Los dos exmilitares colombianos detenidos en Rusia reaparecen ante el canal oficialista RT
José Arón Medina y Alexander Ante, quienes combatieron varios meses en el ejército ucranio, desaparecieron en Venezuela hace más de un mes y reaparecieron capturados en Rusia, donde enfrentan un juicio
A finales de agosto, después de más de tres semanas desaparecidos, un video reveló que José Arón Medina y Alexander Ante, dos exmilitares colombianos que combatieron durante ocho y diez meses en el ejército ucranio, estaban detenidos en Rusia. Sus familias habían perdido contacto con ellos al hacer una escala en Caracas en su viaje de regreso a Colombia. Los identificaron en un video difundido por el Servicio Federal de Seguridad ruso, que les acusa de “participar en hostilidades del lado de Ucrania contra las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa como mercenarios”. Cielo Paz, esposa de Medina, contó a EL PAÍS que no se han podido comunicar con ellos desde la última videollamada en el aeropuerto de Maiquetía. Este martes, el canal oficialista ruso RT, cuya línea editorial es controlada por el gobierno de Vladimir Putin, ha publicado un video en el que les entrevista. Sentados, por aparte, en una habitación de decoración austera, ninguno tiene oportunidad de dar los detalles de su situación jurídica en Rusia. Solo se les da la palabra para responder a preguntas dirigidas para criticar al ejército de Ucrania y desincentivar que otros viajen a combatir en él.
“Son un poco racistas, a uno lo tratan como si fueran empleados de servicio”, dice Alexander Ante, encorvado y sobre una silla, sobre los militares ucranianos. Ante la pregunta en español del entrevistador, de si se arrepiente de ir a Ucrania, responde “sí, claro, obvio, sí señor”. La corta entrevista se pausa para mostrar videos de otros cuatro colombianos con uniformes del ejército ucraniano. Uno de ellos les identifica como parte del Batallón de Infantería Número 49, Carpathian Sich. La edición pasa entonces a las respuestas de José Arón Medina sobre las condiciones laborales en esa unidad militar: “no cumplen con los pagos, los tratos no son buenos, la alimentación tampoco es como debería ser”. El entrevistador le recrimina que le pagaron 3.000 dólares para que matara personas rusas. “Nunca busqué estar en partes para hacer daño”, responde el colombiano en su defensa.
La siguiente pregunta deja en evidencia cómo los dos exmilitares están en el medio de una guerra que ya no solo es con armas sino con información. El entrevistador le pregunta a Medina si cree que los soldados en Ucrania caen en la “falsa propaganda”. “Sí, más de uno cae en la falsa propaganda, que dice que los rusos matan niños, que asesinan y eso, por eso hay personas que nos venimos, para defender, pero todo es mentira”, responde.
La televisión estatal rusa RT, antes Russia Today, justamente es conocido como un canal de propaganda del gobierno ruso en un país con casi nula libertad de prensa: en una escala hecha por la organización francesa Reporteros Sin Fronteras, Rusia está en el lugar 165 de 180 países. Reporteros del Wall Street Journal han sido detenidos, y muchos otros han salido del país por miedo a ser detenidos indefinidamente en una cárcel rusa. Los colombianos Medina y Ante dan declaraciones favorables al ejército ruso justo cuando están detenidos por las autoridades de ese país y enfrentan un juicio penal.
RT ha sido señalada en multitud de investigaciones por haber puesto al aire noticias falsas y fue vetada por la Comisión Europea en el arranque de la invasión rusa, alegando que constituía un “instrumento de desinformación” de Moscú para azuzar la agresión militar. Hace apenas una semana, el Gobierno de Estados Unidos impuso sanciones contra el canal, cargos penales y la confiscación de dominios de internet, tras acusar a Moscú de intentar interferir en sus elecciones presidenciales de noviembre mediante la distribución de propaganda y desinformación en sus medios estatales y la contratación de ciudadanos estadounidenses para que repitan, sin saberlo, el punto de vista ruso.
Cielo Paz, esposa de Medina, contó a EL PAÍS que, el martes de la semana pasada, recibió una llamada del consulado colombiano en Moscú para informarle que los dos exmilitares iban a tener un abogado de oficio. Ella y la familia de Ante han pedido ayuda a la Cancillería de Colombia para que los dos puedan regresar al país. El ministerio no se ha pronunciado públicamente sobre esa posibilidad.
Los dos colombianos salieron del ejército colombiano hace casi dos décadas, y luego se dedicaron a trabajar en labores de seguridad. Partieron a Ucrania ante la promesa de un salario de 3.000 dólares mensuales, casi 12 millones de pesos colombianos. Ni Ucrania ni Colombia han dado cifras concretas sobre cuántos colombianos han ido a pelear en esa guerra contra Rusia, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores ha reconocido que ha muerto al menos medio centenar en los últimos dos años. “Quienes se van con la esperanza de ganar un dinero para sus familias, están cayendo muertos como moscas. Lo que les pagan no les alcanza ni siquiera para la repatriación de sus cadáveres. Así que los están usando como carne de cañón”, dijo el embajador de Colombia ante el Reino Unido, el exsenador Roy Barreras. O terminan detenidos por el gobierno de Rusia, como propaganda.
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