_
_
_
_
Hamás
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hámas y el narcotráfico: muerte y resurrección

Pese a que el líder de Hamás, Yahya Sinwar, murió en un ataque en Gaza, con los grupos terroristas pasa lo mismo que con el narcotráfico: no desaparecen por más que sus altos mandos salgan del escenario

Gente abrazada en la casa de Maayan y Yuval Bar, asesinados por Hamás, en el primer aniversario del ataque de Hamás a Israel, el lunes 7 de octubre de 2024.
Gente abrazada en la casa de Maayan y Yuval Bar, asesinados por Hamás, en el primer aniversario del ataque de Hamás a Israel, el lunes 7 de octubre de 2024.Ohad Zwigenberg (AP)

Para algunos es una luz de esperanza, pero quién sabe qué signifique para el señor de la guerra, el primer ministro Benjamín Netanyahu, la caída celebrada por todos del que hasta ayer se consideraba como una de las mentes más macabras y sanguinarias de oriente medio: Yahya Sinwar, máxima cabeza de Hamás.

Y es que la caída de este personaje puede ser o el comienzo del final de una guerra que ha dejado tras de sí más de 42.000 muertos o, sencillamente, la prueba de que grupos como Hamás, al igual que pasa con el narcotráfico, no desaparecen por más que sus altos mandos salgan del escenario. Porque, así como cayó Sinwar, en su momento cayeron Escobar, Raúl Reyes, Chupeta, el Chapo Guzmán o… ponga aquí el jefe criminal que se le pase por la cabeza… No importa. Que un jefe desaparezca no significa mayor cosa porque, muertos o presos, la realidad no cambia, siempre llegará alguien para ocupar ese lugar y aquello que mueve tropas, armas y dinero sigue estando ahí.

Hablo del narcotráfico porque ese motor del mal ha significado para nosotros en Colombia una interminable máquina de violencia, y termina siendo algo similar a lo que Netanyahu y sus amigos de la ultraderecha israelí ven en los terroristas de Hamás o de Hezbolá. Para nosotros los narcos son una maldición que solo nos ha hecho daño, así como para Bibi y sus aliados lo son esos militantes del mundo árabe.

Aunque hay una diferencia, mientras que el narcotráfico no representa a ningún ideal político, ni a ningún pueblo ha martirizado y maltratado por toda una nación, los palestinos y sus grupos de reivindicación sí luchan por algo que el mundo entero conoce y una gran porción reconoce: el Estado Palestino.

De ahí que la pregunta que hago al comienzo de este escrito sea esencial con miras al futuro de Oriente Medio y también del ya maltrecho escenario global: ¿para el Gobierno Netanyahu la caída de Sinwar representa el final de Hamás? ¿O, como lo dijo el ministro de Defensa de Israel apenas se confirmó la noticia, este no es el fin de la guerra en la Franja de Gaza, sino apenas un hito más ante los años que aún quedan de guerra y ocupación en ese territorio?

La reflexión sobre el caso Sinwar aplica también para el presidente Petro y su bienintencionada búsqueda de la paz total. Un sueño que no hay duda es compartido por todos los colombianos, pero con un inconveniente mayor en su búsqueda: por más que caigan los jefes, por más que los grupos ilegales entreguen sus armas, mientras el narcotráfico (que no tiene nada de ideológico) exista como negocio ilegal de inmensos dividendos, habrá interesados en seguir con el multimillonario comercio.

He ahí la ingenuidad de Petro y he ahí el momento en que Netanyahu podrá mostrar grandeza y humanidad luego de tantos muertos. Mientras que el primero está en un callejón sin salida, el segundo tiene al frente la puerta para una mínima redención.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_