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Avianca, la aerolínea bandera de Colombia, vuelve a volar a Venezuela después de siete años

La empresa opera de nuevo la ruta entre Bogotá y Caracas, un hito del restablecimiento de relaciones

Avianca Venezuela
Pasajeros en el vuelo de Avianca que viaja desde Bogotá a Caracas, en el aeropuerto El Dorado, el 1 de febrero del 2024, en Bogotá.NATHALIA ANGARITA
Santiago Torrado

La principal aerolínea de Colombia ha vuelto a aterrizar en Maiquetía, el aeropuerto que sirve a la capital de Venezuela. No hubo arcos de agua, un tradicional rito de la industria aérea cuando inaugura un trayecto que cayó en desuso por temas de sostenibilidad, pero Avianca opera de nuevo desde este jueves su emblemática ruta entre Bogotá y Caracas, después de siete años suspendida. Se suma así al puñado de aerolíneas que ya han vuelto a conectar a dos países vecinos que comparten una porosa frontera y están profundamente interrelacionados. Un esperado hito en la normalización de las relaciones, a pesar de turbulencias y retrasos.

El Gobierno de Gustavo Petro ha significado un cambio de ciclo con respecto a la Venezuela de Nicolás Maduro, después de años de tensiones binacionales que llevaron a la ruptura total. El mandatario colombiano incluyó restablecer la ruta entre Bogotá y Caracas como una de las metas para sus primeros 100 días, aunque el proceso ha sido más lento de lo anticipado.

Conectividad fue la palabra más repetida en la puerta A14 del Aeropuerto Internacional El Dorado, de la que partió el vuelo AV142. “No solo es el reinicio de la ruta Bogotá-Caracas, sino que es la posibilidad de que cualquier persona en Colombia, así esté en Ipiales, San Andrés, Valledupar, Neiva o Popayán, puede ir a Caracas con una escala. Ninguna otra aerolínea tiene esos niveles de conexión en todos los rincones del país”, apunta Felipe Gómez, director de relaciones institucionales de Avianca –que ahora es propiedad del holding británico Avianca Group–. Serán cuatro frecuencias semanales, operadas en aviones A320 con capacidad para 180 pasajeros. “Quisiéramos que fuera un vuelo diario, y vamos a trabajar para que sea un vuelo diario”, aseguró. A su lado, el ministro de Transporte, William Camargo, subrayó que el portafolio de vuelos entre ambos países hoy combina aerolíneas estatales y privadas, así como la importancia de mantener unas relaciones bilaterales con Venezuela “que nunca debieron haberse roto”.

“Casi no sacan este vuelo”, afirma entre impaciente y emocionada Ana María Montoya, una economista colombiana de 35 años que viaja con frecuencia a Caracas. El año pasado fue en cinco ocasiones, todas a través de Panamá, lo que la obligaba a despertarse de madrugada para llegar al mediodía. Compró este tiquete sin tener idea de que iba a abordar un vuelo inaugural. “Fuera de chiste, me cambia la vida”, explica mientras mira por la ventanilla de la silla 7A.

Avianca voló ininterrumpidamente durante 60 años entre las dos capitales, pero fue una de las muchas aerolíneas que abandonaron Venezuela a partir del 2014 por un rosario de problemas que incluyeron las deudas del Estado con las compañías, la conflictividad política, problemas de seguridad e infraestructura, las sanciones internacionales al Gobierno Maduro y la pandemia del coronavirus. Esa tendencia va camino de revertirse. El Aeropuerto Internacional Simón Bolívar es un complejo gigantesco que en algún momento llegó a verse casi desértico. Este jueves, sus pasillos decorados por los famosos mosaicos del artista cinético Carlos Cruz-Diez lucían concurridos. Varias aerolíneas internacionales han retomado operaciones.

Avianca Venezuela
Pasajeros llegan al Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar, en Caracas.NATHALIA ANGARITA

En ese marco, la prometida reactivación de las frecuencias aéreas se pospuso en más de una ocasión. Los Gobiernos de Petro y Maduro habían acordado inicialmente que el primer vuelo entre Caracas y Bogotá sería operado por la venezolana Conviasa, pero Washington desplegó su poder diplomático para frenarlo, lo que irritó a Caracas. Ese avión nunca despegó, pues las sanciones estadounidenses a la aerolínea estatal, incluida en la llamada Lista Clinton, obligaron a cambiar de planes.

La reapertura de la frontera aérea fue más lenta que la terrestre. El primer vuelo directo entre Caracas y Bogotá en cerca de tres años, un charter de la venezolana Turpial –una aerolínea privada, pero vinculada a militares de la República Bolivariana–, aterrizó en noviembre de 2022, con apenas 36 pasajeros, en el aeropuerto El Dorado de la capital colombiana. Después vinieron las primeras operaciones internacionales de Satena, la aerolínea colombiana que depende del Ministerio de Defensa, pero un vuelo directo entre las ciudades separadas por 1.400 kilómetros se complicaba para los aviones pequeños con los que sirve a Colombia. El proceso comercial, operativo y regulatorio ha sido largo y complejo para las empresas privadas. Ya Wingo y Latam han comenzado a operar vuelos entre los dos países, pero faltaba Avianca, fundada hace más de cien años en Barranquilla.

La ruptura de relaciones, entre muchas otras consecuencias, dejó en el limbo tanto a los colombianos que hace mucho tiempo se asentaron en Venezuela durante las épocas más duras del conflicto armado, como a los casi tres millones de venezolanos que se han asentado en los últimos años en Colombia, por mucho el principal país de acogida de una diáspora que ha huido de la crisis política, social y económica. De ellos, más de medio millón vive en Bogotá.

El vuelo es un hito en el propósito de Petro de recuperar el flujo comercial en una extensa y porosa frontera de más de 2.200 kilómetros, que llegó a ser la más activa de América Latina. En su mejor momento, en 2008, el intercambio alcanzó más de 7.000 millones de dólares, pero se desplomó hasta apenas 220 millones de dólares. En 2021 empezó a aumentar, y para 2022 repuntó a 728 millones de dólares, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Comercio. Para el final del cuatrienio, el 7 de agosto del 2026, prevé haber recuperado unos niveles cercanos a los 4.000 o 4.500 millones de dólares. Sin embargo, el vuelo de Avianca se produce en un momento delicado, cuando han regresado las sanciones de Estados Unidos a Venezuela luego de la inhabilitación de la opositora María Corina Machado para las presidenciales que se deberían celebrar este año. Ese veto amenaza la apertura internacional que el país petrolero ha experimentado en los últimos meses.

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El Comando Nacional Antidrogas de la Guardia Nacional Bolivariana requisa a los pasajeros en el aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar.NATHALIA ANGARITA

A pesar de los obstáculos que aún se vislumbran en el horizonte, la reapertura está en marcha. El tránsito de carga por los puentes binacionales se ha restablecido, Petro y Maduro han sostenido varios encuentros y avanza la “normalización” para dejar atrás las diferencias irreconciliables que caracterizaron el periodo de Iván Duque, el promotor más entusiasta del fallido “cerco diplomático” sobre el heredero de Hugo Chávez. Paso a paso, las viejas rencillas entre vecinos van quedando en el pasado, con un deshielo que queda simbolizado con el avión de Avianca estacionado en Maiquetía.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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