Ximena Duque, una arquitecta silenciosa del futuro digital de Colombia
Desde Fedesoft, esta caleña impulsa la industria del software, le apuesta a la transformación digital del país y al posicionamiento de talento en la tecnología

Ximena Duque (Cali, 41 años) habla de la tecnología como si fuera una fibra que une al país o una palanca silenciosa capaz de transformar territorios y economías. Desde la silla de la presidencia de la Federación Colombiana de la Industria del Software y Tecnologías Informáticas Relacionadas (Fedesoft), que asumió en 2020, impulsa la industria digital en Colombia y tiene la firme convicción de que “invertir en software es invertir en el futuro del país”.
La estrategia que lidera en la Federación –que representa a 500 empresas del software y tecnologías de la información (TI) y hace parte del Consejo Gremial Nacional– tiene entre varios pilares el posicionamiento de la industria nacional, el cierre de brechas digitales, la formación de talento y la competitividad.
Bajo esa directriz, la organización ha formado y sensibilizado en habilidades digitales a 60.000 mipymes. Instalaron soluciones tecnológicas en 3.800 de ellas y han realizado mediciones de madurez digital para 11.000 más, con rutas concretas para su inserción tecnológica. También han llegado a 21 regiones del país con ruedas de negocios y planes de acción. En talento, uno de los pilares que Duque considera más urgentes, han reentrenado a 10.000 personas en habilidades digitales, conectándolas con la demanda real del mercado. En cuanto a exportaciones de servicios informáticos, alcanzaron el 10% del total de las exportaciones de toda Colombia; 16% por encima del 2023.
El programa que más orgullo le produce a Duque es el Concurso Nacional de Programación, que lleva nueve versiones. En la de este año participaron 494 colegios. Los estudiantes reciben capacitación de empresas y universidades, desarrollan un producto mínimo viable para resolver un problema alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Muchos chicos nunca se han subido a un avión y llegan a Bogotá a presentar su proyecto. Eso les cambia la vida”, dice sobre esta iniciativa que ve como un campo de oportunidades para que Colombia gane talento.
Abrir trochas y cerrar brechas
Su historia, sin embargo, comienza lejos de lo digital, un sector históricamente liderado por hombres y en el que las mujeres empiezan a romper estereotipos en cargos directivos. Es hija de una pareja con profundas raíces campesinas: su papá es de Río Frío, Valle del Cauca; su mamá, de La Merced, Caldas. Ambos crecieron en el campo antes de migrar a la ciudad y abrir camino a las nuevas generaciones: “Mis papás fueron los primeros en llegar a la ciudad, y yo soy la primera que estudia en la universidad”, recuerda.
Esos orígenes, marcados por el esfuerzo y una fe inquebrantable en las posibilidades, moldearon su forma de ver el mundo. Su madre, dedicada al diseño y la confección, le repetía que todo era alcanzable; su padre, comerciante con olfato para los negocios, le enseñó la disciplina del trabajo. Duque guarda de su niñez la sensación de vivir sostenida y rodeada de un impulso constante hacia nuevas posibilidades.
Estudió Economía en la Universidad Icesi, en Cali. Su profesión la llevó, primero, a Nueva York, donde hizo una práctica en una asociación que conectaba cámaras de comercio de países hispanohablantes. Después ganó una beca Erasmus Mundus para especializarse en Alemania en un programa con estudiantes provenientes de 27 naciones.
Regresó al país para hacer una maestría en Asuntos Internacionales en la Universidad Externado, y fue entonces cuando apareció Fedesoft, todavía un gremio pequeño. Entró a trabajar en el área de Innovación, estructurando procesos y “llenando huecos”. Pasó a liderar el área de Competitividad, encargada de la internacionalización, entre otros aspectos. En enero de 2020, cuando la presidenta ejecutiva renunció, la junta la designó como encargada. Dos meses después, el mundo se detuvo por cuenta del Covid19.
“El software se convirtió en la única forma de supervivencia”, dice sobre aquel inicio de la pandemia. Su rol fue determinante. Fedesoft construyó una línea directa con la Presidencia de la República, apoyó la compra masiva de vacunas junto con otros gremios, renegoció contratos con grandes empresas del sector TI para asegurar mejores tarifas e impulsó una iniciativa en la que cerca de 500 soluciones tecnológicas se pusieron a disposición de empresas que necesitaban sobrevivir. “Era un momento crítico, pero también una ventana para mostrar por qué nuestra industria debía estar en la conversación nacional”, rememora. Su liderazgo ágil y decisivo la llevó a ser nombrada, meses después, presidenta ejecutiva en propiedad.
Su preocupación por las brechas de género es igual de profunda. Desde Womenize, comunidad latinoamericana en la que lidera el capítulo de Tecnología, impulsa espacios de formación, webinars, premios y políticas para que más mujeres se integren al sector. Cita con insistencia los datos: solo entre 17% y 18% de los graduados en carreras tecnológicas son mujeres, y ese número no se ha movido en años. Aun así, las empresas han logrado que entre el 30% y el 35% de sus equipos sean femeninos. El cuello de botella está en la base. “Hay que entender qué pasa en esas edades tempranas y cómo acompañamos a las niñas para que no abandonen estas áreas”.
La internacionalización es otro de los frentes que ha liderado. Fedesoft acompaña a empresas colombianas a ferias globales, articula misiones comerciales y construye rutas de internacionalización con aliados, para abrir ventanas de exportación: “Ninguna empresa de software debería estar desconectada del mundo”, afirma.
“Tal vez somos un gremio que no se toma la foto, pero hace que las cosas pasen”, dice. Su desafío actual es justo lo contrario: que el impacto de Fedesoft sea visible para que Colombia entienda que el sector del software es una oportunidad estratégica. “Las conversaciones más importantes del mundo son sobre tecnología. Colombia no puede estar desarticulada”. El país puede convertirse en una potencia digital latinoamericana si logra integrar talento, empresa, academia y Estado. Su misión es hacer de esa proyección un futuro posible.
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