Fernando Trujillo, el protector de los delfines de río y sus ecosistemas
Este año, la Fundación Tällberg y la National Geographic Society otorgaron el Premio de Liderazgo Global y eligieron Explorador NatGeo del Año aquien el pueblo tikuna honró con el nombre de ‘omacha’, el delfín que se hizo hombre para proteger a los suyos
National Geographic puso en marcha en 2019 una expedición sin precedentes: unió siete equipos de exploradores y científicos multidisciplinarios que desarrollaban innovadoras investigaciones y planes de protección de especies de fauna y flora en el Amazonas, para entender y contarle al mundo sobre el equilibrio hidrológico de esa magnífica selva.
En el centro de aquella pionera investigación estaba Fernando Trujillo (Bogotá, 57 años), un biólogo marino bogotano que lleva 37 años trabajando en el Amazonas. Llegó a Puerto Nariño a los 19 años con dos compañeros de la Universidad Jorge Tadeo Lozano que querían estudiar los míticos delfines rosados, capaces de moverse por entre la tupida selva cuando el río crece. Desde pequeño le habían intrigado los delfines, y aprovechó una conferencia del célebre explorador francés Jacques Cousteau, en la Tadeo, para preguntarle por los del Amazonas. “‘Nadie los está estudiando’, me dijo, y eso me quedó resonando”, recuerda.
El Amazonas y las comunidades que lo habitan le enseñaron a ver y entender la vida en la selva. “Me tocó ‘resetear’ mis sentidos para aprender a escuchar, a ver, a entender la naturaleza. Recuerdo que cuando llegué me paraba a orillas del río, veía algo rosado y decía: ‘un delfín’. Los indígenas se reían y me explicaban que era una pirarucú, que en época de reproducción tienden a ponerse rojizos”, cuenta.
La convivencia con las comunidades indígenas de la zona fue determinante para moldear la manera como Trujillo ejerce la ciencia y desarrolla sus proyectos de conservación, siempre buscando contribuir al bienestar de las comunidades locales. “De pequeño yo decía que quería ser científico y humanista, pero me decían que las dos cosas no eran compatibles. Pero sí son, y en países como Colombia tenemos la responsabilidad de ir más allá de la generación y publicación de datos científicos para tender puentes y ayudar a que ese conocimiento beneficie a las comunidades”, dice.
La Fundación Tällberg y la National Geographic Society apoyaron esa visión al otorgarle el Premio de Liderazgo Global en 2024 y elegirlo Explorador del Año Rolex National Geographic 2024, y celebraron cómo había logrado convertir a los delfines de río en la cara visible de una gran apuesta por proteger los ríos y lagos que habitan en Sudamérica y Asia.
Trujillo apoyó, por ejemplo, la creación del Plan de Conservación de los Delfines de Río, suscrito, en 2021, por Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela, y la primera declaratoria mundial para la protección de los delfines de río, firmada en 2023 por 11 gobiernos de los 14 países donde habita la especie.
Asimismo, su profundo estudio del comportamiento de estos animales le mostró cómo la deforestación y la minería ilegal, entre otras, afectan ríos y lagos, y cómo diseñar áreas protegidas en ecosistemas acuáticos, un conocimiento fue clave para que, en 2018, Colombia añadiera los Lagos de Tarapoto, en el Amazonas, a la lista de sitios Ramsar, que alberga humedales de importancia planetaria.
A Trujillo también se le conoce como “Omacha”, el nombre con el que lo honró el pueblo tikuna al verlo dedicado a la investigación de los delfines bajo la lluvia o al rayo del sol. “Omacha es el delfín que se vuelve gente, y como ellos me veían tratando de protegerlos, me dijeron que tenía que ser Omacha”, recuerda. La metáfora le gustó tanto que así llamó a la fundación que creó en 1991. “Me parece lindo eso de meternos en la piel de un animal, entenderlo desde adentro, y dedicarnos a protegerlo”, dice. Ese sobrenombre se convirtió en parte de la identidad de Trujillo, y cuando tuvo su primera hija los indígenas la llamaron Omacha mac (cría del delfín) y los científicos de la Fundación Omacha, omachitas.
La fundación comenzó con una estación de investigación en la Amazonía, construida por Trujillo cuando tenía 24 años, y hoy trabaja con 65 científicos multidisciplinarios y tiene presencia en el Caribe, la Orinoquía, el Amazonas y unas oficinas centrales en Bogotá. Oficialmente, tienen cuatro líneas de trabajo, entre ellas, investigación y monitoreo de especies en peligro, identificación y resolución de conflictos entre las comunidades locales y conservación del medio ambiente (Trujillo ha liderado exitosos acuerdos pesqueros) y educación ambiental. Sin embargo, los omachitas también han ejercido de profesores del colegio de Puerto Nariño, Amazonas, y ayudaron a que el Gobierno de Canadá donara recursos para la construcción del hospital del municipio, entre otros.
Trujillo suele decir que es 51% optimista frente a la crisis climática. Ese 1% de más lo motiva a seguir buscando maneras de proteger los animales y ecosistemas que lo apasionan. Entre sus planes de futuro están, por ejemplo, proponer la creación de Puntos de Esperanza en el Amazonas (lugares en buen estado de conservación), que incluyan la protección de las comunidades que los habitan, y empezar a apoyar la idea de ciudades sostenibles del futuro en esa selva. “Hasta mi último aliento espero ir al Amazonas. Esa permanente conexión con la naturaleza y con la gente me da energía para seguir luchando”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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