Guía para navegar la paz total a dos años del Gobierno de Gustavo Petro
Un panorama de la foto actual de cada una de las mesas de diálogos y conversaciones, para no perderse mucho en el intrincado mundo del conflicto y la paz colombiana
Navegar el conflicto armado colombiano no es fácil ni para los locales. Son tantos y tan variados los grupos que seguir la pista de sus cambios, bifurcaciones, alias capturados o muertos, alias nuevos y profundos niveles de violencia también puede ser agotador. Lo es también entender los múltiples intentos de negociaciones de paz con algunos de ellos. Sobre todo, porque con cada uno hay niveles de avances y retrocesos diferentes, y la jerga —y comunicación gubernamental enmarañada— dificulta que los ciudadanos se acerquen a estos procesos.
A dos años del Gobierno de Gustavo Petro, que se planteó como meta la paz total, lograr acuerdos con todos los grupos armados al mismo tiempo, el balance es crítico. Solo con un grupo se ven avances que acerquen a una desmovilización (en Nariño).
“Hemos visto muchos anuncios de procedimientos y escándalos y pocos resultados sustantivos”, explica Luis Fernando Trejos, profesor de la Universidad del Norte. En este tiempo, la política de paz que ha sido criticada desde distintos frentes como improvisada, cambió de manos. Pasó de Danilo Rueda a Otty Patiño, quienes “ante la ausencia de un documento técnico que plasme los objetivos e indicadores de la paz total le han impreso diferentes enfoques”. El primero, explica el analista, apuntaba a abrir el mayor número de mesas y enfocarse en alivios humanitarios por medio de ceses y treguas urbanas; el segundo busca avances en las mesas y se enfoca en procesos territoriales. Más allá de los diálogos, la situación humanitaria es grave en muchas regiones, como evidenció el balance humanitario del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Esta semana, justo cuando se anunció que no se prorrogará el cese al fuego con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Gobierno dio a conocer que comenzará “conversaciones” con el Clan del Golfo. En este boletín presentamos un resumen de cómo van los principales procesos, un panorama de la foto actual para no perderse mucho en el intrincado mundo del conflicto y la paz colombiana.
Clan del Golfo. Recientemente se autodenominó Ejército Gaitanista de Colombia. Es el grupo armado más grande en el país. Se calcula que tiene unos 7.000 hombres y su influencia abarca 392 municipios. Surgió en la zona de Urabá y Córdoba, bastión histórico de los grupos paramilitares. Varios de los hombres que ahora se sentarán con el Gobierno son desmovilizados de bloques que entregaron armas en 2006, lo que habla del reciclaje de la guerra. Sin embargo, de acuerdo con analistas, su composición y forma de actuar es más compleja, pues se enfrentan a la fuerza pública y también tienen exguerrilleros en sus filas.
Hasta el momento la discusión ha estado centrada en si este grupo es politizado o no, motivo por el que el Gobierno había optado por avanzar antes con las guerrillas del ELN y el autodenominado EMC. En 2022 hubo un cese bilateral con el EGC, que se rompió cuando este grupo confinó a 11 municipios mineros del norte de Antioquia.
Ahora, el Gobierno iniciará una “conversación socio jurídica” con alias Chiquito Malo a la cabeza. Sin embargo, no son pocos los escollos. Primero, los jurídicos, porque tendrá que abordarse el sometimiento y porque para Estados Unidos este es solo un cartel narco; segundo, los equilibrios con las otras mesas, pues el Clan del Golfo tiene serias disputas territoriales con el ELN y el EMC.
ELN. El Ejército de Liberación Nacional es la guerrilla más vieja del continente, con medio siglo de existencia. Los diálogos están en crisis desde febrero. Esta semana, la guerrilla decidió no renovar el cese al fuego que duró 360 días y fue muy criticado por los múltiples secuestros cometidos por el ELN. El Ministerio de Defensa anunció el inicio de operaciones militares, mientras la Iglesia y otras organizaciones que acompañan la mesa piden que se renueve el cese mientras coordinan un siguiente encuentro.
En dos años se ha logrado firmar el primer punto de la agenda, sobre la participación de la sociedad civil, pero la mesa está fracturada. “El ELN aún no ha respondido la pregunta de si está dispuesto o no a transitar la paz, o si por el contrario concibe este proceso como una oportunidad para su fortalecimiento militar”, dijo en julio pasado Vera Grabe, la jefa de la delegación del Gobierno. Y este lunes, el presidente de Fedegan y uno de los negociadores del gobierno, José Félix Lafaurie, pidió suspender el proceso de paz con esa guerrilla.
Frente Comuneros del Sur. Es un grupo que se escindió del ELN y con el que el Gobierno negocia en paralelo. Esa negociación es una de las razones de la crisis de la mesa con el ELN. El Frente Comuneros del Sur tiene influencia en el departamento de Nariño y, según varios analistas, es la mesa de la paz total más cerca de llegar a buen puerto: la entrega de armas y la desmovilización.
EL EMC y sus disidencias. Esta es una de las apuestas más complejas de la paz total. El autodenominado Estado Mayor Central (EMC) es un conjunto de disidencias de las extintas FARC, que ahora está escindido. En 2023 se sentaron juntas en una mesa de negociación con el Gobierno, pero algunos frentes escalaron la violencia en diversas zonas del país agotando la paciencia presidencial.
Recientemente su antiguo jefe, alias Iván Mordisco, anunció la creación de una nueva organización. Así, en la mesa de diálogos solo quedan unos pocos frentes bajo el mando de alias Calarcá, quien también ha dicho en entrevistas que no ve una negociación como un camino a la entrega de armas. Funciona un cese al fuego con quienes siguen negociando y están activas las operaciones militares contra los disidentes que insisten en la guerra.
Segunda Marquetalia. El Gobierno dialoga con el grupo liderado por alias Iván Márquez, quien se rearmó después de ser jefe del equipo negociador de las FARC en los diálogos de La Habana, lo que trae consigo el dilema de cómo repetir los beneficios de firmar un acuerdo con personas que reinciden en la guerra. La mesa se instaló a finales de junio en Venezuela donde se acordaron nueve puntos entre los cuales se destaca un cese al fuego unilateral, la liberación de secuestrados y un desescalamiento de la violencia. El próximo encuentro será en Tumaco (Nariño).
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