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Bogotá defiende el nuevo Centro Felicidad de Chapinero frente a las críticas por su ubicación

Ninguno de los otros cuatro CEFE ideados por el exalcalde Enrique Peñalosa e inaugurados por Claudia López han enfrentado tal revuelo

Centro Felicidad Chapinero
El Centro Felicidad (CEFE) Chapinero, ubicado en el barrio El Nogal, en Bogotá.Secretaría de Recreación, Cultura y Deporte
Ana Puentes

El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, ha inaugurado en el barrio El Nogal, un mega centro público cultural, deportivo y recreativo con un eslogan que armó la de Troya en las redes sociales: “El lugar más inclusivo en el barrio más exclusivo de la ciudad”. Así se describió el nuevo Centro Felicidad (CEFE) Chapinero, un edificio de 10 pisos ubicado en la calle 82 con carrera 10, efectivamente se ubica en una zona muy pudiente. Cuenta con una piscina semiolímpica y dos recreativas, gimnasio, cancha polivalente, plaza cultural, biblioteca, teatro, salas de exposiciones y otros espacios de uso gratuito para el público. Diseñado por el arquitecto Alejandro Rogelis, tardó más de cuatro años en construirse (dos más de los previsto y con sobrecostos) y, aunque ha sido admirado por muchos, no ha escapado a la polémica por su ubicación y concepto.

La representante a la Cámara por Bogotá María Fernanda Carrascal, del gobiernista Pacto Histórico, es una muestra de las críticas al proyecto, que señalan de dirigir recursos públicos a las familias más ricas. “Muy incluyente, sobre todo por la ubicación. El pobre si cruza, cruza a trabajar, pero no vive ahí y no lo va a usar, por lo menos no masivamente. Sus mayorías [las de Chapinero] son clase media acomodada y clase alta que tienen otras posibilidades deportivas, culturales y de entretenimiento”, publicó Carrascal en su cuenta de X. Otros ciudadanos, como Stefanía, le respondieron al alcalde también por X: “¿Por qué construir un Centro Felicidad en una zona de la ciudad en la que hay mucha oferta cultural y deportiva? ¿Eso qué tiene de incluyente?”. O como Edgar Moreno: “Estas obras, como el Corredor Verde, solo deja ver que se siguen favoreciendo a los mismos sectores ya exclusivos y adinerados de la ciudad. Cuándo replicarán un poco de eso en el sur, solo se sigue profundizando la desigualdad”. Es la primera vez que un CEFE causa controversia.

Los Centros Felicidad fueron ideados por Enrique Peñalosa en su segunda alcaldía (2016-2019) y consisten en grandes infraestructuras con espacios deportivos y culturales en distintos sectores de Bogotá. “Los llamamos centros felicidad porque la felicidad tiene que ver con el desarrollo más pleno del potencial humano. Los ciudadanos de todos los sectores van a tener las posibilidades de desarrollar sus intereses como si fueran socios de un club. Estos van a ser unos sitios de encuentro e integración”, explicó el alcalde en 2019. Peñalosa proyectó siete centros: El Tunal, en el sur de Bogotá; Las Cometas y Fontanar del Río, al noroccidente; Chapinero, en el nororiente; Gibraltar, al suroccidente; San Cristóbal, en el nororiente; y San Bernardo, en el centro. A la fecha, se han puesto en operación cinco: cuatro durante la alcaldía de Claudia López (2020-2023), que no generaron ningún revuelo mediático, y el recién inaugurado por Galán. El de Gibraltar comenzó obras en febrero de este año y sigue pendiente el de San Bernardo, que está atado a un plan parcial.

El de Chapinero llama la atención por su diseño al ser el único vertical, pero el concepto de todos ha sido hecho por firmas de arquitectos que se han ganado concursos para ello, y priorizan la sostenibilidad y los modelos que los integren a su entorno. El de El Tunal es el más grande. Tiene piscinas semiolímpica y recreativa, gimnasio, polideportivo, salones culturales y hasta una sala de cine. El de Fontanar del Río cuenta con zonas para deporte paralímpico. Y el de Cometas es famoso por su mirador a la ciudad.

