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El Gobierno de Gustavo Petro pacta una nueva mesa de diálogos con la Segunda Marquetalia de Iván Márquez

Es la tercera negociación de la paz total rural, que se suma a las conversaciones con el ELN y una parte de las disidencias del autodenominado Estado Mayor Central

Iván Márquez y Otty Patiño (al centro del grupo), entre otros delegados para las conversaciones de paz.
Iván Márquez y Otty Patiño (al centro del grupo), entre otros delegados para las conversaciones de paz.
Santiago Torrado

Después de meses de acercamientos, hay humo blanco para que el Gobierno de Colombia se siente con el más visible grupo de disidentes de la extinta guerrilla de las FARC que retomaron las armas. El Ejecutivo de Gustavo Petro ha pactado poner en marcha una negociación con la Segunda Marquetalia, el grupo encabezado por Iván Márquez, en la que será la tercera mesa nacional de diálogos como parte de la política de paz total. “Este proceso de paz se enmarca en los esfuerzos para llevar a cabo cambios y reformas democráticas para beneficio de la población, en la perspectiva de la solución política y la construcción de la paz, con prioridad en los territorios”, dice el acuerdo para el inicio formal de la mesa que firmaron este miércoles, después de un encuentro de dos días en Caracas, el comisionado de Paz, Otty Patiño, y el propio Márquez, quien ha sido dado por muerto en más de una ocasión y apenas había reaparecido en público el mes pasado en un video.

La instalación de la Mesa de Diálogos de Paz en la capital venezolana será el próximo 24 de junio, y el primer ciclo de negociaciones se desarrollará entre el 25 y el 29 de junio. El jefe de la delegación del Gobierno será el jurista Armando Novoa García, mientras el de la Segunda Marquetalia será Walter Mendoza, otro veterano líder de las extintas FARC. Cuba, Noruega y la propia Venezuela serán los países garantes del proceso, que se suma a las negociaciones en marcha con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con el otro gran grupo de disidencias que se apartaron del acuerdo de paz, el autodenominado Estado Mayor Central (EMC) –o al menos con una parte minoritaria de sus estructuras, pues las facciones encabezadas por Iván Mordisco se levantaron de la mesa–.

En el acuerdo firmado en Caracas, el Gobierno “registra como positivas” las manifestaciones de la Segunda Marquetalia en las que ha rechazado las retenciones con fines económicos (como se refiere al secuestro) y se propone priorizar el diálogo con empresarios, ganaderos y comerciantes, así como proteger el medio ambiente. En correspondencia, asegura el documento, el Gobierno “adoptará medidas para fortalecer el desescalamiento del conflicto” en las zonas donde hace presencia la Segunda Marquetalia - Ejército Bolivariano, como ahora se hace llamar el diezmado grupo armado.

Iván Márquez
Una transmisión del video de Iván Márquez durante el Foro Binacional de Paz en Puerto Carreño, el 11 de mayo.Chelo Camacho

Las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, desarmadas y convertidas en un partido político rebautizado como Comunes, ya no existen como grupo armado. Más del 90% de los 13.000 excombatientes que firmaron la paz avanzan en su reincorporación a la vida civil. Así lo reconoce incluso Estados Unidos, que cuando retiró a las FARC de su lista de grupos terroristas extranjeros designó en su lugar a las dos principales disidencias de la disuelta guerrilla: el EMC y la Segunda Marquetalia.

El origen de la Segunda Marquetalia –bautizada así por el lugar en que nacieron las antiguas FARC– se remonta al momento en que Iván Márquez, quien fuera jefe negociador en los diálogos con el Gobierno, anunció en agosto de 2019 que retomaba las armas junto a otros comandantes que para entonces ya se habían apartado de sus compromisos con la Jurisdicción Especial para la Paz, el sistema de justicia transicional surgido de los acuerdos. Aunque nunca hubo una desbandada de firmantes de paz, como se temió en un primer momento, el fuego de las disidencias ha estado alimentado por nuevas dinámicas de reclutamiento forzado, a menudo de menores de edad. “El porcentaje de reincidentes y disidentes varía bastante dentro de cada grupo, pero el grueso de los combatientes rasos de estas estructuras son nuevos reclutas”, subraya un análisis de la Fundación Ideas para la Paz.

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El encaje de las disidencias en la paz total ha sido desde el primer momento uno de los mayores desafíos de la política bandera del Gobierno de Petro. Las corrientes de Iván Mordisco y de Iván Márquez se consolidaron como las más notorias, una suerte de grandes sombrillas. Ambas entablaron una guerra a muerte entre sí, en la que fueron cayendo en confusos enfrentamientos –a menudo del otro lado de la frontera con Venezuela– varios líderes, entre ellos Gentil Duarte, que había sido el rostro más visible del EMC, y los principales lugartenientes de Márquez, como Romaña, El Paisa y Jesús Santrich.

Al propio Luciano Marín, mejor conocido como Iván Márquez, se le dio varias veces por muerto. Después del atentado que sufrió en julio de 2022, se pensó que había perdido un ojo, un brazo y la movilidad de la parte derecha del cuerpo, pero reapareció el pasado 11 de mayo en un vídeo al que accedió EL PAÍS en primicia, transmitido en un pequeño coliseo de Puerto Carreño, la capital del departamento de Vichada. En las imágenes se le veía algo dubitativo y con problemas de dicción, pero manifestaba su apoyo inequívoco a las políticas de Gustavo Petro. Ningún portavoz del Gobierno se ha referido a ese mensaje, que antecedió el anuncio del inicio de los diálogos formales.

Una de las primeras dudas en torno al marco jurídico de la paz total era si los grupos que desertaron o nunca se acogieron al anterior proceso con las FARC debían ser considerados organizaciones criminales cuya única salida era someterse a la ley o merecían un tratamiento político, como el que recibe el ELN, la última guerrilla en armas. Ese punto es especialmente problemático en el caso de la Segunda Marquetalia, pues el acuerdo de paz señala que no se puede volver a negociar con aquellos firmantes que retomaron las armas.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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