Carlos Ramón González, el hombre fuerte en la trastienda de la Alianza Verde
El director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República es una figura discreta, afable y poco conocida que amasa poder en el Gobierno
Un político amable, opaco, dueño y señor de la Alianza Verde, muy rico y acostumbrado a guiar su credo político con un todo vale como brújula. Así describen algunas personas que lo conocen a Carlos Ramón González, director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE), fundador y antiguo copresidente de la hoy dividida formación de centro. Exmilitante del M-19 e íntimo aliado del presidente Gustavo Petro, su cargo en el Gobierno no le ha restado poder a la hora de delinear el rumbo de un proyecto que parece deslizarse a menudo por el tobogán de la descomposición ideológica.
Los focos políticos hoy alumbran de nuevo sobre la Alianza Verde. Esta vez debido a los titubeos para mantenerse en la coalición parlamentaria de Gobierno. En medio de la discusión, la senadora Angélica Lozano cuenta que la votación interna para tomar la decisión ha estado condicionada por las normas del estatuto de oposición: “Será todo el partido, desde la dirección nacional, y no solo la bancada vigente, la que hará la declaración después de que se reúna el próximo año”.
Carlos Amaya, copresidente del partido y gobernador electo de Boyacá, anunció el martes que había voluntad de continuar. Pero sus palabras despertaron reserva. Todo estalló con las declaraciones del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, quien aseguró la semana pasada: “Uno no puede tener, como sucede con algunas personas, representación en el Gobierno, representación importante en Bogotá a través del Sena, importante a través de institutos como el Icetex, y hacer oposición”, en reproche a los militantes verdes que han disentido de las posturas del oficialismo.
Caben pocas dudas de que para un sector del Partido Alianza Verde ha resultado muy complejo aplaudir todos los proyectos reformistas de Petro. Un problema de fondo y de forma. Y las tensiones no han tardado en aflorar. El ala más liberal ha alzado con frecuencia la voz para dejar patente su inconformismo con planes seminales como el de pensiones o salud. Las voces más independientes aseguran que la sombra de Carlos Ramón González se ha hecho sentir con todo su peso desde el DAPRE en esta crisis existencial del partido.
González (Puente Nacional, Santander, 65 años) es padre de tres hijos. Cursó estudios de ingeniería química interrumpidos por el salto a la clandestinidad guerrillera en 1980. Tras los acuerdos de paz con el Gobierno del liberal Virgilio Barco, se desmovilizó de la insurgencia en 1990. Y en 2004 se tituló como abogado. En los ambientes políticos afirman que tiene trato amable y pocos lo han visto perder la compostura. Una forma de estar en el mundo que lo ha encarrilado en el ala moderada de la izquierda, primero depurando el discurso más intransigente del partido Alianza Democrática M-19, y a partir de 2005 con la fundación del Partido Verde Opción Centro (la semilla de la actual Alianza Verde).
Una parte importante de su fortuna, de acuerdo con información de La Silla Vacía, ha sido forjada con contratos de miles de millones con el Estado en sectores como la salud. Desde finales de los 90 su carrera política ha transcurrido en paralelo como actor del sistema sanitario a través de la Corporación para la Atención de Diagnóstico de Enfermedades Milagroz, creada en 2005 y centrada en el seguimiento a pacientes de enfermedades infecciosas como VIH. Un negocio lucrativo que se mueve en los circuitos para la compra y administración de medicamentos.
A lo anterior se suman otros emprendimientos que ha impulsado en el sector de las energías limpias desde comienzos del milenio. En las décadas transcurridas desde entonces, los verdes han tratado de posicionarse como la gran plataforma de centro, independiente y pragmática, con candidatos abanderados de un programa renovador en el que la raíz ecologista ha quedado un poco arrinconada. Nombres como el de la actual alcaldesa de Bogotá, Claudia López; el exalcalde Antanas Mockus; la excongresista Juanita Goebertus; o el excandidato presidencial Sergio Fajardo han militado con una apuesta por la cultura ciudadana, el proceso de paz o la articulación entre ciencia y educación.
La mayoría, sin embargo, se ha distanciado de la base tras desacuerdos o rencillas internas. Un asunto que se remite, según más de una fuente, a su difuso espíritu fundacional, así como también a la presencia omnipresente de Carlos Ramón González. Bastaría con mencionar que, en las discusiones para decantar su continuidad en la bancada oficialista, uno de los temas más soterrados ha girado en torno a la suerte del cargo de González en el DAPRE. En caso de que la mayoría del partido opte por declararse en oposición el próximo año, al viejo zorro no le quedará otra opción que dimitir, ya que la norma señala que ningún directivo ni avalado de un partido independiente puede formar parte del Gobierno.
A pesar de las dudas que genera su trayectoria, manchada incluso por una condena por falsificar documentos privados en 2005 con el fin de rebasar los techos de financiación electorales, muchos reconocen ciertos logros. Todas las fuentes coinciden en que su capacidad para conciliar ha servido para atraer a políticos de renombre que le han inyectado vitalidad al proyecto. Es el caso del dos veces alcalde Enrique Peñalosa, quien en 2022 aspiró sin mucha suerte una tercera vez al mismo cargo enarbolando las banderas verdes. O el ya mencionado Sergio Fajardo, cuyas fallidas candidaturas presidenciales auguraron en algún momento revivir la llamada ola verde de la campaña presidencial de Mockus.
Un veterano militante, que prefirió mantener su anonimato al igual que otras fuentes, asegura que González es el “dueño de facto” de la plataforma. Y agrega que el hecho de haber delegado en 2015 la personería jurídica del partido, a su nombre desde la fundación, ha variado muy poco las cosas. González cedió el testigo en Jaime Navarro Wolf y Rodrigo Romero, dos correligionarios de fuertes vínculos con el viejo M-19. Una movida que, además, retrata la gran batalla interna que se libra de fondo entre sectores de izquierda allegados al petrismo y facciones liberales con un perfil más académico e independiente.
Por eso, la senadora verde Angélica Lozano, figura visible de la línea disidente, subrayó el martes a Caracol Radio: “Somos un proyecto completamente diferente al del Gobierno, así luchemos por las transformaciones y eso implique apoyar la alternancia en el poder. Por eso apoyamos a este Gobierno en las urnas, pero 15 meses más tarde la frustración ciudadana y la mala conducción del Estado nos tiene en un debate público”.
Para Lozano, el partido se debería declarar independiente, más allá del influjo del director del DAPRE en el Ejecutivo: “Carlos Ramón [González] tiene el alma en este Gobierno. Su participación allí es por su proyecto político de vida anterior a que existiera nuestro partido. Pero un partido es un patrimonio de la sociedad, no es una empresa privada de unos accionistas”. A la espera de la votación interna, desde ya se anticipa como un punto de quiebre para el futuro de un partido moldeado a imagen y semejanza de un discreto abogado de 65 años cuyo peso en el primer círculo de Petro solo rivaliza con el de la poderosa directora del Departamento de Prosperidad Social, Laura Sarabia.
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