” y que los cambios no tendrán un gran impacto respecto al ahorro previsto inicialmente. Habrá que ver si el resultado final es suficiente para calmar al mercado financiero. La deuda de Brasil ya supera el 75% del PIB, y los inversores no parecen confiar en la capacidad del Gobierno para contener el creciente agujero fiscal.
Con las dudas sobre la dimensión del tijeretazo, esta semana el real se devaluó como nunca y el dólar tocó techo, pero además, los ánimos en la bolsa de São Paulo también estuvieron condicionados por la reciente hospitalización de Lula para tratar una hemorragia cerebral, justo en la recta final de las negociaciones para sacar adelante el plan de austeridad. Su rápida recuperación y una encuesta mostrando que si se presentara a las elecciones de 2026 vencería a cualquier adversario frustraron a la mayoría de agentes del mercado.
Para el Gobierno, tanto nerviosismo no está justificado. Alegan que la mayoría de datos macroeconómicos son positivos: el PIB crece muy por encima de lo que pronosticaba el mercado financiero a principios de año (el Banco Central ya prevé que 2024 termine con un crecimiento superior al 3,4% ), el desempleo está en el nivel más bajo desde 2012 (6,2% de la población) y la inflación, si bien no está dentro del objetivo oficial, tampoco está descontrolada; los precios han subido un 4,3 por ciento en lo que va de año. Además, Brasil tiene en estos momentos el número de pobres más bajo en más de una década. El año pasado, casi nueve millones de brasileños dejaron atrás las estadísticas de la miseria.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.