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El presidente Lula destituye al ministro de Derechos Humanos tras ser denunciado por acoso sexual

El filósofo Silvio Almeida es investigado por al menos cuatro casos tras las acusaciones de mujeres difundidas por la ONG Me Too Brasil

El ministro de Derechos Humanos de Brasil, Silvio Almeida, abraza al presidente Lula en su toma de posesión, en Brasilia
El ministro de Derechos Humanos de Brasil, Silvio Almeida, abraza al presidente Lula en su toma de posesión, en Brasilia, en enero de 2023.SERGIO LIMA (AFP)
Naiara Galarraga Gortázar

El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva se ha visto sacudido por un escándalo delicado y de enorme potencial dañino que el presidente intenta cortar de raíz. Lula ha destituido este viernes por la noche al ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, 48 años, después de que varias mujeres lo denunciaran por acoso sexual ante la ONG Me Too Brasil, que defiende las víctimas de violencia sexual y reveló el caso 24 horas antes. Una de esas denunciantes es, según diversos medios, Anielle Franco, de 40 años, ministra de Igualdad Racial. Él se declara inocente y víctima de una persecución. Horas después de que Lula afirmara en una entrevista “creo que su continuidad [del ministro Almeida] en el Gobierno no es posible”, el presidente lo ha recibido en Brasilia para pedirle su renuncia. Ante la negativa, lo ha destituido, una decisión oficializada por Presidencia en una nota en la que solo anuncia la sustituta interina. El escándalo supone además una bomba atómica en el seno del movimiento negro brasileño.

La ministra Franco ha roto su silencio tras la salida de Almeida del Gobierno: “No es aceptable relativizar o disminuir episodios de violencia (…) Los intentos de culpar, descalificar, avergonzar o presionar a las víctimas para que hablen (…) solo alimentan el ciclo de violencia”, dice en una nota colgada en Instagram. Tras alabar “la contundente acción del presidente Lula”, ha añadido que colaborará con las investigaciones.

El mandatario ha prometido que la Policía Federal investigará las denuncias. A las cuatro de acoso sexual, se suman otras seis de acoso moral, según G1. Lula decía, por la mañana en Goiania, que “habrá que investigar correctamente, pero creo que su continuidad en el Gobierno no es posible porque, con alguien que está siendo acusado de acoso [sexual], el Gobierno no estaría a la altura de su discurso, de la defensa de las mujeres, incluidos los derechos humanos”. De vuelta en Brasilia, Lula se ha reunido con Almeida para resolver el asunto.

A que la denuncia sea por acoso sexual se suma el perfil del acusado y de la supuesta denunciante. Son probablemente los dos ministros más populares entre los progresistas brasileños. Además de sentarse juntos en el Gabinete ministerial, tanto Franco como Almedia entraron en política de la mano de Lula para dirigir sendas carteras muy conectadas con el activismo a favor de los derechos humanos, los derechos de las mujeres, de los negros, contra el racismo y la xenofobia… Ambos son negros y proceden de la sociedad civil. Ella es la hermana de la asesinada concejala carioca Marielle Franco. Él un filósofo, profesor universitario y autor de una obra esencial titulada Racismo estructural. Se le considera uno de los grandes pensadores negros de la actualidad.

En cuanto estalló el escándalo, el ahora destituido Almeida difundió un vídeo en el que se defiende las acusaciones. “Repudio con absoluta vehemencia las mentiras que se dicen contra mí (…) cualquier denuncia debe tener pruebas. Y lo que veo son conclusiones absurdas con la única intención de dañarme, [de] borrar nuestras luchas e historias”, dice en la grabación. El mismo jueves por la noche, el Gobierno informó de que el titular de Derechos Humanos había comparecido para dar explicaciones “sobre las denuncias publicadas en la prensa” ante el abogado general de la Unión y el contralor general.

Las denuncias originales, realizadas ante una ONG, son anónimas y no se conocen en detalle. Pero este viernes una mujer, identificada Isabel Rodrigues, ha publicado en Instagram un testimonio demoledor para el sospechoso. La profesora Rodrigues ha contado que, tras entablar amistad con Almeida y compartir algunos cafés, en 2019, durante un almuerzo con otras personas con las que habían mantenido una reunión de trabajo, él le metió la mano bajo la falda y le tocó sus partes íntimas. Cuenta que, avergonzada, no dijo nada. “Tardé en entender que había sido víctima”, explica antes de añadir: “Cuando alguien invade nuestro cuerpo, tenemos que pronunciarnos”.

Dado que la información confirmada sobre el caso es escasísima, Brasil se ha convertido en un hervidero de informaciones no oficiales. Los comentaristas analizan cada palabra, cada gesto y los silencios. Sin abrir la boca, la primera dama y asesora política de Lula dio la impresión de pronunciarse sobre el asunto antes de que amaneciera el viernes. Janja da Silva publicó en Instagram una foto en la que aparece abrazando a la ministra Franco y besándole la frente. La imagen fue inmediatamente interpretada como una muestra de apoyo firme de la esposa del presidente, que en los últimos años ha influido para él dé más espacio en su discurso político al feminismo y los males que genera el machismo.

Me Too Brasil apunta en su denuncia pública a otro aspecto delicado del caso, que las víctimas autorizaron a la ONG a llevar el caso a la prensa ante la falta de apoyo de las instituciones. “Como suele ocurrir en casos de violencia sexual que involucran a agresores en posiciones de poder, estas víctimas enfrentaron dificultades para obtener apoyo institucional para validar sus denuncias”, dice su nota.


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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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