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Colombia busca los restos de sus desaparecidos en el océano Pacífico

Las autoridades han llevado a cabo su primera búsqueda sobre el mar de la mano de pescadores, piangüeras, antropólogos, biofísicos y buzos. De la misión se rescataron dos cuerpos que ya fueron entregados a Medicina Legal para su identificación

Colombia busca los restos de sus desaparecidos en el océano Pacífico
Bahía de Buenaventura (Valle del Cauca), el 4 de agosto de 2023.Santiago Mesa
Valentina Parada Lugo

La isla calavera, un diminuto islote en el mar pacífico colombiano, está rodeada por un cinturón de fosas comunes en el fondo del agua. El cayo, ubicado a un kilómetro del puerto de Buenaventura, adoptó ese nombre hace tres décadas, cuando la gente dejó de llamarla isla pájaro por los cerca de 190 desaparecidos que los grupos armados ilegales arrojaron a ese manglar. Está ubicada dentro del estero de San Antonio, sobre el que la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) han reportado hallazgos en la primera búsqueda de desaparecidos sobre el mar que se ha hecho en Colombia. Las autoridades trabajaron de la mano de pescadores, piangüeras, antropólogos, biofísicos y buzos.

Es como buscar una aguja en un pajar. Durante la primera fase de rastreo se utiliza tecnología como la ecolocalización, una técnica que consiste en emitir ondas sonoras sobre el mar para identificar los ecos que rebotan en los objetos. Pedro Albarracín, el buzo y arqueólogo marítimo que participó de la misión, explica que es una técnica de la biofísica que les permite identificar si en las profundidades hay algún objeto. “Los sonidos en la marea son distintos cuando la onda rebota sobre un objeto blando que sobre un objeto sólido”. En los puntos donde el sensor identificaba algún rastro de interés, se iba marcando una coordenada. Fueron 50 kilómetros de aguas abiertas en las que biofísicos y forenses buscaron, con tecnología nunca antes usada en Colombia para este fin, alguna posible anomalía.

Los primeros indicios que tuvieron los investigadores era rastrear contenedores o barriles. “Sabemos que a mucha gente la arrojaron dentro de canecas llenas de cemento”, cuenta Daniela Correa, investigadora social de Buenaventura de la UBPD. Con ese indicio y con varias cartografías en mano, que han construido por décadas las familias buscadoras, comenzó la búsqueda. La misión ocurrió discretamente en agosto de 2023 y diciembre de 2024.

Durante 17 días, en el último mes, se intervinieron siete polígonos en Buenaventura donde, según investigaciones previas, podía haber “anomalías forenses”. Una parte de la búsqueda se hizo con buzos que se sumergían en el Pacífico para identificar posibles cuerpos que no pertenecieran al mar. La profundidad máxima que alcanzaron en ese pequeño cuerpo de agua fue de nueve metros, hasta donde bajaban con linternas y una vara de punción para picar el suelo. En la superficie, sobre las lanchas, los esperaban y guiaban los pescadores ancestrales de las comunidades afro, conocedores del territorio, y quienes se encargaban de advertir de algún cambio repentino en la marea, del clima y de las particularidades de las aguas.

En isla calavera la búsqueda la lideraron las piangüeras, que son las mujeres que se adentran en los manglares con experticia para sacar del lodo, manualmente, un molusco que crece en las raíces. De eso se alimentan sus comunidades. Pero esta vez hurgaron manualmente sobre la tierra para buscar algún hallazgo de interés forense. Antes de salir a terreno, calculaban el momento en que la marea del Pacífico bajaba para abrirse paso entre la tierra. Su habilidad ancestral les permite caminar sobre el lodo sin hundirse, y recuperar desde los insectos más pequeños hasta los elementos más grandes de la tierra. Por sus saberes, lideraron al equipo institucional de antropólogos que las acompañó en la búsqueda, en medio de un corredor humanitario que los actores armados dispusieron durante la misión.