Además, cada alcaldía ha aprovechado la infraestructura para otros servicios. La de Claudia López utilizó áreas de los CEFE de Fontanar del Río y San Cristóbal para implementar Manzanas de Cuidado, uno de sus programas estrella: infraestructuras dedicadas a descargar a las mujeres de sus labores de cuidado, al ofrecer un servicio de cuidado de niños y mayores mientras ellas estudian, hacen ejercicio o se relajan. La administración de Carlos Fernando Galán le dará su sello al centro de Chapinero. Santiago Trujillo, secretario de Cultura, explica a este diario que, además de la vocación cultural, deportiva y recreativa, buscará usos de promoción turística de la ciudad, desarrollo económico y de creación digital. Trujillo, que fue director de la entidad cultural Idartes durante la alcaldía de Gustavo Petro (2012-2015), espera que sea un “lugar de encuentro para las diversidades de Chapinero”.

En esta localidad, ubicada al nororiente de la ciudad, un 56% de los hogares son de estratos socioeconómicos 4, 5 y 6, los más altos en la escala utilizada en Colombia para clasificar zonas según su entorno y su condición económico para determinar quién recibe subsidios y quien paga una contribución adicional. Sin embargo, un 25% de los hogares pertenecen a los estratos 1 y 2, según un diagnóstico distrital. Por eso, Trujillo señala que el centro no será utilizado solo por los más ricos. “Hay expresiones de todo tipo, desde los barrios El Verjón, Pardo Rubio, San Luis [de clase baja], La Cabrera y El Retiro [de clase alta] hasta todas las universidades de Chapinero”, asegura Trujillo, y agrega que discusiones como la de este CEFE, no son nuevas. “Algo similar pasó, quizá con mayor tensión, cuando se construyó la Cinemateca de Bogotá [en el centro de la ciudad y muy cerca de la Universidad de los Andes, una de las más prestigiosas y costosas del país]”, recuerda.

Trujillo ahonda en su argumento sobre el centro. “Pero estos espacios no son para la segregación. Cualquier equipamiento cultural o deportivo en el mundo es para el encuentro. El espacio público es para todos los ciudadanos. Del sur o del norte todos pueden acceder en condiciones de igualdad a los equipamientos públicos de la ciudad”, resalta. Y agrega que el Centro Felicidad de Chapinero puede ser utilizado no solo por los 150.000 habitantes de la localidad, sino por las más de 500.000 personas que pasan por ella a diario para trabajar o estudiar.

La contraposición del uso de las palabras “exclusividad” e “inclusividad” que le está pasando factura al alcalde viene del concepto que el arquitecto utilizó Alejandro Rogelis para presentar su proyecto. Desde el diseño, no imaginó un edificio cerrado sino una estructura que fuera una “prolongación” de los Cerros Orientales de Bogotá, en cuyas faldas está ubicado el centro. Lo pensó como un “ecosistema abierto”, con escaleras exteriores, jardines con especies nativas, grandes ventanales, un teatro abierto en el primer piso y una terraza con vista 360° en el último nivel.

El éxito de los Centros Felicidad y su ubicación en varios puntos de la ciudad no excluye, sin embargo, el hecho de que no todas las localidades de Bogotá tienen el mismo acceso a espacio público y equipamientos culturales y deportivos. Así lo reconoció la Alcaldía en el diagnóstico de su Plan de Ordenamiento Territorial, con el que organiza su visión de ciudad. Cuatro de los cinco sectores en el que este documento técnico divide Chapinero tienen un superávit de equipamientos, y señala que es una de las localidades con más presencia de estas infraestructuras en proporción a sus habitantes, en contraste con las más empobrecidas Bosa, Kennedy o Suba.

Y, aunque la mayoría de los equipamientos para educación, salud, bienestar y cultura son manejados por privados —por ejemplo, de los 27 entornos culturales que había en 2015, solo dos eran públicos— el debate del CEFE de Chapinero refleja la concentración que existe, y señala una polémica duda más amplia: ¿los bienes públicos deben ser solo para las personas con menos recursos, quienes tienen menos oportunidades de recreación o salud, o para todos, para así reducir la segregación social y romper los guetos espaciales?

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