Los nuevos cobros para desincentivar el consumo de agua impactarán al 20% de los hogares en Bogotá
La Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA) ha publicado el esperado borrador de la resolución que reduce los umbrales de gasto a partir de los cuales se cobra un valor extra
Cientos de miles de colombianos tendrán que aprender a gastar menos agua a partir de 2025 si no quieren que la factura les llegue más cara. Así sucederá si sale adelante un borrador de resolución que ha presentado en las últimas horas la Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA), la entidad que fija las reglas con las que funcionan los acueductos. El órgano técnico busca hacer más estrictos los cobros que se deben aplicar en los acueductos cuando hay déficit de lluvia, para así desincentivar el gasto de agua. La propuesta, que queda abierta a comentarios hasta el 7 de noviembre, se da dos meses después de que el Ministerio de Ambiente prendiera las alarmas por la sequía y tras seis meses de racionamientos en Bogotá por eso mismo. La CRA calcula que un 23% de los suscriptores a los servicios de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) consume por encima de los nuevos umbrales y, por tanto, o cambia sus hábitos o pagaría más que ahora. Eso sin que necesariamente cesen los cortes de agua.
Con el esquema actual de cobros extra, que está vigente desde abril, los hogares capitalinos pagan el valor básico por un gasto mensual de hasta 22 metros cúbicos por segundo de agua. La propuesta de la CRA es reducir ese tope para todos, y bajarlo aún más en los estratos socioeconómicos más altos. Es decir, buscar que ahorren más —o paguen más— los hogares en los lugares más altos de la clasificación que se usa en el país para determinar quién recibe subsidios para los servicios públicos y quién paga contribuciones para financiarlos. El borrador establece que los hogares entre los estratos 1 y 4 podrán gastar un máximo de 12 metros cúbicos al mes con tarifa regular, y que ese tope sea de 10 metros cúbicos en los hogares de estratos 5 y 6. Cada metro cúbico por encima de ese monto tendrá una tarifa más alta.
Con las reglas actuales, son pocos los que pagan ese sobreprecio. La CRA ha detectado que el tope de 22 metros cúbicos no tenía resultados para conseguir un consumo eficiente. En julio de 2024, por ejemplo, solo el 0,4% de los hogares en Bogotá sobrepasaban el umbral, una cifra que se multiplicaría por 58. Eso, dice la CRA en un anexo técnico, “cumple con el objetivo de contraer la demanda por el cambio de comportamiento de los suscriptores”.
En las más recientes facturas, expedidas en septiembre, la EAAB aplicó el sobreprecio a 24.977 usuarios que sumaban un consumo excesivo de 450.450 metros cúbicos de agua, el equivalente a 133 piscinas olímpicas. Por ese volumen, espera recaudar 1.500 millones de pesos. Hasta ahora, la Empresa ha cobrado entre 3.500 y 5.700 pesos por cada metro cúbico extra en Bogotá, dependiendo del estrato.
¿Por qué ser más estrictos con los estratos más altos? La CRA argumenta en un documento técnico que estos hogares tienen un consumo promedio más elevado, y explica que posiblemente se debe a que, al tener más recursos para pagar más, se fija menos en el consumo excesivo. Y agrega que “el éxito de la medida es que el desincentivo no sea aplicado por la disminución de los consumos”. Sin embargo, en el caso de Bogotá, el estrato que más tendría que ajustar sus consumos es el 2 pues, según los cálculos de la propia CRA, a un 30% de los hogares en esa clasificación les aplicaría la medida; el menos impactado sería el 4, pues solo el 16% de sus hogares sobrepasarían el umbral.
El dinero recaudado por el desincentivo va, por ley, al Fondo Nacional Ambiental, que financia proyectos ambientales. Entre 2010 y 2024, recibió 13.400 millones de pesos por ese cobro –cuando se ha aplicado en distintos territorios– y los ha invertido en procesos de restauración de biodiversidad y de cuencas liderados por corporaciones autónomas regionales de Boyacá, Valle del Cauca y Cauca.
Adicionalmente, el proyecto de resolución busca no solo poner en cintura a los hogares sino también a los comercios, industrias e instalaciones oficiales. Para ellos, el consumo tope será el equivalente al 90% del consumo promedio del último año. Y, a las empresas que manejan los acueductos, también les impone desincentivos por las pérdidas de agua, que consisten en el líquido que no llega a los usuarios por problemas en sus redes. Para el caso de la Empresa de Acueducto de Bogotá, rondan el 34%.
Otras medidas
Bogotá, de momento, aplica tres estrategias para enfrentar la crisis hídrica que la ha azotado este 2024. Una es el racionamiento, a través de un sistema diario de turnos en el que cada hogar enfrenta un corte cada nueve días. Otra ha sido la reducción de la presión del sistema Chingaza, el más afectado por la falta de lluvia y el encargado usualmente de alrededor del 70% del suministro, a través de obras que han logrado que provea más agua el llamado Agregado Norte, la suma de fuentes de la cuenca del río Bogotá. Y una más es un decreto que prohíbe regar jardines y lavar fachadas, parqueaderos y vehículos con agua potable, bajo pena de multa. Salvo eso, lo demás son ideas, como la posible extracción de aguas subterráneas para no depender de los embalses o el reciclaje de aguas lluvias que propuso el presidente Gustavo Petro. El objetivo es conseguir llegar a la primera temporada seca de 2025, que suele iniciar en enero, con una cantidad apreciable de agua almacenada en el sistema Chingaza. Al 28 de octubre, tenía el 44,65% de su capacidad.
Para conseguirlo, el Acueducto de Bogotá se ha jugado una carta más: pedir a la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca el permiso para tratar más agua en la planta de Tibitoc, ubicada en el municipio de Tocancipá, a las afueras de la capital. Actualmente, tiene autorizado un caudal de ocho metros cúbicos por segundo; la semana pasada, pidió ampliarlo a 9,5 pese a que, originalmente, la intención era subirlo a 10,5. Sin embargo, la cifra de 10,5 metros cúbicos por segundo había despertado las dudas de Alfred Ballesteros, director de la CAR. “Si tengo que darle esos 2,5 metros cúbicos a Tibitoc tenemos que quitárselos a alguien. ¿A la industria?, ¿a la actividad agrícola?”, cuestionó Ballesteros en el último Consejo Directivo. Pero la CAR tiene ahora, sobre la mesa, una nueva propuesta de ampliación para estudiar en las próximas semanas.
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