Miembros de la comunidad e integrantes de la UBPD durante la búsqueda de los restos de los desaparecidos en Buenaventura (Valle del Cauca).
Miembros de la comunidad e integrantes de la UBPD durante la búsqueda de los restos de los desaparecidos en Buenaventura (Valle del Cauca).NATHALIA ACOSTA (UBPD)

Daniela Correa asegura que el reto más grande fue lograr la articulación del equipo técnico con los saberes de las comunidades negras del Pacífico. “Teníamos un equipo técnico comunitario, que eran los pescadores, las matronas, las piangüeras y líderes espirituales afro; y un equipo técnico territorial, que estaba conformado por forenses, antropólogos, buzos, biofísicos y fiscales”. Eran 15 personas, que iniciaban la búsqueda con una armonización del territorio. Se llevan velas, tejidos de fique, flores, frutas y sahumerios como ofrenda antes de intervenir la tierra y el agua.

Todo el proceso comenzó en 2021, cuando varias organizaciones comunitarias elevaron una petición formal para que se buscaran a sus familiares desaparecidos en medio de la guerra, y posiblemente arrojados al mar. No tenían dudas de que allí estaban, en medio del mar. A mediados de los 90, los pescadores de la zona veían cuerpos flotando sobre el agua. Luego, en 2004, exparamilitares como Éver Veloza, conocido como alias HH, reconocieron ante la justicia que varias de sus víctimas habían sido amarradas a los manglares de isla calavera, o arrojadas al mar amarradas a estructuras de cemento. La guerra en Buenaventura, desde entonces, ha dejado al menos a 940 personas desaparecidas, según datos de la Unidad de Búsqueda, de quienes sus familiares todavía no tienen el más mínimo rastro.

En diálogo con Luz Janeth Forero Martínez, directora general de la UBPD, dice que la desaparición forzada es “el delito más atroz que se ha cometido en el conflicto armado, por la zozobra que implica no tener un cuerpo qué llorar”. Los retos de buscar en el agua llevaron a que la entidad consultara con expertos internacionales sobre búsquedas acuáticas, y qué desafíos representaban para el país. “Nos encontramos con muchas recomendaciones técnicas que, en términos generales, nos arrojaba la misma conclusión: la búsqueda en cuerpos de agua no arroja grandes resultados, pero debe hacerse porque dignifica el proceso, y porque esto es decirle a la gente que ellos ya no buscan solos, sino que nosotros buscamos a sus familiares”. Lo dice con certeza y prudencia, porque aunque se recuperaron algunas estructuras óseas del mar, están en proceso de identificación. “Para nosotros es más importante el proceso que el resultado”, reitera.

Varias personas participan de una de las jornadas de búsqueda de los restos de desaparecidos en Buenaventura (Valle del Cauca).
Varias personas participan de una de las jornadas de búsqueda de los restos de desaparecidos en Buenaventura (Valle del Cauca).NATHALIA ACOSTA (UBPD)

Una de las complejidades del proceso es que la UBPD y la JEP solo tienen competencia para buscar a los desaparecidos en el marco del conflicto armado en unas fechas determinadas: es decir, las víctimas antes del 1 de diciembre de 2016. Los cuerpos que se puedan encontrar en el mar y que arrojen, en los cotejos forenses, que su desaparición fue posterior a esa fecha, pasan a manos de la Fiscalía. “Tuvimos un primer hallazgo en 2021, cuando encontramos un cráneo. Pero en la identificación nos dimos cuenta que era de una desaparición reciente, de un año atrás”, explica Forero. Ella, una forense especializada en búsquedas complejas, dice que Buenaventura es uno de los retos más grandes de su mandato. “El Valle del Cauca es el tercer departamento con más desapariciones forzadas, aproximadamente unas 5.000. Pero solo Buenaventura tiene más de 900. Y en el mar, buscamos 190″.

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Sobre la firma

Valentina Parada Lugo
Periodista de EL PAÍS en Colombia y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional. Trabajó en El Espectador en la Unidad Investigativa y en las secciones de paz y política. Ganadora del Premio Simón Bolívar en 2019 y 2022.
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